El triste sino de morir en el exilio
FRANCO: 50 AÑOS, 50 HISTORIAS [31/50]
La muerte de Franco será la primera desde 1885, cuando fallece Alfonso XII, de un jefe de Estado en España. En 90 años, mueren en el extranjero una reina, dos reyes y cuatro presidentes de la República
El 20 de noviembre de 1978, tres años después de la muerte de Franco, dos semanas antes de la aprobación de la Constitución Española, el rey Juan Carlos I se fundió en un histórico abrazo en Ciudad de México con Dolores Rivas Cherif, viuda de Manuel Azaña. Esta madrileña del barrio de Salamanca le dijo al monarca: “Cuánto le hubiera gustado a don Manuel Azaña vivir este día, porque él quería la reconciliación de todos los españoles”. Marcelino Oreja era entonces ministro de Asuntos Exteriores del Gobierno de Adolfo Suárez y contó que un día el Rey le dijo que “convendría ir a México”. “Oiga”, le dijo también el monarca, “¿pero no está allí la viuda del presidente de la República? Pues quiero ir a verla”. Puede que éste sea el adelanto de uno de los episodios más emotivos de las memorias que Juan Carlos I ha escrito desde su destierro inducido de Abu Dhabi.
Franco nunca viajó a México. No viajó casi a ningún sitio. Casi nunca salió de España, ni siquiera para morir. El 20 de noviembre de 1975 se rompía con una tradición que ya duraba 90 años: el 25 de noviembre de 1885, cuando Alfonso XII muere a los 27 años de un ataque de disnea, será la última vez que un jefe de Estado, hasta la muerte de Franco, moría en España. Desde entonces, a lo largo de casi un siglo, todos fallecieron en el extranjero. A Alfonso XII le coge con 11 años la Revolución Gloriosa que obliga a su madre, Isabel II, a huir a París, donde abdicará el 25 de junio de 1870. Con 17 años es proclamado rey por el general Martínez Campos en Sagunto y entra en Madrid en 1875. Muere diez años después en el Palacio del Pardo, el antiguo pabellón de caza de los Austrias y residencia invernal de los Borbones, que sería la residencia oficial de Franco. Los dos últimos jefes de Estado que murieron en territorio nacional.
Alfonso XIII nace en el Palacio Real de Madrid el 17 de mayo de 1886, seis meses después de la muerte de su padre. Proclamado rey el mismo día de su nacimiento, tomará las riendas en la regencia doña María Cristina de Habsburgo-Lorena, viuda de Alfonso XII. Con la proclamación de la Segunda República el 14 de abril de 1931, el monarca viaja en el crucero Príncipe Alfonso desde Cartagena a Marsella, pasa por Fontenaibleau, cerca de París, y se instala en el exilio de Roma. El 15 de enero de 1941, un mes y dos semanas antes de morir, abdica en su hijo don Juan los derechos de la Corona que nunca llegará a ejercer. Tres años antes nacía en Roma su nieto Juan Carlos. En 1980, los restos de Alfonso XIII fueron trasladados desde la iglesia de Montserrat de los Españoles de Roma al monasterio de El Escorial.
A los tres años de la muerte de Franco, Juan Carlos I abrazó en México a la viuda de Azaña"
Manuel Azaña, a cuya viuda abrazará en México el nieto de Alfonso XIII, muere en Montauban (Francia) el 3 de noviembre de 1940, diez días después del encuentro de Hitler con Franco en Hendaya. El 18 de febrero de 1949 fallece en Buenos Aires el primer presidente de la República, Niceto Alcalá-Zamora, nacido en Priego de Córdoba. Su hijo mayor se había casado con Ernestina Queipo de Llano, primogénita del general Gonzalo Queipo de Llano, cabecilla de la sublevación en la Región Sur. Las dos Españas en un enlace matrimonial. Queipo de Llano había sido jefe del cuarto militar de su futuro consuegro Alcalá-Zamora. El sevillano Diego Martínez Barrio ocupó todos los escalafones de la política: concejal del Ayuntamiento, presidente del Gobierno, presidente de las Cortes y de la República, primero de forma interina en abril y mayo del 36, en 1945 presidente de la República en el exilio. Muere el 1 de enero de 1962 en París. En 2000, sus restos llegaron al cementerio de San Fernando de Sevilla, donde comparte túmulo funerario con sus esposas Carmen y Blanca Basset. A la muerte de la primera, contrajo matrimonio con la segunda.
Además de un rey y tres presidentes de la República, en esos 90 años que van de la muerte de Alfonso XII en 1885 a la de Franco en 1975 mueren otros tres jefes del Estado en el extranjero. Por orden cronológico, el 18 de enero de 1890 muere en Turín, la misma ciudad donde nació, Amadeo de Saboya. El italiano fue elegido rey de España en una surrealista votación en la que le ganó a Antonio de Orleans, duque de Montpensier. Lo primero que hizo al llegar a España fue visitar la capilla ardiente de Prim, víctima de un atentado en la calle del Turco de Madrid el 27 de diciembre de 1870, protagonista con Serrano y Topete de la Gloriosa. Amadeo fue rey durante dos años, preludio de la Primera República.
El 9 de abril de 1904 muere en París Isabel II, 19 años después que su hijo Alfonso XII en quien había abdicado en la misma ciudad los derechos del trono. En París muere también Miguel Primo de Rivera, pero el dictador nunca llegó a ocupar la jefatura de Estado. Los tres presidentes de la Segunda República fallecen en el exilio. De los cuatro presidentes de la Primera República (Estanislao Figueras, Francisco Pi y Margall, Nicolás Salmerón y Emilio Castelar), sólo Salmerón morirá en el extranjero, mientras disfrutaba de unas vacaciones en Pau (Francia) el 20 de septiembre de 1908. Fue ministro de Gracia y Justicia cuando presidió la República Figueras; sus restos los trasladaron desde Francia al cementerio civil, donde reposan junto a los de Pi y Margall con este epitafio: “Dejó el poder por no firmar una sentencia de muerte”.
Dos de los cuatro presidentes de la Primera República (1873-74) son andaluces: Salmerón, almeriense, y Castelar, gaditano. Dos de los tres presidentes de la Segunda República también: Alcalá-Zamora, cordobés, y Martínez Barrio, sevillano. Franco acabó con una tradición casi centenaria. Y con otras: con él no hubo ni República ni Monarquía, dos formas de Estado de la eterna disyuntiva política que han sido cantera de jefes de Estado en el exilio. Dos Españas que se dieron en México un histórico abrazo. La viuda de Azaña murió 15 años después de conocer al rey Juan Carlos I en el país donde descansan los restos de Cernuda, León Felipe, Max Aub, Pedro Garfias, Buñuel y tantos miles de españoles.
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