Crítica Teatro cine

Arte para vivir

El Teatro Góngora obtuvo el pasado viernes un lleno absoluto para ver el estreno de La pensión de los artistas, texto de Antonio Serrano que interpretan Marisol Membrillo y Alberto de Paz bajo la dirección de Juan Carlos Villanueva. Serrano traslada la acción de su historia a la década de los años 50 del siglo pasado, con un país aún asfixiado por los desastres de la guerra civil y que el régimen intenta por todos los medios ocultar a través de su maquinaria propagandística. Frente a este clima desesperanzador, Dora, su protagonista, lucha por no sucumbir a la dureza de las circunstancias refugiándose en el calor de sus recuerdos y aprovecha la ocasión para compartirlos con quienes se hospedan en la modesta pensión que regenta. Esta vez será Germán el huésped dispuesto a escuchar las vivencias de su anfitriona y la acompañará al piano para interpretar temas musicales que pese al cambio de siglo aún siguen vivos entre el público actual.

Juan Carlos Villanueva firma una dirección llena de buen criterio conduciendo está gentil historia por la senda de la naturalidad, sin necesidad de recurrir a excesos estridentes o dramatismos. Para materializarlo sobre la escena ha contado con una pareja de artistas en toda regla. Marisol Membrillo y Alberto de Paz se entienden a la perfección y demuestran la excelencia que los destaca en sus respectivas carreras: ella creando vida con su gesto y voz y él aportando con cada nota de su piano el sonido necesario para recrearla. Ambos en magnífico tándem deleitaron al público asistente que les recibió entre ovaciones al terminar la representación.

No existe mayor desgracia para un pueblo que una guerra civil. Ante este hecho tan relevante como fatal, junto a historias de vencedores y vencidos también conviven las de aquella inmensa mayoría de personas anónimas que sin comerlo ni beberlo pagaron con resignación el alto precio de reconstruir sus vidas después de la barbarie y acostumbrarse a vivir con lo que tocaba. Esas personas sacrificadas, nuestr@sabuel@s, padres y madres, merecen el mayor de los respetos tienen por derecho un lugar privilegiado en nuestra memoria.

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