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El final de un sueño de ocho años

  • Tras seis meses de lucha fratricida demócrata, la senadora de Nueva York se ha visto obligada a admitir su derrota, truncando el que era su deseo desde que su marido, Bill Clinton, agotara el mandato presidencial

El sueño de volver a la Casa Blanca, ahora como presidenta, ha acabado para Hillary Clinton. Tras una lucha apasionante para conseguir la candidatura demócrata a la Presidencia que ha podido incluso perjudicar al partido de cara a las elecciones de noviembre, a la senadora no le ha quedado más remedio que reconocer su derrota ante Barack Obama.

Hija mayor del matrimonio formado por el fallecido empresario textil Hugh Rodham y Dorothy, Hillary Diane Rodham nació en octubre de 1947 en el seno de una familia de profundas creencias metodistas de Park Ridge (Illinois), en la que creció junto a sus dos hermanos, Hugh y Tony.

Tras graduarse en el Wellesley College, en 1969 se matriculó en la Facultad de Derecho de la Universidad de Yale, donde conoció a Bill Clinton, con quien tiene una hija, Chelsea. Tras 12 años como esposa del gobernador de Arkansas, en 1993 se convirtió en primera dama de EEUU, un papel que ejerció de forma muy activa y comprometida con varias causas, sobre todo relacionadas con mujeres y niños. Hillary es la única ex primera dama elegida para desempeñar un cargo público, además de la primera senadora por el Estado de Nueva York, puesto que ocupa desde hace siete años.

En enero de 2007 se lanzó a conseguir un nuevo objetivo: ser la primera presidenta del país, convencida de que era "hora de renovar la promesa de EEUU" y superar los "fracasos" cometidos por la actual Administración. Ya entonces contaba con dos grandes inconvenientes: a gran parte de la población le parecía demasiado arrogante y en los inicios del conflicto votó a favor de la invasión de Iraq.

No obstante, desde que anunció oficialmente su postulación se convirtió en la favorita indiscutible para ser la candidata demócrata para las presidenciales: en octubre, las encuestas le daban un apoyo del 46%, casi 30 puntos de ventaja sobre su más directo rival, Obama. En el lado contrario, otros sondeos aseguraban que uno de cada tres estadounidenses jamás votaría por ella.

Aunque posee una imagen de persona fría y calculadora, pocos dudan de su amplia experiencia: primero como abogada, después como primera dama y por último como senadora. Pero la decisión de centrar en ésta su campaña la dejó vulnerable a interrogantes sobre si la experiencia como primera dama es relevante para ocupar la Casa Blanca. Obama también encontró un punto débil cuando preguntó qué tiene más importancia, la experiencia o el juicio, recordando que Clinton votó para autorizar la guerra en Iraq.

"Hillary Clinton ha sido una candidata muy fuerte y ha ayudado mucho al partido. Pone mucha pasión en todo lo que hace y dice. Sin embargo, Obama ha conquistado a muchos votantes que nunca se habían interesado en el proceso electoral, principalmente jóvenes y minorías. Asimismo, Hillary ha utilizado una estrategia clásica centrándose en los estados grandes, mientras que Obama ha creado técnicas innovadoras, como volcarse en pequeños estados o hacer campaña en el extranjero: somos cinco millones de americanos viviendo fuera del país", asegura Lindsay Vick, fundadora de Democrats Abroad en Sevilla.

La ex primera dama cambió de lema con frecuencia, mientras que Obama se mantuvo fiel a sus dos ofertas: esperanza y cambio, y contó con mejor organización. Otra razón que podría explicar su fracaso es la arrogancia con la que la candidata, que se veía ganadora indiscutible, preparó la campaña. La guerra contra Obama la llegó a obligar a tácticas tan destructivas contra su rival que incluso The New York Times, un diario que pidió el voto para ella, la acusó de andar "por el mal camino" y le criticó duramente su comportamiento divisionista por unas declaraciones en las que afirmaba que "el apoyo de Obama entre los norteamericanos blancos acostumbrados a trabajar duro sigue disminuyendo".

Y es que cada afirmación con la que intentó desacreditar a su contrincante se le volvió en su contra, como el consumo de drogas en su juventud, la vinculación del éxito de Obama con el color de su piel por parte de una importante asesora suya -que tuvo que dimitir- o la reciente polémica sobre el asesinato de Bob Kennedy para justificar su permanencia en la carrera.

"Las razones por las que Clinton ha prolongado su permanencia pueden ser múltiples. Realmente, durante mucho tiempo Hillary pensó que podía cambiar la tendencia ganadora de Obama. También podría tener otros intereses, como la vicepresidencia. En cualquier caso, el proceso electoral y la nominación de nuestro candidato no será oficial hasta la Convención de Denver, en agosto", asegura Vick.

Las especulaciones sobre las razones que han llevado a Clinton a prolongar la lucha fratricida han ido en todos los sentidos. Desde los rumores de que intenta postularse como jefa demócrata en el Senado hasta los que insinúan que permaneció hasta el último momento para ver si Obama cometía algún fallo que reavivara las inquietudes de los votantes sobre su inexperiencia; ella aparecería como la candidata más fuerte y los superdelegados la verían como la mejor opción frente a McCain.

No hay duda de que Clinton ha buscado, en todo caso, una salida elegante que le permita mantener vivo su futuro político. Algunos diarios hablan de planes a largo plazo para volver a intentar el salto a la Casa Blanca en 2012 o 2016. New York Times y Time Magazine, dos de las publicaciones mejor informadas de EEUU, afirmaron que, pese a los desmentidos, el ex presidente Bill Clinton llegó a la conclusión de que la vicepresidencia puede ser el mejor trampolín para Hillary de cara a un nuevo intento de alcanzar la Presidencia.

"La opción de un tándem Obama-Clinton es una posibilidad real ya que Obama tiene un reto en conseguir los votantes de Hillary. Podría ser una combinación equilibrada de cara a lograr muchos votos en las generales de noviembre", sostiene Vick.

Obama sabe que si el 4 de noviembre quiere ganar a McCain necesitará el voto de las mujeres, los trabajadores blancos, los latinos y los jubilados, todos potenciales votantes de Hillary. "Por encima de todo, ha demostrado ser una luchadora. Nunca perdió la esperanza y se ha convertido en un símbolo de superación para mucha gente en nuestro país, especialmente para las mujeres", concluye Vick.

Quizás esa fortaleza y sus casi 18 millones de votos le permitan hacerse un hueco, esta vez no en contra, sino junto a su "gran rival".

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