Dos votantes cogiendo sus papeletas.

Dos votantes cogiendo sus papeletas. / alberto estévez / efe

En una jornada con una alta participación (más del 80%) quedó muy claro que hay dos Cataluñas sin puentes, por si alguien lo dudaba. Dos mundos paralelos. La Cataluña no independentista vio que por vez primera un partido constitucionalista, Ciudadanos, era el más votado. Pero fue una amarga victoria: Arrimadas no tiene mayoría suficiente para gobernar. La Cataluña independentista podrá volver a la Generalitat, con la alianza de Junts per Catalunya, ERC y la CUP. Sin embargo, no han superado el 50% de los votos. La independencia carece de legitimidad, además de ser ilegal.

Ciudadanos podría estar de fiesta, pero no es fiesta mayor. Por primera vez ha sido el partido más votado en una comunidad autónoma, en la que tuvo su cuna y su rampa de lanzamiento. Ayer pusieron sobre la mesa sus cartas para poder participar algún día no demasiado lejano en el Gobierno de España.

El bloque constitucional perdió en el intento de arrebatar el poder a los independentistas

Pero el bloque constitucional perdió en su intento de arrebatar el poder a los independentistas. El aumento de Ciudadanos se cimentó en el voto útil constitucional, sin llegar más allá. Miquel Iceta tampoco consiguió traducir la supuesta transversalidad del PSC en escaños, y no pasó de la mediocridad. El PP fracasó rotundamente con Xavier García Albiol y Andrea Levy, como estaba cantado. El PP no sólo ha pagado los platos rotos del procés ante la Cataluña del seny. Sobre todo ha pagado una década de incomprensión hacia lo que se gestaba en Cataluña. Si Rajoy no pone sus barbas a remojar será porque sigue sin enterarse.

En la parcela independentista, el prófugo Puigdemont le ganó al preso Junqueras contra pronóstico. Entre lo malo y lo peor, sucedió lo peor. Sólo algunas encuestas alertaron de ese riesgo. El presunto presidente de la Generalitat será detenido si vuelve; y si no vuelve, alardeará de una cierta legitimidad en el exilio surrealista de Bruselas.

En ERC están de luto técnico, porque saben que Junqueras no saldrá fácilmente de la cárcel y han perdido su oportunidad de poner a alguien de los suyos al frente de la Generalitat. A la CUP le habrá quedado claro que incluso en el mundo loco del independentismo ha chirriado. En cuanto a los comunes de Pablo Iglesias y Ada Colau, en vez de conseguir la llave de la Generalitat, se quedan en la irrelevancia.

Inés Arrimadas y Carles Puigdemont serán hoy los candidatos menos descontentos. Algunos ilusos preguntaban: ¿volverán ahora las empresas que trasladaron su sede para encontrarse con el mismo escenario?

Ayer no ganó nadie. Perdió Cataluña. Y también España.

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