César Saldaña | Director general del Consejo Regulador del Jerez y la Manzanilla

"El único lugar donde no debe estar una botella de vino es en un museo"

César Saldaña

César Saldaña / M.G.

César Saldaña Sánchez (61 años) tuvo formación financiera en la Universidad Complutense. Salió y trabajó dos años en la prestigiosa auditora Arthur Andersen. Después su destino se vinculó a las bodegas del Marco de Jerez, especialmente González Byass, hasta que hace 18 años recaló en el Consejo Regulador del Jerez y la Manzanilla. Conoce el vino y lo da a conocer, ya sea en la Sherryfest de Nueva York o en una exposición pictórica en la que el vino sea el protagonista, un producto que marca el carácter de comarcas enteras.

-"El vino, ¿qué tiene el vino que alegra las penas mías?", se preguntaba la conocida sevillana de Los Romeros de la Puebla. ¿Tiene usted respuesta para ello?

-El vino es un elemento cultural que acompaña a la humanidad desde tiempos remotos. ¿Qué tiene el vino? Pues, de un lado, un valor alimenticio, como alimento que es, a lo que hay que unir otros valores tales como el ceremonial y el hecho de que se erige en un vehículo de comunicación entre los seres humanos y lo trascendente.

El vino ha sido inspiración de multitud de artes, incluso del urbanismo de muchas ciudades"

-¿Qué vincula el vino con el hombre, con la tierra, con su vida?

-En el caso que me ocupa, que es el jerez, puedo decir que es la identidad de una comarca, una identidad que ha moldeado nuestra singularidad, que se trata de algo mucho más que un negocio. El vino no es sólo negocio, pero tiene que serlo porque se erige en el sustento de muchas familias, es cultura... El único lugar donde no debe estar el vino es en los museos.

-Pese a ello, aunque el vino no deba estar en los museos, coincidirá conmigo en que hay mucho coleccionista de botellas por el mundo...

-El vino es un producto de consumo que debe ser bebido, que es para lo que se cría. Y, ciertamente, también hay quien hace de la cultura del vino parte de su vida y colecciona botellas; eso sí, botellas con una historia detrás de cada una de ellas.

-¿Cuáles son a su juicio las razones por las que el vino ha sido fuente de inspiración de algunos versos que decoran la Alhambra y a ser motivo de inspiración para los mejores poetas?

-Este producto concentra en sí multitud de facetas. Da para mucho, como por ejemplo para gozar de una historia milenaria y erigirse en el protagonista en todo tipo de manifestaciones artísticas. Es algo patente que el vino ha inspirado, de forma fascinante, literatura, edificios increíbles, fiestas, ceremonias, el mismísimo cante y hasta el urbanismo. Por ejemplo, Jerez, Sanlúcar y El Puerto son distintas a otras muchas ciudades por la persistencia de una actividad milenaria. El vino nos ha hecho distintos. Ni mejores ni peores, pero sí distintos.

-¿A qué tipo de retos se enfrenta el mercado del vino en estos tiempos que corren?

-La pervivencia de estos rasgos pasa por la rentabilidad. Ya se lo señalé con anterioridad. El vino debe ser un negocio. Es indispensable. De esta forma los rasgos antes descritos podrán ser mantenidos. En el sector del jerez hemos vivido momentos mejores y también peores. No es verdad que cualquier tiempo pasado fue mejor. Ahora estamos viviendo un momento ilusionante. No en vano cada año hay más bodegas, hay nuevas apuestas, nuevos productos, más creatividad... En estos últimos años estamos viviendo un incremento de la actividad muy interesante. El camino a seguir es la calidad y vender a precios adecuados.

-Los vinos andaluces, y sobre todo el jerez, son productos muy especiales. ¿Es algo que considera que juega a favor o, por el contrario, es una desventaja?

-Los vinos peculiares, con una gran identidad, tienen una cosa buena y otra mala. Se trata de productos diferenciados. Nosotros no imitamos a nadie. Es más, somos nosotros los imitados. Pero por otra parte esos vinos deben ser explicados. No en vano estamos ante unos productos que se han mantenido fieles a su esencia a lo largo de los siglos. Por ejemplo, los vinos blancos y tintos se hacen por todo el mundo siguiendo las tradicionales técnicas francesas. Pero nosotros hacemos las cosas de forma distinta. Es por ello que tenemos que apoyarnos en expertos, sumilleres, prescriptores y en un buen cuerpo de embajadores que ayuden a acercar esta maravilla.

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