Y después de Franco, con Pétain y Mussolini
FRANCO: 50 AÑOS, 50 HISTORIAS [23/50]
Hoy se cumplen 85 años de la entrevista de Franco con Hitler en Hendaya. El ‘Fuhrer’ le confesó a Mussolini que prefería “que le arrancasen tres o cuatro muelas” antes que repetir ese encuentro
La entrevista de Franco con Hitler en Hendaya, de la que hoy se cumplen 85 años, estuvo a punto de ganar el premio Planeta. José María del Val (Ciudad Real, 1951) quedó finalista con la novela Llegará tarde a Hendaya en 1981, año que se llevó el galardón Cristóbal Zaragoza con Y Dios en la última playa. El encuentro tuvo lugar el 23 de octubre de 1940 en el Erika, el tren especial del Führer. Fueron testigos del mismo los respectivos ministros de Asuntos Exteriores, Ramón Serrano Súñer, cuñado de Franco, y Joachim von Ribbentrop, que sería el primer dirigente nazi ahorcado en el proceso de Nuremberg. También estuvieron los traductores Paul Schmidt y Luis Álvarez de Estrada, barón de las Torres.
Hitler y Ribbentrop estaban ese mes de turné, como las folclóricas. El canciller alemán eligió esa fecha porque un día después, el 24 de octubre, tenía previsto entrevistarse con Philippe Pétain, el jefe de Estado de Francia, y una semana más tarde, el 28, con Benito Mussolini, a quien le confiaría que antes que volver a encontrarse con Franco “preferiría que le arrancasen tres o cuatro muelas”.
Fue una entrevista fantasma de la que no quedó prueba alguna ni sonora ni taquigráfica. Sólo “detalles de dudosa fiabilidad”, escribe Julián Casanova en su biografía del dictador, “sobre la valentía de Franco, el retraso del tren, una hábil treta del caudillo para desconcertar a Hitler… en vez de una conversación, hubo dos monólogos contrapuestos”. Franco llegó a la estación internacional de ferrocarril de Hendaya en el vagón de un ferrocarril fabricado en 1929 por la Sociedad Española de Construcción Naval que había sido utilizado en alguna ocasión por Alfonso XIII. Las presentaciones entre los protagonistas de tan misterioso y opaco encuentro las hizo Eberhard van Stohrer, embajador alemán en España. La Guerra Civil había terminado año y medio antes. Una semana después del encuentro, fallece no muy lejos, en el destierro de la población francesa de Montauban, el que fuera presidente de la Segunda República Manuel Azaña. El que siendo ministro de la Guerra ordenó el cierre de la Academia Militar de Zaragoza que dirigía Franco.
En un primer momento, con el país destruido por una larguísima Guerra Civil, Franco le había ofrecido por carta a Hitler la entrada en la guerra a cambio del compromiso de cesión de Gibraltar, el Marruecos francés y el Oranesado (región occidental de Argelia donde María Dueñas ha situado la acción de su última novela), amén de suministro de alimentos, petróleo y armas. La colaboración española se concretó, cuando la Segunda Guerra Mundial se hizo realidad, en los 45.000 soldados españoles que se incorporaron entre 1941 y 1943 a la 250 División de Infantería del Ejército alemán, conocida como la División Azul, para luchar contra la Unión Soviética. Hitler no vivió para conocer que casi dos décadas después de aquella entrevista de Hendaya, su interlocutor recibió con todos los honores en España a Eisenhower, el héroe del desembarco de Normandía de 1944, un año antes de que Hitler se quitara la vida.
El lugar donde Velázquez preparó la boda real y Unamuno puso fin a su destierro"
Hitler y Franco en Hendaya. Un punto geoestratégico fundamental. El río Bidasoa une esta población francesa con Fuenterrabía. Entre ambas se encuentra la isla de los Faisanes, escenario de las crisis y catarsis entre las vecinas España y Francia. En ella tiene lugar en 1463 la entrevista entre Luis XI de Francia y Enrique IV de Castilla; las condiciones que Carlos V impone el 13 de marzo de 1526, dos días después de casarse en Sevilla con su prima Isabel de Portugal, a su primo y adversario Francisco I de Francia tras derrotarlo en la batalla de Pavía; el intercambio de las princesas española y francesa Ana de Austria e Isabel de Borbón el 9 de noviembre de 1615 para casarse con Luis XIII de Francia y Felipe IV de España, respectivamente; las gestiones de Velázquez, pintor del rey y aposentador mayor de Palacio, para el encuentro en 1659 del cardenal Mazarino y Luis de Haro, valido de Felipe IV; y la preparación del viaje de este monarca hasta Hendaya en junio de 1660 para casar a su hija María Teresa de Austria con Luis XIV y poner fin a la Guerra de los Treinta Años. En agosto de ese año, agotado y exhausto, el autor de las Meninas y las Hilanderas falleció. Los detalles de estas bodas dinásticas los da Alain Hugon en el libro Felipe IV y la España de su tiempo.
En Hendaya vela armas Miguel de Unamuno cuando decide regresar de su autodestierro en Francia tras su abrupto paso por Fuerteventura. El escritor y filósofo prometió no volver mientras estuviera Primo de Rivera y ese año, 1930, el dictador dimite en enero y muere en marzo en el exilio de París. Lo sustituye Dámaso Berenguer, que decide restituir a todos los profesores expulsados en sus cátedras. Unamuno almuerza en el hotel Broca de Hendaya con Indalecio Prieto, según cuentan Colette y Jean-Claude Rabaté en su biografía. El alcalde de Hendaya, M. Lannepoquet, lo despidió en un lado del río; al otro lo esperaba con la banda municipal el alcalde de Irún con más de 5.000 personas que se cruzaron con los que salían de ver el partido de fútbol Real Unión de Irún-Real Madrid.
Hitler atendió algunas de las demandas de Franco. Fernando Lumbreras, en su novela Operación Drohne, cuenta la llegada al puerto de Sevilla el 7 de octubre de 1936 de dos buques mercantes alemanes que zarparon del puerto polaco de Szcezin, en el mar Báltico, el 30 de septiembre de ese año, con 267 militares alemanes con falsos pasaportes de turistas. En las bodegas transportaban 41 carros de combate, 28 cañones anticarros, 19 plataformas portacarros, 18 motocicletas y seis camiones taller.
Todo este material fue trasladado en trenes hasta la población cacereña de Aldea del Cano y depositado en el castillo de Arguijuelas de Arriba. La Operación Drohne (Zumbido en alemán) tenía el doble objetivo de adiestrar a las tropas rebeldes de Franco y probar nuevos materiales bélicos ante una hipotética Segunda Guerra Mundial que en 1939 pasó de la hipótesis a la realidad. El autor del libro cuenta esta historia real con el trasfondo del romance entre un soldado alemán y una joven cacereña. El almirante alemán Franz Wilhelm Canaris, que hablaba perfectamente español, habló de la operación con Franco en un encuentro que tuvieron en Salamanca. Canaris encargó varios submarinos a los astilleros de Cádiz. Más adelante, participaría en la fallida Operación Walkiria para acabar con la vida de Hitler.
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