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Un desafío a escala planetaria

  • La respuesta militar de la comunidad internacional ante la problemática de las actividades piratas no ha dado los resultados esperados por la creciente sofisticación de los corsarios somalíes

Desafiada por los piratas somalíes, la comunidad internacional tiene problemas para encontrar una respuesta, ya que tanto una demostración de fuerza naval como una operación de ataque contra sus bases serían difíciles de llevar a la práctica y no necesariamente eficaces, según analistas.

Ante la explosión incontrolable de la piratería frente a las costas de Somalia, en particular en el golfo de Adén por donde transitan los barcos que atraviesan el canal de Suez, la Oficina Marítima Internacional lanzó un grito de alarma y pidió al mundo intervenir para frenar la situación.

Sin embargo, la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), que ya envió a finales de octubre una flotilla de cuatro navíos de guerra a surcar la zona, y la Unión Europea (UE) tomarán la responsabilidad el 8 de diciembre con cinco o seis barcos asistidos por aviones de patrulla.

Navíos de guerra de varios países (Francia, España, Rusia, India y Corea del Sur), al igual que barcos estadounidenses de la Task Force 150 de apoyo a las operaciones en Afganistán, participarán en las tareas de seguridad en una zona vital para el comercio.

"El sector que une al Océano Índico y el Mar Rojo es una verdadera autopista marítima, con un flujo de entre 20.000 y 30.000 barcos mercantes" que transitan anualmente, indicó la revista especializada Mar y Marina.

Pero el hecho de que los piratas ya hayan encontrado el modo de desafiar esta demostración de fuerza mediante la captura del super petrolero saudita Sirius Star a 800 kilómetros de la costas de Kenia, confirma la dificultad de la tarea.

Gracias al dinero de los rescates -unos 100 millones de dólares -, los piratas aumentaron sus capacidades, llevando su radio de acción a mil kilómetros de la costa. El despliegue de las armadas convencionales podría empujarlos a atacar aún más lejos.

Una veintena de navíos, incluso ayudados por aviones de patrulla, serían incapaces de vigilar esos miles de kilómetros cuadrados.

"Usted puede tener todas las armadas del mundo desplegando todos sus navíos en esa zona y eso jamás resolvería el problema", reconoció el portavoz del Pentágono, Geoff Morrell.

Esta afirmación se refuerza teniendo en cuenta que "ese despliegue militar se ha reducido", como observa el experto belga de estrategía naval, Joseph Henrotin. "De 1980 a 2015, las flotas de alta mar norteamericana y francesa pasarán, respectivamente, de unos 600 a 150 navíos y de 99 a 24, incluyendo portaviones y submarinos", explicó Henrotin.

Ante esta situación, el embajador ruso de la OTAN, Dimitri Rogozin, fue el primero en referirse, "a título personal", a la posibilidad del envío de una fuerza terrestre internacional para "limpiar" la costa somalí.

Pero un militar de la OTAN estima que acciones "punitivas" tampoco bastarían para controlar a pescadores empujados a transformarse en piratas por la miseria y la inseguridad de un país destrozado y víctima de una guerra civil desde 1991.

Para ciertos analistas, la clave del problema se encuentra en territorio somalí.

A la vista de las experiencias afgana, iraquí y congoleña, será necesario mucho más tiempo para establecer un Estado fuerte en Somalia.

Pero el fantasma de la caótica intervención de 1993 en ese país sigue planeando, y ni Estados Unidos ni sus aliados, desbordados por sus misiones en el mundo, están dispuesto a repetir la experiencia, subraya Henrotin.

Sin embargo, la apuesta económica es enorme y el reloj sigue corriendo. Preocupados por un desvío del tráfico marítimo a través del Cabo de Buena Esperanza, países árabes se reunieron el jueves en El Cairo para discutir "todas las opciones" posibles.

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