Es tanta la zozobra que provoca recibir continuamente informaciones contradictorias que nada extraña ya.

Tuvo que venir la pandemia y el miedo al contagio para que muchos se dieran cuenta de la labor de algunas profesiones.

Ahora más que nunca, son necesarios periodistas que saquen a flote su vena profesional y su carga de ética.

El final de las civilizaciones viene siempre precedido por una histeria colectiva y el imperio del hedonismo.

El boato de políticos, autoridades religiosas y ricos siempre ha sido utilizado para establecer diferencias.

El problema no es que abunde la necedad entre los dirigentes sino que nos tomen por necios a los que los soportamos.

La globalización y el comercio siempre han favorecido la expansión de las enfermedades.

La lectura de los que escriben artículos y entrevistas, son una fuente permanente de inspiración para mí.

Hay libros dedicados al perfecto idiota latinoamericano, al español y al global. Echo de menos el del idiota sostenible.

Vivir es adaptarse, de acuerdo, pero el llamado progreso a muchos les coge algo mayores.