Cultura

Las 30 vidas de Martirio

  • La cantante publica una caja donde compendia su carrera Junto a un doble CD con sus canciones emblemáticas, la edición ofrece un documental dirigido por José Sánchez-Montes

Martirio es una cantante y es un personaje. Es un fenómeno musical y sociológico. Y ahora, en esta caja especial titulada 30 años, resume su historia en otras tantas canciones y un documental. En los 80 fue un soplo de frescura en la canción aflamencada, en la copla moderna. Martirio es el personaje y la máscara de Maribel Quiñones Gutiérrez (Huelva, 1954), que antes de ser Martirio militó, como cantante, en el grupo Jarcha. Martirio es feminista y fetichista, femenina y plural. Dura y melosa. Su historia es nuestra historia. Martirio es la elocuencia de Quiñones, "un personaje colectivo, punkie y libertario", el álter ego que nos permite hacer y decir lo que no nos permitimos hacer ni decir: clamar, berrear, llorar por un beso, por una mirada. Reír a dos carrillos. Susurrar un "te quiero" a media tarde. Conceder y despreciar. Decir sí. Decir no. Decir sí. Suplicar y negar. Conceder y pedir. Martirio es la historia de España, 30 años de sacudir el polvo del franquismo de la copla y la canción flamenca. Cuando los modernos, que ya peinaban canas, se dieron cuenta de la modernidad de la copla, entonces Martirio, sin irse de la canción andaluza, se fue al cancionero americano. Primero nos descubrió la copla y luego nos descubrió que entre España y América no hay fronteras. Tan sólo un océano. Nada.

El estilo vocal de Martirio ha evolucionado notablemente desde los "cupletazos modernos", plenos de desgarro y energía, al intimismo del último repertorio, bolero, de la cantante flamenca. Rock, swing, jazz, copla, flamenco, bolero, son, rap, cabaret, blues, música árabe, pasodobles, guarachas, Quintero/León y Quiroga, Kiko Veneno, Teo Cardalda, Jesús Lavilla, Jarcha, Mario Pacheco, Javier Ruibal, Compay Segundo, Chavela Vargas, Lorca, Jesús Bola, Chano Domínguez, Raúl Rodríguez, Lila Downs, Chucho Valdés, Jerry González, José María Vitier. Billie Holiday y Conchita Piquer. Algunas de sus discípulas, como La Shica, que le hace los honores en el documental. La copla por jazz. El cancionero americano a ritmo jondo: boleros, tango porteño, guarachas, bossa... ¡Qué de cosas que ha hecho esta mujer! 30 años parecen pocos.30 vidas ha vivido Martirio.

Canciones, sevillanas, coplas, soleares, bulerías, saetas, tangos, rumbas, peinetas, batas de cola, pantalón de cuero, pendientes de oro, un toro negro, flores, lunares y gafas oscuras. Elena Benarroch, Aurelia Medina, Fridor, Andrés Martín, Carmen Giles... Martirio nació en la Plaza de San Andrés de Sevilla pero luego se fue a Madrid y su Movida. Juego, ironía, gracia, chistes. Y también muerte, dolor, desesperación, pastillas, drogas duras. Gozos, risa, placer. Amas de casa que toman la calle a chillidos. Costumbrismo, vitalismo, una energía que se desborda. Exceso. Verdad por el exceso. Miel, miel, miel. La casa y la calle. Vicente Amigo, Rafael Riqueni, Raimundo Amador... Este doble disco es un recorrido cronológico por el personaje y la cantante llamados Martirio. Una evolución temática y también musical. Una evolución en la inspiración, desde el ama de casa "jartita de tó" hasta el bolero más sutil o el poema más escogido. Una evolución en los arreglos, desde el rock de la nueva ola hasta las maravillas orquestales de Vitier, pasando por el piano de Chano Lobato y el tres de Raúl Rodríguez. Desde la sal gorda, maravillosa, hasta la sutileza, el intimismo.

La de Martirio es una historia de libertad. Quizá esa sea la mayor enseñanza. Y de fidelidad a las raíces. La constatación de que se puede ser una misma sin renunciar a los orígenes. La constatación de que sólo se puede ser uno mismo levantándose sobre los orígenes. Es una evolución vocal, también, desde la cantante de rompe y rasga hasta el falsete delicado, acariciante. Desde el empellón hasta la ternura. Pero en esta evolución no hay ruptura, no hay brusquedad. Un viaje de 30 años, un giro radical. Pero el paisaje cambia tan poquito a poco que cuando llegamos al final, desde la selva frondosa hasta la arena de la playa, desde el personaje abigarrado, excesivo, desbordante, hasta la mujer despojada, de todo menos de las lentes oscuras, desde la "folclórica travestida" hasta la gran dama de la canción hispana, apenas hemos advertido el desplazamiento. Hubo un continuo, una fidelidad en este viaje. Martirio siempre tuvo en cuenta su procedencia, a quién le debe lo que es. A la calle, a las gentes. A la copla, al flamenco. De la copla pop a la copla de autor, voz y guitarra. Pasando por la copla jazz con el trío de Chano Domínguez o la big band o la Orquesta Sinfónica de RTVE.

Transición parecida ocurre en la película de José Sánchez-Montes, el documental sobre la cantante que acompaña a esta edición. Se trata de una larga entrevista con Martirio y con algunos de sus colaboradores acompañadas de abundante material de archivo, desde conciertos hasta intervenciones en televisión y películas de ficción. No se trata sólo su faceta como vocalista, también se documenta su condición de actriz, presentadora y performer.

Pero no sólo de nostalgia vive este disco. Hay abundante material nuevo e inédito. Están sus clásicos, ¿cómo no?: Estoy mala, la maravillosa versión posmoderna de Callejuela sin salida de Quintero/León y Quiroga a ritmo de funk. Las Sevillanas de los bloques, hilarante costumbrismo de barrio, y también la de Las mil calorías, así como Ojos verdes... Pero también temas que salieron en discos colectivos, colaboraciones u homenajes que andaban por ahí, dispersas. Así la brillante soleá por bulería en la que trasformó Yo vengo a ofrecer mi corazón de Fito Páez. Y algunas joyas completamente inéditas como Hacia dónde de Marta Valdés, en directo, Zumba que zumba, también en directo, en Venezuela, y a dúo con su autora-recopiladora, Soledad Bravo. O Silencio, con Omara Portuondo y Chucho Valdés, en el Lope de Vega de Sevilla, además de Volver, grabada en Morón de la Frontera, No corté más que una rosa de La del manojo de rosas o Coplas del payador perseguido de Atahualpa Yupanqui, registrada expresamente para este disco de parar y echar la vista atrás. Y es que fue esta última canción la primera que aprendió a cantar y tocar Martirio con su guitarra, aquí por bulerías, en un gran arreglo de Raúl Rodríguez, productor de la recopilación.

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