Sebastian Vettel rubricó una temporada casi perfecta con el segundo título de campeón mundial de la Fórmula 1. La receta del éxito del bicampeón más joven de la historia es compleja y se compone de diversos factores:

El piloto

El alemán dominó desde una principio. En 2010 falló en una par de ocasiones y dio sensación de impaciencia y de exceso de motivación. "El año pasado aprendió mucho sobre cómo ganar el título", opinó el jefe de equipo, Christian Horner. Con sangre fría y riesgo calculado, Vettel dejó atrás a todos los rivales en 2011, aprovechó los errores de los adversarios y no cometió apenas ninguno. "Confío en haber dado un paso adelante", dijo en una entrevista con la emisora de televisión alemana RTL. Lo ha dado con seguridad y pese a ello, sigue con hambre. "Sebastian no se da nunca por satisfecho con menos de lo que es posible", subraya el asesor deportivo de Red Bull, Helmut Marko.

El monoplaza

El RB7 de Vettel, al que dio el frívolo apodo de Kinky Kylie, es considerado lo máximo en la actual Fórmula 1. El coche maravilla del famoso diseñador Adrian Newey se adaptó bien este año a casi todos los circuitos. El bólido de Red Bull soportó hasta ahora las 892 vueltas y llevó siempre la meta a Vettel. "Me siento muy a gusto en el auto", afirmó el campeón, a quien el dueño de Red Bull, el austriaco Dietrich Mateschitz, quiere donarle el RB7 como regalo por el título.

La escudería

El campeón se ha ganado el corazón de su equipo con sus éxitos y su joven simpatía. "Podemos confiar unos en otros y tiramos de la misma cuerda", dijo Vettel. Como jefe puede ser también duro y alguna vez exige turnos nocturnos a sus mecánicos cuando algo no le gusta. Pero las experiencias conjuntas y la profunda confianza en las cualidades de Vettel han hecho a los "toros" casi imbatibles este año. "Hay ciertas situaciones en que el barco empieza a tambalearse, pero no perdemos el rumbo", elogió Vettel.

El patrocinador

El dinero del multimillonario Mateschitz ha impulsado de modo decisivo la historia de éxito de Vettel. Ya a los 12 años fue incluido en el programa de jóvenes promesas de Red Bull. Gracias a los millones del austriaco, el equipo se convirtió en el número uno de la clase reina del motor. Las acusaciones de que Red Bull, en contra de los acuerdos con todos los equipos, gasta mucho más dinero de lo permitido, acompañan a la escudería desde hace algún tiempo. Pero Mateschitz se ríe y se entusiasma con su excepcional piloto. "Sebastian es único", dijo hace poco a la agencia dpa.

Los rivales

El camino de Vettel al triunfo final se vio allanado por la falta de constancia de sus oponentes. Su compañero de equipo y rival, el australiano Mark Webber, no pudo sacar el máximo al RB7 como sí lo hizo Vettel, y el dúo de McLaren formado por Jenson Button y Lewis Hamilton falló demasiado a menudo. El español Fernando Alonso recibió de nuevo de Ferrari un coche insuficiente. "Cuando uno cruza la meta en primer lugar hay muchos motivos para estar contento. La mayoría de las veces es la confirmación de que se ha hecho un trabajo mejor que el del resto", opinó Vettel.