Pasarela

Sara, la grandeza de una mujer sencilla

  • La bailaora, que está a punto de celebrar el 20 aniversario de su compañía, lleva 'Voces' en febrero a Fibes

Cuando era una niña su máxima ilusión era poder actuar sola en un escenario. Pero el consejo de su madre la hizo grande. "Debes saber esperar", le decía una y otra vez Concha Baras en su academia de La Isla. Y Sara esperó paciente. Y esa paciencia la convirtió pronto en una de las más grandes figuras de la danza española y, a la vez, en una gran mujer de sencillas costumbres.

La bailaora gaditana celebrará este verano el vigésimo aniversario de su primer proyecto: el Ballet Flamenco Sara Baras, una compañía que presentó de forma modesta el verano de 1997 durante la clausura del Festival Nacional del Cante de las Minas y que hoy, dos décadas más tarde, ha puesto en pie a los más grandes auditorios del mundo.

Lo que más trabajo le cuesta antes de iniciar una gira es despedirse de su hijo José, que ahora tiene cinco años

Su elegancia y su embrujo sobre el escenario eclipsan dentro y fuera de nuestras fronteras y no sólo cautivan a la crítica (como avalan sus numerosos premios) sino también al público, y prueba de ello es que sus espectáculos de danza, según la Sociedad General de Autores, llevan años siendo los más vistos en España.

Con su baile se ha metido en la piel de mujeres tan fuertes como Juana la Loca, Carmen de Bizet o Mariana Pineda, pero cuando se baja del escenario, tiene el don de dejar a un lado la grandeza de sus personajes para seguir siendo la misma Sara que revoloteaba en la escuela de danza de su madre; aquella niña que, con cierto pudor, zapateaba ante la mirada atenta de grandes genios como Paco de Lucía o Camarón de La Isla.

Ahora comparte con esos grandes nombres del flamenco su último espectáculo, Voces, un homenaje con el que ya ha recorrido el mundo y con el que llegará a principios de febrero (8 y 9) al escenario del Fibes de Sevilla. Esta vez no tiene que meterse en la piel de ninguna gran heroína, sino más bien despojarse de todo para mostrarse tal y como es. Sara lleva dos años con este espectáculo, con el que ha querido rendir tributo a los grandes maestros del flamenco; de Camarón a Paco de Lucía pasando por Antonio Gades, Moraíto, Enrique Morente o Carmen Amaya.

Es una persona agradecida a la que le gusta rendir pleitesía a sus maestros, a aquellos de los que mamó el arte, tal y como hizo hace algo más de una década con su espectáculo Sabores, con el que homenajeó a su primer referente en la danza, su madre. Sara es una mujer familiar a la que le gustan las cosas sencillas y que, de no haber sido bailaora, seguramente habría triunfado como pianista (una pasión que heredó de su abuelo). Le encanta la música clásica y es una enamorada del cine y la poesía. No sabe decir que no a un proyecto solidario, como ha dejado claro en numerosas ocasiones, y, cuando tiene tiempo, se entretiene (y los que la conocen dicen que no lo hace nada mal) con la cocina. Aunque, por encima de todo, la gran pasión de Sara es su hijo José, que ahora tiene cinco años, al que se encuentra muy unida, tanto que ha llegado a reconocer que en sus giras, cuando no puede tenerlo cerca "es como si me cortaran un brazo".

Y es que, aunque en la estantería de su casa tengan un sitio los más prestigiosos reconocimientos, desde el Premio Nacional de Danza hasta la Medalla de Andalucía o la Medalla de Oro de las Artes, está claro que a Sara lo que más le satisface es poder seguir siendo "una persona normal".

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