Con la guitarra rotunda y serena de David Caro, la malagueña está dicha a la manera tradicional. Es el corte más largo de un disco de cortes largos. Cantes del Mellizo rematados por abandolaos. Un cante moroso, reposado. Los fandangos se presentan como un cante más directo. Los jaleos de su tierra son un cante airoso, con un brillante coro femenino. Es uno de los temas más redondos de esta obra. La soleá se presenta fiera, afilada, y la seguiriya aún más radical. Por bulerías suena al camino que lleva de Lebrija a Jerez, en un primer tramo, con un cuplé por bulerías del Turronero en la segunda parte. En la bulería por soleá se oyen los ecos, y también los jaleos, del Nano de Jerez, que también asoma en la bulería. En la nana encontramos, merced al piano de Mélodie Gimard, un eco de las canciones populares de Falla. Este tema lo incluyó José Menese en su disco El viento solano (1993) y lo interpretó recientemente Laura Vital en la película sobre el cantaor que firma Remedios Malvarez.
Hidalgo posee una voz rotunda, valiente, con gusto hacia las notas agudas. Las letras las ponen los poetas José Luis Rodríguez Ojeda, para los jaleos, las malagueñas, los tientos y los fandangos, y Francisco Moreno Galván para la soleá y la nana. El resto son populares. Además de Caro y Eduardo Rebollar, en cuyo sello ha aparecido la obra, en este disco encontramos las guitarras de Paul Bossauder, Liam Howarth, Javi Gómez, impresionantes en los jaleos, y Manolo Franco, magistral como siempre en la soleá. En Lo que siento y lo que soy se escuchan también las voces de Laura Vital, Raquel Cabello e Inma Zarandieta en los coros y los pies de Matilde Antón y El Saraiba por bulerías. El elenco lo completa Roberto Jaén en la percusión.
Este es el primer disco de Edu Hidalgo (Valdivia, Badajoz, 1986), nacido en el seno de una familia de cantaores en la que destaca su hermano, el Niño de Valdivia. Es un habitual de las peñas y festivales de Extremadura y de la provincia sevillana, en la que reside desde 2008, y ha obtenido galardones como el Naranjito de Triana por soleá, que le valió ser becado por la Fundación Cristina Heeren.
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