Después de perder las elecciones generales y de la crisis más grave del PP desde la refundación del partido, Mariano Rajoy ha conseguido salir airoso del XVI Congreso en el que fue reelegido presidente de los populares y proclamado además como candidato a la Presidencia del Gobierno.

En los cien días que han transcurrido desde que José Luis Rodríguez Zapatero fue investido presidente del Gobierno, Rajoy ha hecho frente al debate interno abierto en el PP a cuenta de su liderazgo, pese a lo cual ha tratado de continuar con su labor de oposición, principalmente en materia económica.

Sus relaciones y las del PP con el Gobierno han mejorado en este periodo, en el que ha habido un tímido acercamiento entre socialistas y populares en asuntos que hasta ahora les tenían muy distanciados, como la política antiterrorista.

Su aparente acercamiento podría culminar el próximo día 23 en el encuentro que mantendrán el jefe del Ejecutivo y el líder de la oposición en el Palacio de la Moncloa.

Los inicios de la legislatura fueron difíciles para Rajoy, que vio como, pese a sus intentos y los de sus más cercanos colaboradores por hacer oposición, sólo había "lunes negros" y días llenos de críticas hacia su liderazgo al frente del PP.

Se fue Eduardo Zaplana y después Ángel Acebes. Rajoy acababa así con prácticamente toda la vieja guardia de José María Aznar, con quien también ha tenido sus más y sus menos.

Primero fueron los amagos de Esperanza Aguirre de presentar una candidatura alternativa y después los de Juan Costa. Al final ninguno dio el paso.

Gabriel Elorriaga, Ignacio González, Carlos Aragonés, Gustavo de Arístegui, Alejo Vidal Quadras y Alejandro Ballestero expresaron en público sus dudas sobre la continuidad de Rajoy.

Pero quien perdió la confianza del todo en él, hasta el punto de anunciar que no continuaría en el PP vasco, fue María San Gil, uno de los varapalos más duros para el líder de los populares.

Otros, sin embargo, pasaron a situarse en la órbita más cercana a Rajoy, como Alberto Ruiz-Gallardón, rival de Aguirre y que ahora forma parte del reducido núcleo de poder del PP.

Rajoy consiguió mantenerse y llegó como único candidato al Congreso de Valencia, del que salió reelegido presidente del PP y candidato a la Presidencia del Gobierno, en virtud de algunas reformas introducidas en los estatutos del partido.

Ganó con el apoyo de un 84 por ciento de los compromisarios que ejercieron su derecho al voto en el Congreso, aunque 409 votaron en blanco, y renovó su equipo al nombrar a María Dolores de Cospedal secretaria general y a Ana Mato, Javier Arenas y Esteban González Pons, vicesecretarios generales.

El tiempo de descanso fue mínimo ya que seguidamente los populares afrontaron el Congreso de Cataluña.

Ante la imposibilidad de que Daniel Sirera y Alberto Fernández Díaz alcanzaran un acuerdo y unieran sus candidaturas, la dirección nacional del PP impuso una candidata de consenso -la senadora Alicia Sánchez Camacho-, que se enfrentó a Montserrat Nebrera y ante la que ganó sólo con el apoyo del 56,72 por ciento de los compromisarios.

Un cónclave más tranquilo fue el del País Vasco, en el que Antonio Basagoiti salió elegido con el 82,3 por ciento de los votos válidos, pero que supuso la despedida de María San Gil.

La economía ha sido el principal campo de oposición del PP en estos cien días.

Así, Rajoy ha propuesto al Gobierno medidas económicas para salir de la crisis, ha reivindicado la herencia ahora "dilapidada" que dejó el PP y su "magnífica gestión económica" durante ocho años y ha criticado la ausencia de medidas urgentes.

Aunque Zapatero tiene como principal asunto a tratar el día 23 la renovación de las instituciones judiciales y Rajoy la economía, el líder de la oposición ha mostrado su disposición a "hablar de todo". Después de más de un año sin reunirse, habrá foto, pero ¿habrá acuerdo?.