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El '7' de España es ¡Villa!

  • Brillante España arranca con una goleada frente a Rusia que confirma las buenas vibraciones en torno a esta selección Trigoleador El delantero del Valencia se convirtió en el arma letal del conjunto de Aragonés con tres tantos en su haber

España tienes motivos sobrados para sonreír. El combinado de Luis Aragonés no sólo arrancó en la Eurocopa con la ilusión en lo más alto gracias a su goleada frente a Rusia sino que, además, no se vislumbra ningún debate personal en el horizonte. Lo primero fue más o menos lo mismo que ya acaeciera en el partido inaugural del pasado Mundial con Ucrania como rival; lo segundo, en cambio, nada tiene que ver con entonces, ya que Raúl debe estar en su domicilio particular de vacaciones y no hay ningún motivo para poner en solfa que el verdadero 7 de España se llama Villa y encima marca los goles de tres en tres.

Es curioso este dato. En Alemania, en aquel estreno mundialista, se le privó al asturiano de semejante honor, de eso que los ingleses llaman hacer un hat trick, por la obligación de hacerle sitio a la vaca sagrada del fútbol español a pesar de que éste no se encontraba precisamente en su mejor momento de forma. Villa frunció el ceño cuando fue sustituido en el minuto 54 por Raúl tras anotar los dos primeros goles, pero se tuvo que conformar.

Ayer no había motivos para que el asturiano tuviera que abandonar el campo con premura. Luis Aragonés lo mantuvo sobre el césped durante todo el partido, la tristeza por la sustitución le correspondió a Fernando Torres y Villa, dos años después, le dio toda la razón a su seleccionador y se la quitó a quienes en la misma mañana de ayer le regalaban al presidente del Real Madrid, el omnipresente Ramón Calderón, una camiseta de la selección española con el número 7. Cierto que en la misma estaba serigrafiado el apellido del máximo mandatario madridista, pero el mensaje estaba lanzado al aire de nuevo para quienes quisieran recogerlo. Alegría para los informativos televisivos. Tal vez no cayeran en esa cátedra capitalina en que Villa se merece más que de sobras lucir ese 7 en el dorsal de su roja camiseta. El asturiano se encargó de corroborarlo con una verdadera exhibición goleadora frente a Rusia y hasta con un brillante pase picado a Xavi en la acción previa al tanto que completó el póquer.

España, sin embargo, no sólo fue la efectividad de Villa. El equipo de Luis Aragonés demostró en su esperanzador estreno que tiene más virtudes que carencias, aunque éstas, por significativas, pudieran lastrar su participación en esta Eurocopa centroeuropea. El once que ha ideado el veterano seleccionador es brillante de mediocampo hacia arriba. Sus futbolistas tocan la pelota como pocas selecciones son capaces de hacerlo, rápido y preciso, y encima sus puntas tienen movilidad, esa punta de velocidad que decide en el fútbol, para buscarle las espaldas a los defensas adversarios. Claro que existe un pero bastante significativo y éste se halla en una fragilidad defensiva alarmante, en la capacidad para convertir en un incendio cada colilla que sea arrojada por las cercanías del área de Casillas. Todo eso, que ya se barruntaba en las vísperas, se pudo comprobar en el primer encuentro de esta Eurocopa. La manta, lógicamente, no cubre del todo, pero de momento tapa lo suficiente para golear.

Porque España superó con un notable este primer examen y hasta tuvo la enorme virtud de empequeñecer tanto a Rusia que la selección de Hiddink llegó a parecer un rival menor. ¿Era tan endeble el adversario? Ni una cosa ni otra. Es verdad que los rusos no se acercaron a su nivel en ningún momento, pero es igual de cierto que el porcentaje de acierto de los españoles arriba fue letal y eso no hay quien lo resista en el fútbol de la contemporaneidad.

Tanto es así que el cuadro de Luis Aragonés parecía sumido en un mar de dudas con su arranque hasta que apareció por primera vez Fernando Torres. Le bastó con un desmarque de su delantero centro y con el instinto para pelear un balón que parecía perdido. ¿Regalo de Shirokov? Puede ser, pero había que ir a buscar ese balón y el madrileño lo hizo. Claro que después tuvo que ver por el retrovisor la llegada de Villa y éste se encargó de espantar mucho de los temores que existían previamente. España sufriría después, casi le regalaría el empate a Rusia en el balón que se fue al poste, pero apareció otro de esos futbolistas que desequilibran. Pase perfecto de Iniesta y segundo gol de Villa justo antes del ecuador.

La espectacular pegada de este espléndido grupo de jugadores se había impuesto a la evidente debilidad detrás. Tras el intermedio, la cuestión ya era no sufrir y España supo interpretar ese papel con solidez. Cuando Luis apreció el menor síntoma de desconcentración, se olvidó de los planteamientos de cara a la galería, sacó a un delantero, en este caso Fernando Torres, y buscó mayor control con Cesc en el campo. La estrella del Arsenal estuvo brillante en ese aspecto y hasta rubricó su notable actuación personal con el gol que cerró el partido.

España no llegó a sufrir casi nunca, incluso marcó el tercero para gozar de más tranquilidad si cabe a través de una nueva acción individual de Villa en una contra casi perfecta. De momento, por mucho que los españoles siempre nos manejemos con ese espíritu de la insatisfacción que engrandece mucho más los números del que figuran en el debe que los que se hallan en el haber, el estreno no pudo ser más llamativo. La apuesta de Luis Aragonés es la correcta, el 7 de España tiene un dueño más que merecido y, por si aún había alguna duda, se llama David Villa.

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