Flamenco y cine | Crítica

Enciclopedia del cine flamenco

  • Cátedra pone en circulación una obra sobre las relaciones entre estas dos manifestaciones artísticas

Fotograma de ‘Rosario la Cortijera’ (1923) de José Buchs, con La Argentinita, centro.

Fotograma de ‘Rosario la Cortijera’ (1923) de José Buchs, con La Argentinita, centro. / Archivo J. V.

La obra se presenta como un diccionario en el que se ordenan tanto intérpretes flamencos, del baile, el cante y el toque, como directores y películas. Es un gozo para los amantes del cine y también para los flamencos. Da gusto tener, por fin, una filmografía coherente de la gran María de Albaicín (1902-1931), una de las estrellas más fugaces del panorama flamenco, cinematográfico y dancístico universal, que fue estrella internacional por el empeño de Serge Diaguilev, que le dio su nombre artístico, la primera española que bailó El sombrero de tres picos, haciendo el papel de la Molinera, e intervino también, ese mismo año, en la obra Cuadro flamenco (1921) de los Ballet Russes.

Flamenco y cine Flamenco y cine

Flamenco y cine

Lo menos interesante del libro es su introducción histórica en la que perpetua algunos de los mitos más nocivos para este arte, respaldada por firmas de notable peso lírico pero escaso rigor científico. Sorprende también el escaso tratamiento que merece la figura de Carmencita Dauset, que posee el honor de ser la primera mujer en aparecer en imágenes en movimiento de la historia. Tampoco las primeras filmaciones de bailes flamencos completos, atribuidas a Alice Guy, con sobresalientes estrellas flamencas del periodo como las sevillanas Presentación Muñoz y Conchita Zaldo, del grupo de Otero, o las granadinas Chata de la Jampona y María la Jardín, de la Zambra de Juan Amaya, encuentran acomodo en esta obra. Es decir que los primeros pasos del género en el séptimo arte no están recogidos en una obra por lo demás minuciosa que nos descubre noticias tan sabrosas como que la coreografía que realizó La Argentinita con Leonidas Massine del Capricho español de Rimsky-Korsacov se filmó, bajo la dirección de Jean Negulesco, en 1942. Lástima que no sea nuestra "querida comadre", como la llamaba Lorca, Encarnación López, la que asuma el rol protagonista en la filmación, sustituida en esta ocasión por la robótica Tamara Toumanova. La película se puede visionar, parcialmente, en youtube, a diferencia de la mayoría de las cintas estudiadas en el libro. Los autores del mismo minimizan la participación de Luis Buñuel en La hija de Juan Simón (1935) y ¡Centinela Alerta! (1936) a pesar de que el último film del aragonés, protagonizada por una bailaora de flamenco, e inspirada en La mujer y el pelele de Louys, reproduce literalmente el primer parlamento que pronunció Carmen Amaya en el cine, incluido en La hija de Juan Simón.

De la misma manera que las grabaciones de Carmencita y de Alice Guy han cambiado nuestra manera de ver el baile flamenco de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, estoy seguro de que si se rescatasen las películas de María de Albaicín mencionadas, así como las de Custodia Romero, que trabajó a las órdenes de José Buchs en dos ocasiones, o las primeros registros de Pastora Imperio, cambiaría nuestra visión del arte jondo de la segunda, tercera y cuarta década del siglo XX. El caso es que todas las grandes estrellas del baile, con la excepción de Antonia Mercé, de antes de la guerra civil, y algunas del cante como Marchena, Angelillo o el Niño de Utrera, fueron también estrellas del cine comercial hispano. ¿En qué momento se produjo la disociación entre el cine y el flamenco? Muchas cosas cambiaron, en ambos géneros, tras la guerra civil. Así, las estrellas flamencas de antes de la guerra (Pastora Imperio, La Argentinita, Custodia Romero, María de Albaicín, Carmen Amaya, Angelillo, Marchena, etc.) son sustituidas en la gran pantalla por artistas aflamencados como Juanita Reina, Lola Flores o Juanito Valderrama en su faceta de cancionista. En una segunda etapa, tras la muerte de Franco, el cine nacional, como tantas cosas en la España del momento, busca una nueva identidad lejos de referentes del pasado, entre los que se encontraba, naturalmente, el flamenco, con la heroica excepción de Carlos Saura. Pero lo cierto es que antes de la guerra civil el flamenco estaba estrechamente vinculado a las vanguardias artísticas y tecnológicas como demuestra, en parte al menos, esta obra.

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