Mayo Festivo

"El flamenco se aprende de noche, que es donde está el duende; de día sólo hay gente vulgar"

GABRIEL Serván se pasea por la feria en plan figura. Todo ayuda. Su pelo canoso larguito y con rebabas al cuello, sus patillas de hacha, su pañuelo blanco impecable en el bolsillo de la chaqueta y su corbata rutilante con alfiler componen un estampa de otro tiempo, pero a la vez eterna y atractiva. Gabriel Serván ha convivido, tocado y cantado con los mejores flamencos del último medio siglo. El tito Gabi es flamenco, pero podría pasar por torero, por pintor e incluso por cantante de rock. Genio y figura pasea por la Feria entre abrazos de quienes lo consideran un artista.

-Tito, ¿cuántas horas le echa usted a la Feria?

-Pues sabes lo que te digo, sobrino, que le echo pocas. Pocas, la verdad, porque más que de la Feria, soy del Rocío. En El Rocío hay una guitarra, un cante, un baile. Hay más arte. La Feria ya no es lo que era y el Rocío es una hermandad muy bonita. Se escuchan los silencios.

-Pues yo creo que lo que a usted no le gustan son los altavoces.

-Nada, no me hables. Los altavoces le quitan toda la personalidad a la Feria. Te quedas ronco. Un día de Feria y te quedas más ronco que después de un mes cantando todos los días. Es horrible.

-¿Le gustaba más la Feria en La Victoria?.

-Sí, sin duda. En La Victoria tenía más encanto porque aquí se corta la ciudad con el río. A La Victoria llegaba la gente andando de cualquier lado. Y esto está muy lejos. pero vamos, que lo mismo pienso yo que el 90% de los cordobeses.

-¿Qué le ha dado el flamenco, tito Gabi?

-Amigos, muchos amigos. A El Pele lo he criado yo. Me acuerdo de su madre Pura siempre. Quiero a mi amigo Paco Serrano, a Vicente Amigo, que es como si fuera mi hijo, a Merengue, a Concha Calero. Conozco a grandes artistas de Córdoba y de todos lados que triunfan ahora en todo el mundo. Qué satisfacción más grande. Mira, sobrino, El Pele se venía mi casa con mi madre, Catalina, que era la más buena del mundo, y le ponía el garlochí, que es el pan migao con el café. Y hasta que la cuchara no se ponía recta en el vaso de tanto migar no se lo comía. Qué arte más grande. Porque El Pele vivía en Los Vikingos, pero se venía a mi casa y nos juntábamos para tocar la guitarra con su padre, Juanito, y con sus hermanos Paquito y Miguelín, que toca con la izquierda. Luego han venido el Nani y el Lin Cortés, que también los quiero como si fueran mis hijos. A esos les he dao yo la teta.

-¿Cuántas horas le ha echado usted a la guitarra para tocar así?

-El flamenco se aprende en la noche, que es donde está el duende. De día no hay más que gente vulgar y corriente, pero por la noche se toca, se canta, se baila, se cuentan chistes. Vas a tu caseta, al Rocío, y lo grande llega por la noche.

-¿En qué ha cambiado la Córdoba flamenca?

-En muchas cosas. Antes había un ambiente flamenco en la Judería impresionante. El Merengue tenía el Quinto Califa, estaba el Tronco, un bar muy flamenco, la Taberna Rafael, también estaba lo de Rafalito Carrillo, que hoy tiene El Churrasco. Aquello era impresionante. Había mucho arte y eran noches mágicas de flamenco. Hoy, como te decía, los altavoces nos han hecho daño y ya no se puede cantar y vivir el cante y la fiesta como antes.

-Siempre que se habla de flamenco sale Jerez, Sevilla, Triana, Cádiz... ¿Es Córdoba una ciudad flamenca?

-Córdoba es flamenca. Ha dado muchos flamencos, pero no es una ciudad cantaora. Córdoba tiene el mejor concurso de arte flamenco del mundo pero está claro que no es como Sevilla o como Jerez. En Córdoba se ha cantao muy bien la soleá, la seguiriya, pero es distinta a otros sitios de flamenco.

-Cualquiera que vea su estampa piensa que es gitano, pero no lo es, ¿cómo se come eso?

-No soy gitano, pero siempre he estado con ellos y he compartido mucho con ellos. Tengo muchos amigos gitanos, muchos, y son únicos para el flamenco. Tienen una forma de ser especial, un arte muy grande.

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