La colmena

Magdalena Trillo

mtrillo@grupojoly.com

25-N: Juana Rivas no es Ana Orantes

No nos podemos permitir dar pasos atrás ni abrir fracturas innecesarias en la lucha contra la violencia machista

El próximo 17 de diciembre se cumplen 22 años del asesinato de Ana Orantes. Trece días después de denunciar en Canal Sur que llevaba toda la vida aguantando las palizas de su marido, murió rociada de gasolina y quemada viva en la casa de Cúllar Vega que compartían. Había logrado divorciarse en 1996 -hasta 1981 ni siquiera era legal- pero la justicia la condenó a convivir con su maltratador en la misma casa. Su nieta la encontró calcinada.

El caso de Ana Orantes le puso rostro a la violencia machista: fue determinante para cambiar el Código Penal, obligó a las instituciones y a las fuerzas de seguridad a implicarse en la lucha por la igualdad -en todas las escalas y de forma coordinada- y nos abrió los ojos a todos. Luego llegarían las campañas de concienciación y los planes de igualdad. Y las frías estadísticas que nos dicen, año tras año, que no es un problema menor, que no está sobredimensionado y que no está ni superado ni en remisión -este año ya hay más víctimas mortales que en todo el ejercicio anterior-.

La violencia de género sí es de género. Que haya ayuntamientos como el de Churriana de la Vega que haya tenido la ocurrencia de celebrar el Día Internacional del Hombre no sólo es un "anacronismo machista", es una frivolidad que nos lanza a la prehistoria de la batalla por la igualdad y que da alas al ideario patriarcal de Vox torpedeando uno de los principales logros alcanzados en las últimas décadas en España: la unidad institucional contra la violencia de género y su consideración como un problema de Estado al margen de las luchas partidistas.

Debería aclarar el PP si en su disputa por el espacio ideológico y electoral de Vox va a renunciar a sus principios esenciales como partido democrático y constitucional y a su propia historia. Porque, más que la victoria (insuficiente) socialista, la noticia del 10-N se ha situado en las decenas de municipios en los que los populares han perdido el liderazgo de la derecha: ¿de verdad va a competir el PP con Vox con planteamientos retrógrados que nos apartan de las convenciones internacionales en un ámbito tan sensible?

Justo cuando España está a punto de dar un paso decisivo con la adhesión completa al Convenio de Estambul. Se ratificó hace cinco años y, a partir de 2020, los casos de violencia que se registrarán en los sistemas oficiales de seguimiento dejarán de reducirse a las relaciones sentimentales (actual o pasada) con el agresor. Se incluirán todas las formas de violencia contra la mujer (física, psíquica o sexual), los casos de acoso, las violaciones, la mutilación genital femenina, el matrimonio de conveniencia, el aborto obligado y la esterilización forzada. Por primera vez habrá datos oficiales y se podrá calibrar la gravedad del problema al margen de su recorrido judicial como ocurre ahora. Y, de nuevo, la legislación deberá adaptarse para introducir todos estos tipos de violencia como delitos.

Peldaños estratégicos por la igualdad que no pueden permitirse ni distracciones, ni confusiones interesadas ni descoordinación. Tampoco torpezas. Necesitamos unidad a nivel institucional, complicidad y responsabilidad por parte de los partidos y es fundamental que haya un movimiento social abierto, constructivo y de inclusión. Los colectivos feministas no pueden diluir su acción desdibujando la causa. Equivocando la batalla. No cuando nos estamos jugando en España si avanzar o retroceder.

Juana Rivas no es Ana Orantes. Su caso es tremendamente complejo y controvertido. Y tiene una condena judicial que, compartamos o no, es el reflejo de un Estado profundamente garantista. Tal vez sea el rostro de las muchas batallas, vacíos y lagunas que quedan por recorrer; pero resulta evidente que ha sido un error situarla como bandera del 25-N. Por el innecesario conflicto que se ha abierto entre las asociaciones feministas pero, sobre todo, por el malestar que ha causado en las familias que están sufriendo la violencia machista. Lo lamentaba este viernes la madre de Mar Contreras, la joven que fue asesinada por su exnovio de un tiro en Las Gabias. Un dolor innecesario; una fractura que no nos podemos permitir.

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