El Mini Vision Urbanaut está diseñado para ofrecer tres escenarios de uso: uno en el que el coche se convierte en un espacio para tomar un respiro y hacer una pausa, que permite disfrutar del aislamiento o trabajar durante un viaje; otro en el que el conductor puede utilizar la conducción autónoma o ponerse al volante y un tercero que permite socializar, disfrutando del tiempo junto a otras personas. Estos escenarios tienen, además, nombre. Son, por orden, Chilli, Wanderlust y Vibe, y quedan reflejados tanto en el exterior como en el interior cuando el conductor decide seleccionar unos u otros.
Con una altura muy superior a la de cualquier Mini -la marca no aporta el dato- y 4,46 m de largo, más aún que un Countryman, ofrece no sólo espacio, sino también facilidad de movimiento en su interior, al que se accede a través de una gran puerta lateral corredera: una solución ideal cuando el espacio es escaso.
Con cuatro asientos, los dos delanteros están preparados para girar rotar, mientras que los respaldos traseros se pueden plegar manualmente o girar. Así, en parado, el salpicadero baja y el área que rodea al conductor se convierte en un sofá cama. Incluso, el parabrisas puede desplegarse hacia arriba para convertirse en un balcón a la calle.
Atrás se puede crear un espacio más acogedor, en tanto que entre uno y otro área está una zona central que distribuye los espacio y que, con la puerta abierta, permite sentarse en el suelo. Incluso en el lado contrario a esa puerta hay una mesilla integrada como toque final del equipamiento interior.
Todo un hallazgo, lo que ofrece ese Vision Urbanaut con un sistema de propulsión eléctrico y que, con el diseño de su parrilla cerrada con forma de octógono -tradicionalmente, hexagonal- y faros -sólo visibles cuando se encienden pues, en caso contrario, están bajo una estructura de aluminio-, podría adelantar una nueva cara de Mini.
Un aspecto llamativo está en sus ruedas, que pretenden recordar a un monopatín.
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