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Los violentos brotes de racismo despiertan preocupación en Italia

  • El ministro del Interior califica como "injustificable" la violencia vivida en los últimos días · El presidente Napolitano se muestra "cauto" ante el plan que diseña Berlusconi para la lucha contra la inmigración

Los inmigrantes clandestinos y los extranjeros de determinadas etnias parecen haberse convertido de pronto en la peor amenaza para la seguridad de los ciudadanos italianos.

El ministro del Interior, Roberto Maroni, calificó ayer como "injustificable" la violencia vivida en Nápoles en los últimos días contra los campamentos gitanos, aunque insistió en que el Estado dará todo el apoyo necesario "para mejorar la seguridad" del país italiano.

"Se puede evitar que la rabia prevalga sobre las reglas de la convivencia civil y que se repitan episodios de injustificable violencia como los que se han producido lamentablemente en Nápoles tras el horrible intento frustrado del secuestro de un bebé", dijo el ministro del Interior.

Maroni hizo esas afirmaciones durante la fiesta del 156 aniversario del Cuerpo de Policía y se producen después de que fueran incendiados en los últimos días cinco campamentos de gitanos que habían sido evacuados.

"Es intención nuestra gestionar con orden y rigor la inmigración interna y externa de la Unión Europea para garantizar la convivencia pacífica, del ahora y del mañana, de todos los pueblos", agregó Maroni.

Las declaraciones se enmarcan dentro del plan que diseña el nuevo Ejecutivo de Silvio Berlusconi para la lucha contra la inmigración y que se articulará en cinco puntos.

El plan, tramitado como decreto ley, será presentado el próximo 21 de mayo en el Consejo de Ministros que se celebrará en Nápoles, en el sur de Italia, para su aprobación.

El diario Corriere della Sera publicó ayer que el presidente de la República, Giorgio Napolitano, se ha mostrado "cauto" sobre este plan y exigió que para que las medidas entren en vigor inmediatamente deberán atender los requisitos de "urgencia y necesidad".

Preguntado acerca de esas indicaciones atribuidas a Napolitano, el alcalde de Roma, Gianni Alemanno, de Alianza Nacional, dijo que el Gobierno así lo ha previsto y que irá por decreto lo que es urgente y por ley parlamentaria lo que no lo es.

A la espera de conocer las medidas concretas, el ministro de Defensa ha propuesto que el Ejército italiano ayude a patrullar los barrios junto con la Policía, en una medida de "prevención y disuasión".

Por su parte, el nuevo ministro italiano de Asuntos Exteriores, Franco Frattini, se pronuncia a favor de una revisión del convenio de Schengen, ya que a su juicio el problema de la Europa actual no está más en la libre circulación de las personas sino en la seguridad.

"Es necesaria una revisión para verificar la adecuación (del tratado) sobre las fronteras internas y externas", ha dicho Frattini.

Tal es la situación que incluso la Iglesia católica ha hablado. Responsables de la Iglesia italiana han manifestado que "hay que parar los extremismos que existen" contra los inmigrantes y han advertido que se puede caer en el racismo.

"Es necesario neutralizar los extremismos, que no pueden dictar leyes a nadie y no pueden ser considerados como la realidad total de un pueblo", ha afirmado el presidente de la Conferencia Episcopal (CEI), el cardenal Angelo Bagnasco, en una entrevista que publicó ayer La Repubblica.

El purpurado expresó la solidaridad de la Iglesia Católica para todas las personas "que sufren violencia gratuita e incontrolada" y se mostró a favor de crear condiciones "de acogida y dignidad" para todos los inmigrantes "que respetan las leyes de la convivencia y se comprometen en una real integración".

Según el jefe de los obispos italianos, los casos de violencia que se dan relacionados con la inmigración resaltan que la sociedad italiana "sufre una forma crónica de individualismo que favorece y no atenúa fenómenos diferentes".

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