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"Los muertos están mejor"

  • Una epidemia de cólera se ha cobrado cientos de vidas en Zimbabue, lo que ha acentuado la crisis del Gobierno de Mugabe, que se empeña en seguir en el poder

"Los muertos están mejor. Ya no necesitan agua o sadza (alimento tradicional en base a maíz). Simplemente yacen allí tranquilamente en sus tumbas".

Sentada en el piso de piedra de su casa en Harare, una mujer expresa gráficamente con sus palabras la desesperación de millones de connacionales víctimas de la inanición y las enfermedades.

La cena de esta mujer -cuyo nombre no es divulgado en la cinta de 15 minutos de la ONG Solidarity Peace Trust en Johannesburgo- es un cuenco de sopa.

En otra escena, una madre sostiene a su bebé en llanto, los ojos cerrados por la hinchazón, la piel descamándose en las piernas delgadas por la desnutrición.

El film lleva el título Muerte de una nación y versa, a través de imágenes tomadas entre septiembre y noviembre de este año, sobre el lento estrangulamiento de una población por parte de un Gobierno empeñado en perpetuarse en el poder.

Muestra un país en el que las mujeres de áreas rurales se empecinan por sacar de árboles marchitos los frutos para mantener a sus familias con vida, porque ya no pueden pagar un cesto con maíz.

Y a los miembros de una familia relatando cómo pasan el día en un hospital sobrepoblado, mirando morir a uno de los suyos a causa del cólera por falta de medicación para curarlo.

Más de la mitad de la población de Zimbabue, de 12 millones de personas, no tiene los medios para alimentarse adecuadamente. La inflación galopante se traduce en que un paquete de margarina cueste 9,65 dólares, mientras cientos de personas mueren de cólera, una enfermedad fácil de prevenir.

"La mayor amenaza a la vida de los zimbabuenses es actualmente el mismo Estado", dijo a la prensa Brian Raftopoulos, director de investigación de Solidarity Peace Trust, durante la exhibición del film.

Y completó: En lugar de tratar de proteger a sus ciudadanos, el Gobierno del presidente Robert Mugabe se concentra en mantener su capacidad de "arrestar, acosar y matar".

Muchos miembros del opositor Movimiento para el Cambio Democrático (MCD) y activistas de la sociedad civil han desaparecido en las últimas semanas, ya sea tras ser detenidos sin cargos por la Policía o tras ser secuestrados por agentes armados no identificados.

La única solución a corto plazo de la crisis, según Raftopoulos, es la conformación del Gobierno de unidad nacional que acordaron integrar Mugabe y el líder del MCD, Morgan Tsvangirai, en septiembre. El acuerdo quedó estancado con el MCD acusando a Mugabe de querer forzarlo a desempeñar el papel del socio menor. "No hay otra alternativa realista" a ese acuerdo, asegura el activista, desestimando como meras expresiones de deseo los llamados de Occidente, Kenia y Botswana para que Robert Mugabe renuncie al poder.

Raftopoulos advirtió contra esperar que el presidente sea derrocado en un golpe de Estado. "Eso nos llevaría a una posición aún peor que la que tenemos actualmente".

Otra prominente activista zimbabuense, Elinor Sisulu, de la Coalición de Crisis de Zimbabue, advirtió en cambio al MCD contra ceder a la presión de los vecinos del país, "jugar el juego" y firmar finalmente un acuerdo para compartir el poder en los términos de Mugabe.

Uno de los puntos conflictivos en las negociaciones ha sido qué partido asumiría el Ministerio del Interior, desde donde se controla a la Policía. El MCD lo reclama y ofrece a cambio permitir al partido oficialista Zanu-PF mantener el control del Ejército. El Zanu-PF quiere un poder compartido.

"Si (Tsvangirai) no controla el Ministerio del Interior y la gente sigue siendo lastimada (por la Policía) perderá rápidamente su legitimidad y popularidad", advirtió Sisulu.

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