Las claves

Pilar Cernuda

Al borde del ataque de nervios

Los nervios de Sánchez, más intensos que los de los partidos que asumen una posible bajada, se deben a que Tezanos le traslada que los sondeos no tienen excesiva solidez

El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez , en un acto del PSOE en precampaña en Granada.

El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez , en un acto del PSOE en precampaña en Granada. / Alex Cámara

Pedro Sánchez se ha empeñado en una campaña tan exhaustiva, tan intensa, con mítines diarios y constantes entrevistas, que su equipo ha empezado a sentir los nervios, porque esa intensidad está mostrando cierto hartazgo ante la constante presencia del presidente en funciones.

En sus comparecencias de televisión, medio que conoce las audiencias minutadas, Sánchez ha provocado que los programas en los que ha intervenido hayan tenido menos seguimiento del habitual. Todo un dato para sus diseñadores de campaña: a partir de la semana que viene no tendrá tanto protagonismo en busca del voto, entre otras razones porque la atención va a estar centrada en la sentencia del Supremo y, en menor grado, en el traslado de los restos de Franco. Con un telón de fondo que interesa al ciudadano de a pie mucho más que lo que decida el Alto Tribunal o el levantamiento de la lápida: la economía. Es lo que de verdad inquieta a la mayoría de los ciudadanos, que han asumido que se avecina una nueva y grave crisis y no nos encontramos en la mejor de las situaciones para afrontarla.

Es la razón de que Pablo Casado, que ha optado por un perfil más bajo, se vuelque en las cuestiones económicas y exprese su preocupación por la falta de propuestas rigurosas. Acusa a Sánchez de hacer electoralismo con los números, empezando por la promesa de subir las pensiones acomodándolas al IPC, una decisión que según expertos y organismos podría quebrar el sistema, y siguiendo por aportar a las administraciones autonómicas las cantidades que les corresponden cuando, hace pocas semanas, antes de convocar elecciones, el propio Sánchez se remitía al informe de la Abogacía del Estado que advertía que un Gobierno en funciones y con presupuestos prorrogados no podía dar traslado a esas cantidades debidas.

Podemos y Errejón

Los dos partidos mayoritarios, sobre todo el PSOE, analizan minuciosamente los sondeos. Sánchez estaba convencido de que con el adelanto electoral incrementaría sensiblemente los escaños, como reacción al bloqueo de Cs y al descuelgue de Podemos para llegar a un acuerdo de Gobierno de coalición. Para el secretario general socialista, llegarían un número importante de votos que en abril habían sido de esos dos partidos. Los sondeos apuntan a que Cs efectivamente va a sufrir un notable bajón, pero en cambio no consideran que vaya a ser tan grave la caída de Podemos. Por ahora. Falta un mes para las elecciones y pueden cambiar las cosas pero hoy por hoy Podemos aparece en los sondeos menos castigado por Errejón que hace apenas dos semanas.

Con un dato que repiten en Podemos y en el PSOE: esos sondeos que auguraban para Errejón un número de escaños similar al que podría lograr Podemos... se hicieron antes de que se supiera en qué circunscripciones se iba a presentar Más País. Sólo ahora, que ya se conocen y después de haber elegido como candidato en Barcelona a un personaje gris y de trayectoria independentista, se ve a Errejón con menos posibilidades que cuando lanzó su Más País. Con un ingrediente más a tener en cuenta: el acercamiento de Manuela Carmena, principal valedora de Errejón, al PSOE. Su afán es ser ministra de Sánchez o Defensora del Pueblo.

Los nervios de Sánchez, más intensos que los de los partidos que también se enfrentan a una posible bajada, se deben en gran parte a que conoce bien la trastienda de los sondeos que se publican y su amigo Tezanos le hace llegar el recado de que lo que se publica hasta ahora no tiene excesiva solidez, que el sondeo importante es el que prepara el CIS con un número muy considerable de encuestas hechas de forma presencial y con un riguroso trabajo de campo, y que se hará público la semana anterior a que se inicie oficialmente la campaña electoral.Porque hay sondeos y sondeos. Los hechos por profesionales y los hechos por becarios, los que se hacen de forma aleatoria con teléfono y los que se realizan con un trabajo previo de selección para que alcance a diferentes clases sociales y con un número importante de encuestados en todas las circunscripciones. El entorno de Sánchez lo intenta tranquilizar con el argumento de que hasta ahora no hay motivo de preocupación porque algunas de las encuestas apenas han entrevistado a una docena de personas que se alinean con determinada ideología. Por trasladarle datos supuestamente fiables, hasta le han señalado que el PSOE está desmovilizado pero que se empiezan a ver signos de que, ante el miedo a que el incremento del PP pueda mandar a Sánchez a su casa, los votantes socialistas de abril, que se habían apuntado ahora a la abstención, pueden reaccionar acudiendo al colegio electoral.La movilización puede venir incluso de las propias encuestas: hay profesionales de larga trayectoria que afirman que algunos sondeos se usan como un elemento para influir en el voto. La izquierda que se apuntaba a la abstención podría acudir a las urnas ante el avance del PP, pero también antiguos votantes del PP desencantados con Casado podrían votarlo ahora ante la supuesta consolidación de Vox, que fortalecería a Sánchez al dividir el voto de la derecha.

En el último minuto

El dato en el que coinciden los profesionales demoscópicos es muy significativo: el voto se decide cada vez más tarde. Según datos que lleva tiempo manejando el CIS, en torno al 9% de los españoles dedicen su voto la última semana; y entre un 4% y un 5%, el último día. Todo esto explica no sólo que las encuestas hayan fallado en los últimos tiempos, con el añadido de que no es lo mismo hacer pronósticos sobre resultados cuando son tres partidos los que se presentan que cuando son siete u ocho, sino que los candidatos se sientan tan inseguros sobre los resultados y, como se dice coloquialmente, no les llega la camisa al cuerpo dando vueltas a lo que puede ocurrir la noche del 10 de noviembre.

El más tranquilo es Pablo Casado, tan malos fueron sus resultados en los comicios de abril...

El que se siente más tranquilo es Casado, porque fueron tan malos sus resultados en abril que sólo con conseguir una docena más de escaños ya puede presentarse como el hombre capaz de insuflar ánimo a un alicaído PP. Sánchez, en cambio, solo podrá apuntarse un tanto si alcanza 135 escaños; cualquier otro resultado impediría la suma de los partidos de izquierda. No quiere ningún acuerdo con los independentistas –eso dice ahora–, y siente vértigo ante una debacle de Cs porque a pesar de lo ocurrido en la legislatura anterior cree que ahora Rivera está en disposición de apoyarlo, si no con un acuerdo de coalición sí con un pacto de legislatura. Incluso cree que el propio Casado estaría dispuesto a impedir un nuevo bloqueo.

Esta última opción es la que prefiere Sánchez en caso de que el centroizquierda no sume: un pacto con el PP sobre asuntos de relevancia, incluidos los económicos –sobre Cataluña ya hay coincidencia en impedir veleidades independentistas– y que a continuación el PP permitiera a Sánchez gobernar haciendo oposición a las cuestiones menos conflictivas y más cotidianas.

Soñar no cuesta dinero, pero antes de que Sánchez sueñe con seguir al frente del Gobierno, habrá que esperar al 10-N y ver cómo reacciona el país ante asuntos que están a flor de piel: Cataluña, Franco... y la economía.

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