Solo se les exige que tengan para espectadores y contribuyentes el mismo respeto que piden para ellos.

La libertad, si no es posible ejercerla sin más trabas que las que la ética y el respeto a la libertad de los demás, es ilusoria.

¿Qué sería de la Humanidad sin los soñadores? ¿Podríamos avanzar? Estoy seguro de que no.

La ambición es una de las virtudes más nobles que existen. Y lo es porque, en cierto modo, siempre está todo por hacer.

No me cabe duda de que la empatía es la calidad más esencial de eso que llamamos civilización.

Unas relaciones laborales sanas exigen un sindicalismo vivo, no el que se desliza por la moqueta de los ministerios.

El sueño de la izquierda atea es reducirnos a las catacumbas y sacarnos de la sociedad.

Cada Navidad, sin ser conscientes de ello y casi sin percibirlo, nos volvemos niños de nuevo.

¿Qué es una sociedad libre sino aquella en la que todos los poderes actúan de contrapesos para evitar la tiranía?.

Sería conveniente recordar que el Ranking de Shanghái sitúa a nuestra UGR en la horquilla que va de la 201 a la 300.