Primer cara a cara de la legislatura Esperanzadora reunión durante más de dos horas en La Moncloa

La crispación entona el adiós

  • Zapatero y Rajoy escenifican la normalización de la vida política y alcanzan importantes acuerdos en el terreno judicial y en la lucha antiterrorista · Su único gran pulso se reduce al combate contra la crisis

"Las cosas han cambiado", el entendimiento entre el Gobierno y el principal partido de la oposición es "extraordinariamente positivo" y la previsión apunta a un clima "más sosegado". Palabra de José Luis Rodríguez Zapatero después de su novena reunión en La Moncloa con Mariano Rajoy, que han pasado de los garrotazos al duelo florentino y del pulso zafio al combate elegante y que han puesto a la crispación contra la pared, arrodillada ante los grandes acuerdos que alcanzaron en materia de Justicia y el renacimiento del consenso en la lucha antiterrorista, un panorama que se queda a un palmo de la categoría de idílico por obra y desgracia de la crisis, el último reducto de los desencuentros entre el presidente y el líder del PP.

El apretón de manos que se dieron ayer a las once de la mañana no se ha quedado esta vez -como las anteriores- en una formalidad hueca sin solución de continuidad, sino que se tradujo en un serio propósito de enmienda con una serie de acuerdos virtuales entre los que brilla con luz propia el que ha puesto los cimientos para la renovación del Consejo General del Poder Judicial -llevaba 20 meses en funciones- y del Tribunal Constitucional, tan devaluados por la burda lucha partidista. Amén de otros compromisos -modernización de la Administración de Justicia, con la implantación de la Oficina Judicial, impulso de los juicios rápidos penales y civiles, y la incorporación a la ley de la Carta de Derechos de los ciudadanos ante al Administración de Justicia- Rajoy puso el acento en que el acuerdo sobre el modelo de la Justicia sigue pendiente y se congratuló del consenso para endurecer las penas por delitos sexuales y la creación de un registro de pederastas para evitar casos como el de "la niña Mari Luz".

Otro significativo eslabón de la trepidante reconciliación entre Zapatero y Rajoy es la restauración de la suma fuerzas en la lucha contra la organización terrorista ETA. Es precisamente en este punto donde saca más pecho el presidente nacional del PP, que afirmó en su comparecencia en la sede popular de Génova tras la entrevista que Zapatero "ha aprendido" que no se debe negociar con los pistoleros. Es más, celebró la "vuelta a la esencia" del Pacto por las Libertades que suscribieron PP y PSOE en diciembre de 2000. Ha llovido -de todo- y la unidad en la lucha antiterrorista renace tras el último fiasco de un Gobierno democrático en pos de una solución civilizada. Fue precisamente con la ruptura del alto el fuego etarra humeante -el 11 de junio de 2007, a los cuatro días de que la banda rompiera la baraja que de facto ya había destrozado en Barajas seis meses antes- cuando Zapatero y Rajoy se habían reunido por última vez. Ayer sonaron violines, pero Zapatero, prudente, habló de "principio de entendimiento" con los populares y reiteró -como entonces aunque ahora tiene más crédito- que la única salida de los etarras que no quieran ir a la cárcel es hincar la rodilla. El presidente del Gobierno anunció, entre otras cosas, retoques legales para retirar placas y nombres de calles que exalten a los terroristas y el alejamiento y el control de los etarras que salgan de prisión para evitar nuevos episodios como el que se avecina con ese nuevo vecino del barrio donostiarra de Amara y de varias víctimas de ETA que saldrá de prisión el 2 de agosto. Muerto de hambre al parecer.

Faltó poco pero Zapatero y Rajoy no se fumaron ayer la pipa de la paz. La economía es el talón de aquiles de la normalización de la vida política en un país que empieza a creerse que la crispación ha pasado a mejor vida.

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