Pactos para formar Gobierno

Sánchez ya tiene el caramelo envenenado de ERC en la boca

  • El 94,6 de la la militancia de Esquerra da luz verde al trágala para la investidura

  • El socio disociador ya dinamitó el primer tripartito catalán y ahora resquebraja al PSOE

  • La posición del PP pierde consistencia entre contradicciones

La portavoz de ERC, Marta Vilalta, este lunes durante la rueda de prensa en la que ha dado a conocer los resultados de la consulta interna sobre la investidura de Pedro Sánchez.

La portavoz de ERC, Marta Vilalta, este lunes durante la rueda de prensa en la que ha dado a conocer los resultados de la consulta interna sobre la investidura de Pedro Sánchez. / Europa Press

Con los resultados del 10-N recién salidos del horno electoral se consolidaba un poco más el empantanamiento de la gobernabilidad, la balanza del bibloquismo seguía con su fiel empeñado en prolongar la incertidumbre. Al día siguiente se precipitaba Albert Rivera al vacío, arrastrando ulteriormente en su caída a casi todo el núcleo duro de Ciudadanos. Luego, el martes 12 de noviembre, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias daban la campanada fundidos en un abrazo surrealista dado lo todo lo acontecido durante un verano caliente de reproches y daban carta de naturaleza al poderío de los que quieren romper España y que, de paso, están haciendo también costurones en la homogeneidad del PSOE y en la del PP.

ERC no contempla en sus estatutos la figura de la consulta a las bases, una fórmula que parece revolucionaria pero que empieza a resultar manida con preguntas cocinadas al gusto del aparato del partido. La que ha planteado a su militancia este lunes era algo enrevesada: "¿Estás de acuerdo con rechazar la investidura de Pedro Sánchez si previamente no hay un acuerdo para abordar el conflicto político con el Estado a través de una mesa de negociación?".

Una cuestión que parte de un redactado trampa que obligaba a la militancia de ERC a posicionarse a favor de la investidura tanto con un no como con un

'Sí' abrumador de las bases de ERC

El 94,6% de la militancia, con una participación del 70% ha dado el sí a la investidura de Sánchez, mesa de negociación mediante, marcando el paso en el conflicto catalán al Gobierno de coalición entre PSOE y Unidas Podemos con las respectivas posiciones de partida muy claras, no así la salida. Los socialistas aseguran que se puede hablar de todo y que este diálogo en ciernes (este jueves tomarán contacto los equipos negociadores) siempre tendrá el dique de la Constitución, lo que no excluye el peligro de ahogamiento. Cuestión de tragaderas para el trágala. Lo ha dejado negro sobre blanco el vicepresidente del Govern, Carlos Aragonès, quien ha explicado en un artículo en La Vanguardia que defenderán el ejercicio a la autodeterminación de Cataluña, un referéndum "con un respaldo ciudadano amplio y transversal", y la amnistía para los soberanistas encarcelados. Sánchez ha despertado del insomnio con iglesias, pero el dinosaurio (ERC) sigue ahí. 

Se trata de la primera consulta interna a las bases de ERC desde 2006, cuando la formación preguntó a sus afiliados sobre el Estatuto de Autonomía tras haber participado en su redacción. La formación que dirigía entonces Josep Lluis Carod-Rovira tuvo que pasar, presionada por la militancia, de la opción por el voto nulo a la del no, un cambio de postura que hizo que el presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, destituyera a los seis consellers republicanos de su Ejecutivo, dinamitando el primer tripartito (PSC-ERC-IC-V) en Cataluña.

Está por ver qué ocurre ahora y hasta qué punto están dispuestas las dos partes a hacer concesiones, condición básica para que el Gobierno de Sánchez e Iglesias dure algo más que dos Telediarios. Si los nuevos Presupuestos Generales no prosperaran por la desafección del socio disociador, la opción de volver a las urnas la pondría el PP de inmediato sobre la mesa con vitola de caballo ganador tras ese hipotético fiasco de la izquierda.

El PSOE se está fracturando

El PSOE se está fracturando con el incierto viaje que inicia Sánchez este jueves. La vieja guardia está que trina, no sólo por la entente con ERC sino también por el maridaje con Unidas Podemos. Manuel Valls se ha sumado a la presión a Sánchez para que no avance con un Gobierno dependiente de ERC, uniéndose a socialistas históricos, filósofos y periodistas, entre otros, que han firmado un manifiesto para pedir un Gobierno de coalición entre PSOE, PP y Ciudadanos.

El PP también mantiene un rumbo incierto. Pablo Casado mantuvo durante toda la campaña electoral del 10-N un perfil bajo marcando distancias con todos, a derecha e izquierda, conflicto catalán incluido, eludiendo las refriegas. Una posición proverbial de Rajoy, que ha generado descoordinación en las filas populares.

Uno. La portavoz del PP en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo, ha venido proponiendo desde el minuto uno tras el 10-N un Gobierno de concentración con el PSOE y Ciudadanos, sin que quede claro si habla o no por boca de Casado, y dejando al frente de la oposición a Unidas Podemos, por un lado, y a Vox por el otro, con el consiguiente peligro de ser devorados por la extrema derecha.

Dos. El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo (cuyas relaciones, por cierto, con la portavoz son manifiestamente mejorables), ha propuesto facilitar la investidura de Sánchez si este rompía su acuerdo con Unidas Podemos y rechazaba cualquier concesión a los independentistas. Lo que evitaría al PP tener que gobernar en alianza con Sánchez como fuerza minoritaria del Ejecutivo y le permitiría al tiempo seguir liderando la oposición.

Tres. El número dos de Génova, Teodoro García Egea, emite mensajes que no coinciden ni con uno ni con otro.

Cuatro. Y Casado se sienta como Rajoy a verlas venir y con ellas el cadáver de sus enemigos; ofrece con la boca pequeña pactos puntuales a Sánchez en aras de la gobernabilidad y un extraño pacto de investidura vía Ciudadanos para evitar la "deriva independentista".

Más exigencias de ERC

"La situación ha cambiado mucho desde julio (cuando Iglesias frustró por segunda vez  la Presidencia de Sánchez) y ahora está muy claro que rechazaremos la investidura, a menos que haya una mesa de negociación para resolver el conflicto entre Cataluña y España. Cuando esto suceda reconsideraremos nuestra actitud", pregona Oriol Junqueras desde la cárcel.

ERC ha dejado pegado su pie al acelerador. Su última exigencia: que lo que salga de esa mesa de partidos acabe sometiéndose a un referéndum, tal como recoge el artículo que Aragonès publicó el domingo La Vanguardia.

Moncloa confía en que el partido independentista rebaje las expectativas iniciales y admite que también el PSOE deberá dar pasos para allanar el tránsito del no a la abstención de los independentistas de ERC.

Con Jxcat no hay nada que hacer: su programa de máximos es inasumible de entrada: reclaman al prófugo ex president Carles Puigdemont como interlocutor y un relator internacional para avalar la investidura. 

La negociación que se avecina es una caja de pandora, que se puede llevar a algún líder más por delante de la mano de ese voraz socio disociador que se ha echado Sánchez a la mochila. Después de conseguir que todo el PSOE dé vía libre a negociar de tú a tú con ERC -cosa impensable hasta poco tiempo-, los republicanos están redoblando el órdago y exigen negociar de Gobierno a Gobierno, calendario y garantías de que lo acordado no sea papel mojado.

Sánchez juega con fuego con unos socios disociadores que ya le han hincado el diente y que le acaban de poner el caramelo envenenado en la boca. La digestión se la van a hacer muy pesada entre unos y otros.   

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