Elecciones. El candidato es el mensaje

Miguel Abellán, el matador del PP

  • Casado ha fichado como número 12 por Madrid a un torero mediático, ganador de una edición del concurso Mira quién baila. La actividad económica de los toros agoniza y el número de corridas ha caído un 57% en diez años

Miguel Abellán, con Pablo Casado y Adolfo Suárez Illana en la puerta de Alcalá en la presentación de la candidatura del PP por Madrid.

Miguel Abellán, con Pablo Casado y Adolfo Suárez Illana en la puerta de Alcalá en la presentación de la candidatura del PP por Madrid.

AUNQUE a uno no le interese lo más mínimo la fiesta de los toros, la biografía que escribió en 1934 Manuel Chaves Nogales de Juan Belmonte es una lectura obligada como retrato de la sociedad de una época. Un libro maravillosamente escrito. Como a Chaves Nogales no le interesaban mucho los toros, pero sí, y mucho, Belmonte , lo que descubrimos es a un personaje de una sensibilidad natural que rindió a la intelectualidad de la época con don Ramón (del Valle-Inclán) a la cabeza. Porque Juan Belmonte era bestialmente humano.

A lo que voy. Contaba Belmonte a Chaves Nogales lo que es el miedo. Contaba Belmonte a Chaves Nogales sus conversaciones con el miedo y, sobre todo, contaba las noches de vigilia antes de la corrida con el miedo venciéndolo y él deseando que alguna vez llegasen los socialistas y prohibieran de una vez los toros. Se hubiera decepcionado Belmonte. Los socialistas llegaron y no prohibieron los toros. Vemos que hace un siglo los aficionados también temían que su entretenimiento estuviera en peligro.

La diferencia entre entonces y ahora no son los animalistas ni el PACMA, aunque también, ya que el crecimiento del PACMAes exponencial en cada elección y ya salen en las encuestas como una posible presencia residual en el Congreso y con representación casi segura en la Europeas.

Pero, insisto, la diferencia entre entonces y ahora es que antes las corridas de toros eran multitudinarios eventos seguidos en la prensa por una gran mayoría de españoles. Ahora la fiesta de los toros no está en peligro por unas posibles prohibiciones, sino porque cada vez le interesa a menos gente. Según los datos del Ministerio de Cultura, el número de festejos taurinos en plaza con muerte del toro entre 2007 y 2017 cayeron un 57%. Cultura tiene contabilizados a 825 matadores de toros, pero en 2017 sólo 149 de ellos mataron algún toro. Un paro descomunal. Y esto es debido a que los empresarios no se arriesgan a enormes pérdidas de dinero. Más allá de lo que uno piense de lo que se hace con un toro en una plaza, el hecho es que se trata de una actividad económica, con todo lo que conlleva, agonizante.

Vox, en su palo castizo, ha visto un filón en la supuesta persecución y ha colocado a los toros como uno de los puntos fuertes de su mensaje. Para ello, además, ha colocado en sus listas a un matador de toros, Serafín Marín, y a un banderillero, Pablo Ciprés. El PP, en su estrategia de no dejarse comer el terreno a su derecha costumbrista y cortijera, se buscó rápidamente a otro torero. Incluso encontró uno de más caché, Miguel Abellán, que suma, como es tradición, a su condición de matador de toros el de su presencia asidua en la prensa del corazón por su romance con Natalia Verbeke. Incluso ganó la edición de 2014 del concurso televisivo Mira quién baila. A un torero se le presume ser buen bailarín. Dos pájaros de un tiro, si los animalistas me permiten el símil.

Abellán, como candidato, se las ha tenido que ver en entrevistas con Risto Mejide, que dejó en evidencia sus escasos conocimientos de todo lo que no fueran los toros, algo que Abellán reconoció limitándose a un “ya aprenderé”. Se puso como tarea evitar la despoblación de la España rural, aunque tampoco explicó cómo.En ambientes televisivos menos hostiles, Abellán ha asegurado que quiere ser “un referente” del mundo del toro en la política. Él sería el encargado por Pablo Casado, según sus palabras, de dar a conocer su profesión entre la gente joven, que es, precisamente, la más concienciada con el maltrato animal. Y al toro, con toda su tradición y su belleza, en la plaza besos no le dan.

En los años 80 a parte de la juventud española le dio por los toros. Uno de los grupos más populares de la movida, Gabinete Caligari, escribía letras de contenido taurino que todo el mundo tarareaba como Sangre española o Que Dios reparta suerte. Era una moderna reivindicación del chulapeo, el rock torero, que lo llamó Umbral. La más famosa fue La culpa fue del cha cha chá; hoy, los toros son tan modernos como aquel éxito. Y hablando de cha cha chá, quizá Abellán aporte más votos como el de Mira quién baila que como el valiente torero que sin duda es. Ya veremos si más cornás da la política.

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