La colmena

Magdalena Trillo

mtrillo@grupojoly.com

PP-Vox, riesgo de empacho

Lo del "trienio negro" suena a discurso del miedo; lo de 'comerse' a Vox, a peligroso atragantamiento

Mientras Pablo Casado prometía "devolvernos el poder" y acabar con el "trienio negro" del Gobierno radical-comunista de Pedro Sánchez, Eduardo Mendoza me llevaba de la mano por el convulso Madrid de 1936. Tengo su Riña de gatos plagada de anotaciones. ¡Qué poco hemos cambiado desde que el protagonista de esta ¿ficción?, ese experto en arte inglés pretendidamente desnortado, descubre por qué en nuestro país todo lo arreglamos con una buena propina: "El trabajador cobra la mitad y la otra mitad se la tiene que agradecer al amo redoblando el servilismo". Es decir, mantenemos sueldos bajos y jerarquía. ¿Mi alergia a las propinas tenía fundamento?

No me distraigo… Nunca me había acercado a estos ajetreados años de nuestra historia con una combinación tan extraordinaria entre lo grave y lo mundano; entre el vodevil y la tragedia. Acompañando a rufianes y meretrices en lo que podría ser una radionovela de la época y siendo testigos, escondidos entre pomposos cortinajes de terciopelo, de las intrigas palaciegas del levantamiento que llevó a la Guerra Civil. Con el general Mora ("un patriota ejemplar demasiado sentimental") y Queipo de Llano (un "tolondrón") discutiendo entre canapés con un invisible (e impasible) Francisco Franco sobre el papel de la Falange y los militares ante la amenaza de Moscú. Con reflexiones espontáneas en el tren que bien podrían ilustrar un tratado sobre la España de la sinrazón: "Mire, padre, la gente no quema iglesias y conventos sin ton ni son. Nunca han quemado una taberna, un hospital ni una plaza de toros. Con lo que cuestan de prender, por algo será".

Si alguien hoy se atreviera a escribir (en tono serio) tal irreverencia tendría tantas posibilidades de convertirse en viral como en ser víctima de la censura de los bienintencionados de Facebook (apagón, gargantas profundas y hackeo incluido). Nos hemos instalado en lo grandilocuente del lenguaje sin ser capaces de discriminar el humor negro, la ironía o la provocación frente al fanatismo y el odio. Son las consecuencias de la polarización. Es lo que vende. Lo que trae clicks que se convierten en ventas y en votos. No hay fronteras. Ni contexto. Lo saben los gigantes tecnológicos y lo saben los partidos.

¿La estrategia del PP no era absorber a Cs y crecer por el centro? Lo del trienio negro suena a discurso del miedo, lo de comerse a Vox, a empacho. Y, ojo, el atragantamiento es la tercera causa de muerte no natural. ¡Elija usted el tono!

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