España

Una imagen vale más que mil mítines

La demoledora imagen de un lehendakari en el banquillo de los acusados bien podría sonar a epitafio político de Juan José Ibarretxe, pero la cercanía de las elecciones autonómicas y la insostenible imputación convierten a una presumible pesadilla en uno de los mejores sueños del aspirante a la reelección, que para más inri comparte proceso con el único candidato que puede desalojarlo del Palacio de Ajuria Enea, Patxi López, que ayer no sabía dónde meterse.

Desde que en octubre de 2006 se encendiera la mecha de este proceso contra el lehendakari y el secretario general del PSE al admitir a trámite la Sala de lo Penal del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco la querella del Foro de Ermua por las reuniones de ambos dirigentes con portavoces de la ilegalizada Batasuna durante el alto el fuego de ETA, tanto Ibarretxe como López han intentado esquivar su presencia en el banquillo argumentando que el único delito que se desprende de sus entrevistas con Otegi y los otros cuatro líderes de la izquierda abertzale que también están imputados es el de hacer su trabajo, como políticos que son: dialogar, que no es poco. Los abogados de las partes socialista y proetarra insistieron ayer en el archivo de la causa pero la defensa del lehendakari dio la campanada al reclamar ahora que Ibarretxe siga chupando banquillo para demostrar su inocencia. Tamaño volantazo no es de extrañar: estamos a poco más de un mes del arranque de la campaña más reñida que se recuerda en Euskadi y esa imagen de Ibarretxe ejerciendo de indignada víctima de una maquinaria judicial que pocos entienden será más rentable que mil mítines.

López, otro de los protagonistas de este sainete judicial, optó ayer por un segundo plano y un perfil bajo, como presa de un sentimiento de culpa por la ilusión que puso en un proceso que volvió a naufragar. Por culpa, entre otros, de un Otegi que ayer estaba tan ancho, como si su cobardía fuera ajena a la vuelta al kilómetro cero de la pacificación.

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