El presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, quiere hacer política de nivel mundial. Pero hasta poco antes de su cumbre entre la UE y los países del Mediterráneo parecía que ni él mismo tenía muy en claro con quién.

La oficina de la Presidencia no entregó durante bastante tiempo una lista definitiva de los invitados al gran acontecimiento diplomático que se celebrará hoy en París.

¿Enviará el excéntrico líder libio, Muammar al Gaddafi, (que ya condenó la Unión Mediterránea) al menos a un observador? ¿Cómo de alejados deberían mantenerse el golpeado primer ministro israelí, Ehud Olmert, y el presidente sirio, Bashar al Assad? Preguntas complicadas, que mantuvieron sin aliento hasta último momento a los diplomáticos franceses.

Lo que está claro es que la cumbre de 44 líderes políticos de los estados de la UE y los estados sureños del Mediterráneo es para el presidente del Consejo de la UE Sarkozy uno de los momentos de apogeo de su mandato.

No sólo para parámetros europeos la ilustre reunión supone un acontecimiento fuera de lo común. La capital francesa se encontraba este fin de semana en estado de excepción.

Unos 18.000 policías y gendarmes así como numerosos agentes de los servicios de seguridad vigilaban las calles. El recinto en el que se celebrará la conferencia, el Grand Palais, así como el cercano bulevar de los Campos Elíseos hasta el Palacio del Elíseo estará cercado a partir de hoy. Las medidas exactas se mantienen en secreto por razones de seguridad.

El despliegue está acorde con el acontecimiento sin precedentes: 44 estados, desde Finlandia hasta Mauritania, estarán representados y celebrarán ceremoniosamente el bautismo de su alianza. Los 780 millones de ciudadanos de Europa y el norte de África unidos. Lo que los defensores de los derechos humanos ven cómo un puro pacto económico, que apoya la falta de ley y la tortura en el mundo árabe, Sarkozy lo defiende como una reunificación histórica de la comunidad de pueblos del Mediterráneo, a la que une un destino común.

El presidente francés invitó a todos los representantes además a participar mañana en los actos de la fiesta nacional. Con el obelisco de la Plaza de la Concordia a la espalda, la mirada dirigida hacia el Arco de Triunfo, los invitados de Sarkozy, entre ellos el secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, verán el desfile de tropas por los Campos Elíseos.

La tribuna de honor azul, blanca y roja abarca 1.500 lugares y costó 1,6 millones de euros. Además, la primera dama francesa, Carla Bruni, invitó junto con su esposo a una cena de gala en el Palacio del Elíseo. La pareja presidencial en el brillo de la política mundial: Es sabido que Sarkozy espera que este despliegue le ayuda a recuperar la perdida popularidad en los encuestas de opinión.