Rosa Gómez | Vicepresidenta de la Federación Feminista Gloria Arenas

“Esta sociedad convive y protege la violencia”

Rosa Gómez.

Rosa Gómez. / Jesús Mérida

La desigualdad no es un tema menor. “Es un problema de salud pública, de educación, de justicia, de seguridad, ahí están todos los ministerios y las consejerías implicadas y yo les preguntaría, ¿qué están haciendo para responder a estos problemas de falta de educación en valores, de carencia de formación adecuada en jueces y juezas para dictar sentencia?”, considera Rosa Gómez. “Las leyes de igualdad no se están aplicando cuando se requiere y eso se está viendo en los casos más mediáticos”, agrega esta activista feminista que demanda la construcción de un modelo social y político de igualdad definitivo.

–¿Por qué hay que trabajar todavía para que la igualdad entre mujeres y hombres sea una realidad?

–Es difícil de entender. Tienes que hacer un ejercicio de análisis para decir qué está pasando para que, cuando parecía que íbamos en un proceso de avance y que no podía ocurrir un paso atrás, se esté produciendo este retroceso. La gente joven tiene mucha información y hay más educación en igualdad, pero también es verdad que hay regresiones fuertes.

–¿Las mujeres están reaccionando?

–A partir del Tren de la Libertad de 2014 y, sobre todo, de este 8 de marzo, considero que estamos en la cuarta ola del feminismo. Y las olas han sido históricamente respuestas de las mujeres ante situaciones de retroceso. Las jóvenes se están dando cuenta de que esa igualdad formal no está garantizada en esta sociedad y nos hemos encontrado en la calle mujeres de todas las generaciones. Hay reacciones a nivel internacional.

–Sin embargo, dicen que la igualdad ya existe...

–Hemos conseguido leyes, pero luego no se aplican, hemos conseguido declaraciones institucionales muy avanzadas, pero que se van vaciando de contenido y cuando los operadores jurídicos las tienen que aplicar no lo hacen y lo hemos visto con la sentencia de la Manada. Lo vemos con Juana Rivas. Estamos hablando incluso de una violencia institucional. Ese avance legal es a nivel internacional, hay tratados suscritos por España en los que el Estado tiene la responsabilidad de garantizar el ejercicio de estos derechos de igualdad y no se cumplen, como en el caso de Ángela González, el padre asesinó a su hija y terminó ocurriendo lo que ella estaba denunciando sistemáticamente. Hay leyes que definen la violencia de género y sistemas de protección y, sin embargo, están asesinando a las mujeres, una y otra vez. Y la están asesinando los que habían declarado hacerlo. En otro tipo de delitos se cuenta y no se cree. Estamos conviviendo y legitimando de alguna manera esta violencia.

–¿Por qué sigue pasando ante nuestras narices?

–En definitiva es una vuelta al origen del sistema patriarcal y, por ello, hay un malestar enorme entre las mujeres, de ahí la generación de la cuarta ola. El feminismo es el movimiento teórico y social que está interpelando al sistema capitalista y patriarcal. Está poniendo nombre a esos malestares.

–¿Cuáles son esos malestares?

–Uno de ellos y en el que se está cebando especialmente el sistema es la explotación sexual, reproductiva y de cuidados. Se está agrediendo a las mujeres en manada, como un derecho que ellos mismos se autodenominan, comparten esa demostración de poder, de sometimiento, desprecio, humillación y violencia, se hace en grupo y se presume de ello y esta sociedad convive con eso y, más aún, lo protege. Y lo hemos visto con la sentencia de la Manada. También está aumentando de manera desorbitada el consumo de prostitución, que para el movimiento feminista es directamente violencia de género. Al 43% de los hombres les parece normal acceder a una mujer con dinero. Existe esa tolerancia social. Por otro lado, está entrando con una intensidad tremenda el alquiler de mujeres para concebir.

-Verano, fiestas populares, ferias... ¿son momentos propicios para la agresión a la mujer?

–Ocurren, pero es verdad que se conoce una parte muy pequeña de ellas. Un mínima parte son las que llegan a ser conocidas porque se denuncian o hay testimonios de la policía.

–¿Muchas víctimas se callan por vergüenza?

–No se denuncian en primer lugar por miedo al agresor y luego por vergüenza o miedo a que te consideren culpable. Hay un 41% de los hombres que responsabilizan a las mujeres de la violencia sexual, según una encuesta nacional realizada por la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género. Por ejemplo, el consumo de alcohol se considera un eximente en un hombre y un agravante en una mujer, porque es la mujer la que ha perdido el control y está expuesta a que la agredan sexualmente.

–Sigue siendo la mujer un objeto a disposición del deseo del varón...

–Desgraciadamente, sí. Parece que todos los hombres tienen derecho a acceder al cuerpo de las mujeres. Este es uno de los elementos fundantes del patriarcado y ahora se está volviendo a poner sobre la mesa. Las mujeres hemos ido accediendo a espacios de educación, empleo y esta reacción del sistema patriarcal ha ido al núcleo, a la apropiación de la capacidad sexual y reproductiva de las mujeres. Las prácticas sexuales, por ejemplo, siguen patrones masculinos que los chicos han aprendido en la pornografía, que roza la violencia de género, si no muchas veces está de pleno en ella, y que no tiene en cuenta el derecho al propio placer de las mujeres.

–¿Cómo se pone freno a esta cosificación de la mujer?

–Hay una responsabilidad muy grande de todos los poderes públicos que no se está ejerciendo. En la enseñanza no hay coedudación ni educación afectivo sexual en las edades más importantes, de los 12 a los 16 años. Si los adolescentes pasan por un proceso educativo y salen así, es un fracaso de la educación. Hay que tomarse la igualdad muy en serio.

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