Ray & Liz | crítica Seff

La vida dura: cómo ir de la foto al cine

Una familia al límite. 'Ray & Liz', debut de Richard Billingham.

Una familia al límite. 'Ray & Liz', debut de Richard Billingham.

Del Billingham fotógrafo aún queda aquí demasiado, y el recurso del plano detalle, del encuadre delicado y la lírica microscópica hablan tanto del trabajo previo –la documentación de su propia familia– como de la insuficiencia presente: la dificultad de sostener la mirada, del trato con la duración.

No fue menos mala la infancia de Bill Douglas, tampoco se quedó corta la de Terence Davies –que también dejó que el celuloide inmortalizara a su sufrida madre–, pero ambos nacieron al cine como si éste empezara con ellos: una cierta pureza originaria desde la que narrar el despertar a la vida; milagros de la supervivencia. Billingham, por su parte, llega al mismo lugar con un parecido bagaje vital y un mayor dominio técnico, pero su autobiografía no supera la impresión de déjà vu, de valiosa mercancia con marchamo de cine de autor británico con inquietudes poético-realistas. Así, de las fotos de Billingham a su cine algo se amortigua y se pierde de vista. Posiblemente le haya faltado rodar “más feo”, como el bueno de Alan Clarke, con la focal corta, enseñando cómo los cuerpos atraviesan el espacio y agotan el tiempo, alguna diferencia en la repetición.