Crítica 'Torneranno i prati'

Trinchera del hombre

Torneranno i prati. special screening. Drama, Italia, 2014, 80 min. Dirección: Ermanno Olmi. Intérpretes: Claudio Santamaria, Alessandro Sperduti.

Presentada en verano del pasado año, la última película del maestro Olmi, a quien algunos habían enterrado antes de tiempo, pasó por debajo del radar de buena parte de la crítica y los festivales que reparten cada temporada los certificados de autenticidad, calidad y excelencia, no digamos ya de las academias o la distribución comercial.

Tras Centochiodi e Il villaggio di cartone sabíamos que Olmi se sentía igualmente cómodo y libre moviéndose en corto, en territorios modestos, en formatos pequeños, lejos de los estándares y dimensiones de la producción habitual, fiel a ese sobrio y sólido discurso humanista de raíz cristiana, aquí si cabe más franciscano que nunca, conciliado con la precisión de la escritura y el estilo que nunca le abandonaron.

Fuera de toda moda y oportunismo, Torneranno i prati es su película (en parte autobiográfica, su padre combatió en ella) sobre la I Guerra Mundial, un conmovedor ejercicio de cámara, verdadera sinfonía o réquiem de rostros (que nos miran de frente), acentos y objetos (cartas, recuerdos, fotografías…), de sufrimiento y dignidad, una elegía por el hombre pergeñada entre paisajes nevados de alucinada y fantasmal belleza nocturna y el interior zurbaranesco (cortesía del gran Fabio Olmi) de un refugio-trinchera.

Allí, bajo la tierra, en pleno invierno, mientras resuenan el eco de los morteros y retumban las paredes de tierra, acechados por las minas asesinas, los soldados desmoralizados palpan el miedo y la desesperación, el interminable tiempo de la espera, el sometimiento falaz a la cadena de mando, a esa falsa épica guerrera de la que esta película, como las mejores del género, no quiere saber nada.

Olmi se queda con esos rostros abatidos, con esos cuerpos febriles y descompuestos que anhelan volver a casa y reunirse con sus seres queridos. Fuera, una liebre o un zorro corretean y olfatean bajo la luz de la luna, ajenos a la barbarie, sobre unos prados cubiertos de nieve donde pronto crecerá de nuevo la hierba sobre los cadáveres olvidados. A ellos está dedicada esta película.

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