España

Cuatro décadas de serpiente

  • Se cumplen 40 años del asesinato de José Pardines, el guardia civil que dio el alto a un vehículo en el que viajaban dos etarras que lo mataron a sangre fría

Un Seat 850 coupé con matrícula falsa se ve obligado a parar en un control de la Guardia Civil cerca de la localidad de Villabona. "Si lo descubre, le mato", dice Javier Echebarrieta a su compañero Iñaki Sarasketa en referencia al agente que trata de verificar la numeración del motor.

"Esto no coincide", asegura en voz alta el guardia civil de la agrupación de tráfico. Echebarrieta, de 22 años, saca la pistola y cumple su amenaza: un tiro en la cabeza y cuatro balazos en el pecho.

Es 7 de junio de 1968. El agente José Pardines, de 25 años, se convierte en la primera víctima mortal de ETA. El primer terrorista en matar es también el primero en morir: los dos etarras son perseguidos por la Guardia Civil y en un intercambio de disparos Echebarrieta es herido de muerte. Su compañero Sarasketa, entonces con 19 años, logra huir, pero es detenido al día siguiente. Muchos años después rememoraría en una entrevista lo sucedido el día en el que a ETA inició su loca orgía de sangre, terror y dolor.

Ayer se cumplieron 40 años del primer atentado con muertos perpetrado por la organización terrorista, y el tétrico balance en su pretensión de lograr la independencia del País Vasco asciende a 823 vidas segadas. La del guardia civil Pardines fue la primera y la de otro guardia es, hasta el momento, la última: Juan Manuel Piñuel murió el 14 de mayo al explotar una furgoneta-bomba frente a la casa cuartel de la localidad vasca de Legutiano.

Hace 40 años parecía que el terrorismo de una organización creada en pleno franquismo por un grupo de estudiantes vascos radicales casi 10 años antes, el 31 de julio de 1959, se iba a circunscribir a unas fuerzas del orden que identificaba con la dictadura. Y es que, poco después de los disparos contra el guardia civil de tráfico, ETA perpetró su primer atentado mortal premeditado: el 2 de agosto mató al policía Melitón Manzanas, conocido torturador, temido y odiado.

Pero pronto se vio que la organización que tiene como emblema una serpiente enroscada en un hacha no iba a limitar su violencia a nada ni a nadie: agentes de la Policía y la Guardia Civil, políticos, militares, autoridades, funcionarios de prisiones, periodistas, gente sin ningún tipo de distinción pública... y niños.

Los métodos: coches-bomba, disparo por la espalda, tiro en la nuca o a bocajarro, además de secuestros y extorsiones a empresarios. Tuvo un plan para matar al rey Juan Carlos y lo llegó a intentar con José María Aznar cuando era jefe de la oposición española.

Su mayor matanza fue la provocada por un coche bomba en el centro comercial Hipercor de Barcelona, que dejó el 19 de junio de 1987 el balance de 21 muertos y casi medio centenar de heridos. Ese mismo año, el 11 de diciembre, otro coche bomba contra la casa cuartel de Zaragoza mató a 11 personas, cinco de ellas niños, y dejó 40 heridos.

Son sólo dos ejemplos, porque desde 1968, sólo cinco años de la reciente historia de España pasaron limpias las hojas del calendario sin sangre derramada por ETA: 1970, 1971, 1999 -durante una treguas- y 2004 y 2005.

Golpeada por las fuerzas de seguridad y por la Justicia, que prescribió a Batasuna, su brazo político, y tiene sendos procesos de ilegalización abiertos contra dos partidos considerados sucesores, ETA ha regresado a un modelo de atentado, el del coche- bomba contra casas cuarteles de la Guardia Civil, que utilizó tanto en los temibles años 80, ésos en los que los atentados eran continuos y las víctimas parecían invisibles para la sociedad.

Aún no había manifestaciones masivas contra ETA, el temor a hablar de política en el País Vasco era aún mayor que hoy y desde otros países había aún movimientos izquierdistas que miraban a la organización terrorista con un cierto romanticismo, olvidándose de que España ya no era una dictadura y de que, ya en democracia, el argumento de la lucha antifranquista no tenía sentido.

Los atentados contra cuarteles policiales, dicen los expertos, los asimila mucho mejor el entorno etarra que los del balazo a quemarropa, como el que dos días antes de las elecciones generales del 9 de marzo costó la vida a un ex concejal socialista vasco.

El ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, señaló ayer en Cádiz que ETA está "más débil que nunca". Rubalcaba aseguró que el Gobierno está ganando la batalla a ETA, aunque aún tiene poder para actuar. Por ello, insistió en que hay que ser cautos y estar preparados.

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