España

Un santurrón diabólico

  • Oriol Junqueras. El ex vicepresidente catalán esconde tras su bonanza un fanatismo irreductible y sus oraciones en Estremera iluminaron la reedición de la mayoría independentista

El Gobierno del PP es una suegra insoportable". Con esta doméstica metáfora explicaba Oriol Junqueras (Barcelona, 11 abril de 1969) hace unos años a una familia sevillana que le sentó a su mesa una de su rosario de razones por las que quiere una Cataluña independiente. El ex vicepresident dijo sobre ese mantel cosas así de terribles, pero nadie, ni mucho menos el Gobierno del PP, se lo tomó en serio. Ni por lo que decía, que sonaba a pura entelequia, ni por cómo lo decía, con cara de erudito fabulador incapaz de matar una mosca.

Junqueras Junqueras

Junqueras / Rosell

Los votantes no le han hecho padre por su estancia entre rejas, pero está hecho un padrazo. "Hoy querría estar contigo y con los niños con más motivos que nunca, la casualidad ha querido que hoy haga cuatro años que nos casamos. Cuatro años intensos pero cuatro años de felicidad. Estoy convencido de que en breve saldré y os podré abrazar a los tres. Os quiero". El afectuoso cumplió ayer su cuarto aniversario de boda purgando su coherencia en prisión, donde esta recluido desde el 2 de noviembre acusado de rebelión, sedición y malversación para implementar ilegalmente una república catalana ignorando por completo a la parte constitucionalista, ninguneada y sometida a los designios de este mesías del catalanismo que ha consumado la reflotación de ERC, cuya presidencia asumió en septiembre de 2011 con la militancia harta de las luchas intestinas que en apenas tres años habían minado la dirección de Josep Lluís Carod Rovira primero y la de Joan Puigcercós después.

Las líneas redondeadas en su rostro, su aire abacial y su volumen corporal le confieren confianza visual, según los expertos en imagen, que destacan que cuando lo vemos por primera vez se le siente próximo. Lleva siempre trajes muy estructurados y colores sobrios, especialmente azules y grises, que le aportan seguridad. Su tono de voz grave y su gestualidad pausada han servido para mantener viva la llama del independentismo.

En abierta pugna con el ex president Carles Puigdemont tras romperse la coalición de Junts pel Sí (PDeCAT-ERC) que se presentó el 27-S de 2015, el candidato republicano presume de estar en prisión porque no se esconde mientras su antiguo jefe posturea desde Bruselas cual exiliado, demasiado timbre de gloria para un mero prófugo con el que su antiguo subordinado en prisión comparte aires mesiánicos. "Yo estoy aquí (en la cárcel agregó Junqueras), porque no me escondo nunca de lo que hago y porque soy consecuente con mis actos, decisiones, pensamientos y voluntad". "Hemos demostrado que damos la cara", insistió en una desveladora entrevista radiofónica desde Estremera. Sin embargo, su reclusión ha torcido el brazo ante el de Bruselas.

Suave en las formas, duro en el fondo, el faro del victimismo empezó a brillar con fuerza en el firmamento independentista -a lomos de su popularidad por apariciones en programas de cariz histórico- como cabeza de lista por ERC como independiente en las elecciones europeas de 2009. Seis años antes había formado parte de la lista de Esquerra al Ayuntamiento de Sant Vicenç dels Horts, donde residió desde los dos años.En las elecciones al Parlament de 2012 convierte a su partido en la segunda fuerza política de Cataluña tras el fiasco del tripartito con el PSC y pasa a ser socio indisociable de la entonces CiU para gobernar.

Su padre era catedrático de instituto y su madre, enfermera. Una monjas persuadieron a sus padres para que estudiara en el Liceo Italiano de Barcelona, donde cursó en ese idioma la formación obligatoria. Desde muy joven trabajó en el huerto y los campos de almendros y olivos que su familia tenía en Castellbell i el Vilar, en la comarca del Bages. Y pronto vio la luz. A los ocho años, cuando los niños andan preocupados por su equipo de fútbol o las vacaciones y sueñan con ser bomberos o astronautas, nuestro hombre, según su propia confesión, tenía clara su vocación: separatista.En su declaración ante la juez de la Audiencia Nacional Carmen Lamela, aseguró que nunca había participado ni promovido actos violentos en el proceso independentista, dado que es "creyente" y eso va "en contra" de sus principios. En Estremera, dice que pasa el tiempo dedicado "a la reflexión y, por suerte, como católico a la oración". Practicante, de misa semanal, con su aspecto bonachón podría pasar por angelote uno de los autores intelectuales del desafío secesionista.

De interlocutor privilegiado a poco digno de confianza, apuntan desde el Gobierno Rajoy. Su buena relación con la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, se fue diluyendo a medida que avanzaba un procés entre cuyos maquinistas está Junqueras, según un informe conocido ayer de la Guardia Civil, que sitúa en el puente de mando del viaje a ninguna parte a la número dos de la lista de ERC, Marta Rovira; al ex president Artur Mas y a la candidata de la CUP Anna Gabriel. En un segundo escalón estaría el llamado Comité Estratégico, donde se alineaba Junqueras con otras personas que "diseñaron, orientaron, dirigieron y controlaron" la implantación del plan soberanista. Un proyecto al que el supremacismo le ha ido echando gasolina y que trataba de pasar cual tanque sobre la mitad de la población de Cataluña.

Después de que el pasado 27 de octubre los 70 diputados independentistas y sus invitados cantaron Els Segadors y se juntaron con varios cientos de alcaldes independentistas para abrazarse tras la pseudo Declaración Unilateral de Independencia, Junqueras, historiador con una pretendida vis académica, aprovechó su discurso (íntegramente en catalán) para mencionar a Dios y los valores cristianos. Siempre se presentaba en sociedad bajo la rutilante etiqueta de profesor de Historia premoderna de Asia orientalo y montaba conferencias en el casino de su pueblo con un curioso reclamo: El señor Oriol Junqueras, el cual trabaja, entre otros cometidos, en los archivos vaticanos, explicará el mecanismo que se pone en marcha cuando muere un papa. La Capilla Sixtina, la fumata blanca, el Camarlengo, etcétera. Cena de pan con tomate. Precio: 4 euros. Conferencia-coloquio muy interesante y actual.

Eso de a Dios rogando y con el mazo dando le viene al pelo a ese candidato con cara de buen chico que gasta sumo desparpajo intelectual. "Los catalanes tenemos más proximidad genética con los franceses que con los españoles; más con los italianos que con los portugueses; y un poco con los suizos. Mientras que los españoles presentan más proximidad con los portugueses que con los catalanes y muy poca con los franceses". Así lo soltó en una columna en el diario Avui en agosto de 2008.

Obstinado, nuestro buen chico y el resto de máquinas encausados por el chapucero procés diseñaron una "estrategia de manipulación social" y preveía "incrementar el nivel de conflictividad según sea la respuesta del Estado". ¿Por qué el juez Pablo Llarena mantuvo en prisión a Junqueras, al ex conseller de Interior Joaquim Forn y a los líderes de la ANC y Òmnium y excarcelaba a los otros seis ex consellers? Porque considera que los cuatro presos preventivos hicieron una aportación estratégica "directamente vinculada con el ejercicio de la violencia".

Desde la cárcel, el adalid del paficismo beligerante pidió por carta "amor a los otros". Veremos el que le tiene a su antiguo jefe, al que Junqueras se comprometió a apoyar para ser investido si obtenía más votos, como ha sucedido... con la condición de que vuelva de su retiro dorado en Bruselas.

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