La colmena

Magdalena Trillo

mtrillo@grupojoly.com

Una cuarta ola en Semana Santa, en juego

Ya hay estudios que han puesto precio al 'Salvar la Navidad' con el que nos alegramos el cierre del año: 10.000 muertos

Por segundo año consecutivo, los palcos de Semana Santa tendrán que esperar en Granada

Por segundo año consecutivo, los palcos de Semana Santa tendrán que esperar en Granada

En diez días empieza la cuaresma. El 17 de febrero es Miércoles de Ceniza y las únicas certezas que tenemos este año son que el calendario avanza insolente al margen de la pandemia, que la tercera ola del Covid nos ha dejado sin carnaval y que la campaña de vacunación no termina de despegar como para invertir la dura decisión que ya se ha hecho oficial en ciudades como Granada, Málaga y Sevilla: no habrá Semana Santa. Otro año sin procesiones y sin turistas. Con media Andalucía confinada y la otra media con los bares y comercios cerrados.

Enero no solo ha pulverizado los récords de muertos, contagiados y hospitalizados por coronavirus, también ha constatado que es la economía la que está en la UCI: con el mayor hundimiento del PIB desde la Guerra Civil (un 10,3% de caída en Andalucía y un 11% en España), un nivel de paro inédito desde los años más duros de la crisis de 2008 (hemos destruido 600.000 empleos en España y rozamos el millón de desempleados en nuestra comunidad sin contar el maquillaje de los ERTE) y unas previsiones desoladoras si tenemos en cuenta que ni estamos creando las circunstancias y la estabilidad necesarias para crecer ni sabemos muy bien cómo seremos capaces de gestionar los fondos europeos de la reconstrucción.

Ya hay estudios que han puesto precio al 'Salvemos la Navidad' con que todos nos alegramos el cierre del año (10.000 muertos más a partir de la relajación de restricciones y movilidad de las fiestas) y una consultora estadounidense calcula que serán más de 50.000 las defunciones por coronavirus que se registrarán en España hasta mayo. Por una vez aciertan los expertos: la tercera ola está siendo tan implacable como se previó. Incluso en los centros de mayores se han reproducido estos días los rebrotes entre residentes que ya habían recibido la primera dosis de la vacuna. Las cifras dan vértigo.

Ni superamos la segunda ola cuando decidimos hablar de la tercera ni los datos de estabilización que se están registrando estos días pueden ser excusa para la imprudencia. No podemos correr más de la cuenta si no queremos celebrar la Semana Santa sumiéndonos en una cuarta ola. "Mesetización" lo llaman ahora; ¿un frustrante intento de concentrar en las palabras lo que nos niega la realidad?

No pensemos en la irresponsabilidad de los demás; quedémonos con el agotamiento personal. Desde el viaje a ver a la familia aplazado hasta la escapada a cualquier punto del globo que nos hurtaron hace justo un año y que ahora anhelamos recuperar. ¿Tendremos voluntad suficiente para no huir? Los mensajes institucionales son importantes porque crean el clima para el comportamiento individual. Y no es tan determinante el matiz de las medidas que nos anuncian cada semana como la letra pequeña que se desliza en el BOJA. ¿Nos autoconfinamos o desescalamos? ¿Vamos bien o vamos mal?

No había suficiente confusión con la guerra de recetas entre comunidades cuando hemos decidido introducir la discrepancia entre ministros y consejeros. El sector turístico se impacienta y quiere abrir una ventana vacacional en Semana Santa. En frente, unos y otros malean las estadísticas para ver hasta dónde podemos llegar. ¿Convertimos la pandemia en una subasta? ¿Ponemos la barrera en 150 contagios por 100.000 habitantes como apuntaba Simón? ¿Podremos viajar como confiaba la ministra? En los próximos días la Junta decidirá si abre el grifo de la movilidad antes o después de Semana Santa. Lo que hará Díaz Ayuso en Madrid parece previsible y el impacto en nuestras costas lo podemos imaginar. ¿Otro 12 de octubre?

Hace justo un año, el presidente de la Junta celebraba en Fitur que Andalucía culminaba una década imparable de crecimiento con 32,5 millones de turistas, unos ingresos de 21.800 millones y un impacto en el PIB regional del 14%. Casi al nivel de los mejores años del ladrillo. Las previsiones para 2020 eran pulverizar el récord con 33,7 millones de viajeros pero lo que nos tenía reservado el virus de Wuhan ha sido otro batacazo histórico. Habrá que remontar, sin duda, pero no nos precipitemos. No queramos exprimir la primavera cuando todavía es invierno.

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