España

Cuatro monolitos recuerdan a las víctimas ecuatorianas de la T-4

  • Un año después del atentado contra el aeropuerto de Barajas se desconoce quiénes fueron los autores materiales

Cuatro monolitos con los nombres de los ecuatorianos Carlos Alonso Palate y Diego Armando Estacio, recuerdan en el aeropuerto de Barajas el atentado de ETA hace un año en la Terminal 4, donde ayer reinaba la normalidad, aunque empleados y pasajeros rememoraban cada minuto "el caos y el miedo" vivido ese día.

La situación en la Terminal 4 dista hoy mucho de la que se vivió el 30 de diciembre de 2006, cuando la explosión de una furgoneta bomba mató a dos personas, derrumbó en un 90 por ciento el módulo D del aparcamiento, destrozó los cristales de un 70 por ciento de la fachada y afectó a la mitad de la cubierta de las dársenas. Aún hoy se desconoce quiénes fueron los autores materiales del brutal atentado.

Desde las 09.00 , cuando explotó la bomba, y hasta las 13.00, la actividad en la Terminal 4 fue suspendida, los accesos cortados y los pasajeros que se encontraban en las instalaciones trasladados a las antiguas terminales y a las pistas.

Una situación que recordaba ayer un matrimonio de madrileños, que hace un año acompañaba a sus hijos para tomar un vuelo a Bruselas. "Llegamos una hora después de la explosión y nos quedamos parados a dos kilómetros de la terminal. No se podía acceder y sólo se veía humo y polvo".

Este matrimonio volvió ayer a la Terminal 4 a despedir a sus hijos, "porque todos los años se van el 30 de diciembre" y han estacionado en el módulo D del aparcamiento, "sin miedo", aunque han recordado lo sucedido mientras se dirigían al aeropuerto, "principalmente porque la radio no paraba de repetirlo".

La presencia de numerosos medios de comunicación en la Terminal 4 es el principal recordatorio del atentado de hace un año, ya que no se ha organizado ningún tipo de acto, a excepción del recuerdo a las dos víctimas por parte del capellán del aeropuerto en las misas celebradas.

Sin embargo, en la plaza 614 de la primera planta del módulo D y en el número 403 de la baja, cuatro columnas seccionadas siguen recordando el lugar donde perdieron la vida los dos ciudadanos ecuatorianos hace un año, como homenaje a las víctimas.

También los empleados del aeropuerto que hace un año estaban de servicio y que ayer también trabajaban no paraban de recordar lo que vivieron hace un año y los días posteriores a la explosión, que, dijeron, "fueron muy dolorosos hasta que se encontraron los cadáveres bajo los escombros y se volvió a recuperar la operativa normal".

El de la T-4 fue un atentado que además supuso la ruptura del alto el fuego que la banda terrorista había decretado el 22 de marzo y el final de un proceso que había ilusionado a millones de españoles y escandalizado a otros tantos. Con el atentado ETA dejaba atrás tres años y medio de causar muertos con sus atentados, desde que a finales de mayo de 2003 asesinara a dos policías nacionales en Sangüesa.

Zapatero ordenó "suspender" de inmediato todas las iniciativas para desarrollar el proceso de diálogo con ETA que estaba condicionado a que la banda demostrara su "voluntad inequívoca" de abandonar la violencia.

El descubrimiento en la localidad francesa de Cahors de la fábrica de explosivos de ETA, donde la banda terrorista experimentaba con nuevas sustancias que hicieran más potentes sus bombas hace pensar a los investigadores que el explosivo montado en la furgoneta que estalló en Barajas fuera ideado por Luis Ignacio Ireuretagoyena, detenido el pasado 1 de septiembre.

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