Cultura

Cacerías nocturnales

  • Amaral cierra el programa con la presentación de su nuevo disco en el Teatro de la Axerquía, en un concierto de altas intensidades emocionales

Amaral, ayer, al comienzo del concierto.

Amaral, ayer, al comienzo del concierto. / barrionuevo

Todos los animales salen de noche, como bien sabe Travis Bickle, el taxista que cruza Nueva York con su trastorno y su soledad. También los cazadores, sobre todo los que matan por diversión. También la noche es para aventureros, fugitivos, exploradores, kamikazes y revolucionarios que fundan iconografías como quien canta una canción. Por suerte o por desgracia quedan todavía muchos días de verano, para pedir perdón o quizá no, y muchas noches que serán de cacería bajo la sangrienta luna de ayer. Amaral constata en su último disco que unas veces se gana y otras se pierde, pero el margen de las ambigüedades entre la derrota y la victoria es a veces demasiado sugerente, por más que la noche se resuma en unas pupilas dilatadas como túneles sin salida o en el llanto de unos barcos que alguna vez fueron remotos. El grupo cerró en el Teatro de la Axerquía un Festival de la Guitarra en el que la respuesta del público ha sido preocupante.

Y lo hizo con su disco Nocturnal, si bien entre los temas que lo componen se filtraron otros como Salir corriendo, Días de verano o El universo sobre mí que son ya clásicos de repertorio. Como cronistas de cacerías nocturnales, como cazadores dotados de palabra y sonido Eva Amaral y Juan Aguirre están haciendo la gira más visual de su trayectoria, con una escenografía "artesanal, con elementos muy pequeños pero cuya combinación produce un impacto impresionante", en palabras de la cantante. Tony Toledo (batería y percusiones), Tomás Virgós (piano) y Ricardo Esteban (bajo) los acompañan en la travesía.

Versos de gravedad y ofrenda en la noche de cuchillos que tuvo su parte ceremonial, su cuota celebratoria, sus preguntas sin respuesta, su dosis de luz y su falta de moraleja, con Eva en el imperio de su voz, Juan enalteciendo el instrumento al que está dedicado este festival y todos, músicos y público, en ese acorde en el que la noche festeja sus laberintos y disimula sus imprudencias, en ese pliegue de conciencia o peligro, alta la emoción, baja la guardia, en el que es mejor olvidar que nadie nos recordará.

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