Salvador Sobral | Músico

“Llevo en mi personalidad la melancolía del portugués”

Salvador Sobral.

Salvador Sobral. / Javier Lizón / Efe

El éxito en Eurovisión con Amar pelos dois en 2017 llevó a Salvador Sobral (Lisboa, 1989) a una dimensión muy distinta de los clubes de jazz que frecuentaba tanto en Portugal como en España. Su salud, sin embargo, se resentía ya entonces e hizo necesario un trasplante de corazón. Su recuperación se tradujo en un estado creativo de altura que ha dado fruto en su último disco, bpm (acrónimo del inglés beats per minute), que tras presentar en los Veranos de la Villa de Madrid viste de largo este domingo en el Teatro Cervantes de Málaga.

-Comenzó a trabajar junto a Leo Aldrey en la composición de su nuevo disco un mes antes del estallido de la pandemia. ¿Habría sido el resultado muy distinto sin el coronavirus?

-Creo que si no hubiese habido pandemia yo no habría tenido la fuerza para componer todo un disco, porque por un lado estaría dando conciertos por todas partes y no tendría tiempo, y por otro lado porque soy muy susceptible a todo el tipo de estímulos exteriores. Pero con la pandemia no había nada mas que hacer que componer y componer. Y eso hicimos.

-El disco es muy diverso tanto en lo musical como en lo lingüístico. ¿Hubo muchos descartes hasta llegar al resultado final?

-Teníamos muchas semillas de canciones. Tuvimos que seleccionar de entre esas semillas las que nos gustaban más y que tenían sentido juntas. La idea era en todo momento buscar una nueva identidad sonora y componer canciones que respetaran eso.

-Dentro de esa diversidad, ¿admite la influencia del tropicalismo? Caetano Veloso es una referencia bien visible en bpm.

-Pues sí, desde luego, Caetano está siempre. y, componiendo todo con un venezolano como Leo Aldrey es inevitable que el disco tenga un lado tropical. Por mi parte, siempre escucho muchísima música brasileira, sobre todo de la fase del tropicalismo.

-El disco contiene canciones en portugués, español e inglés. ¿Es la música la que pide el idioma?

-Muchas veces, cuando empiezo a componer por la letra, me sale el portugués. Pero cuando empezamos a hacerlo por la música es ella la que sugiere una lengua. Ese fue el caso de Paint the town, la armonía me sonaba anglosajona y escribí la letra en inglés.

-Su voz ha ganado también un registro más amplio. ¿Siente que, conforme va creando nueva música, domina el instrumento con más soltura?

-Sí, siento que ahora estoy totalmente recuperado vocalmente del transplante de corazón. Estuve varios años trabajando duro, intentando recuperar la voz. Tardó un tiempo. Es lógico, era una operación muy delicada. Pero ahora me encuentro pleno de voz.

"Me divierto muchísimo con la música, pero el día que ya no sea así lo dejaré y me haré traductor"

-¿Cómo plantean la traducción de este disco al directo, dada su sonoridad tan amplia?

-La idea que tenemos para los conciertos es deconstruir el disco. Mantener su color pero cambiar su estructura, sorprender y tener más libertad creativa y explorar el momento.

-Más allá de la diversidad lingüística de su música, ¿se siente parte de una determinada tradición musical en lengua portuguesa? ¿Alguna raíz en la que se sienta particularmente cómodo?

-Sí, el fado.

-¿De verdad?

-Sí, creo que el fado siempre está presente en mi forma de hacer e interpretar la música. Aunque sea de una forma inconsciente. La melancolía propia del portugués la tengo en mi personalidad.

-Pero, ¿han cambiado mucho sus referentes, más allá de esa tradición portuguesa?

-No, me sigue gustando sólo la música buena. sea el estilo que sea. De Bach a Kendrick Lamar. Si la música es buena, me gusta.

-En sus conciertos se le ve como un artista que disfruta plenamente con la música. ¿En el momento en que deje de ser divertido, lo dejará?

-Pues sí. Me divierto muchísimo haciendo esto, el escenario es donde me siento mejor en este mundo. Pero el día que deje de ser así me haré traductor. Lo tengo claro.

-¿Y, de ser así, echará de menos la fama?

-Lo que pasó con mi enfermedad me hizo ver la vida de manera muy distinta. Cuando el hecho de despertar y de que no te duela ya significa un día ganado, comprendes que la fama es algo muy efímero. No tiene ninguna importancia. Si dentro de unos meses vuelto a Málaga, por ejemplo, y en vez de tocar en el Teatro Cervantes repleto lo hago en un pequeño local de jazz, y si eso me basta para pagar mis facturas, seré igual de feliz.

-¿Ha sido Eurovisión una losa más que todo lo contrario en su carrera?

-No. No lo es ni lo ha sido, principalmente, porque yo no dejo que eso pase. Sigo haciendo la música que me gusta y en la que creo absolutamente. Como hice en Eurovisión.

-Su triunfo parecía aventurar un cambio de rumbo en el festival que luego no ha sido tal.

-No hay nada que hacer. A la gente le gusta la buena música, pero los medios ofrecen otra cosa: música encorsetada en fórmulas para que todo se consuma de la manera más rápida. Si gané Eurovisión, lo hice porque lo que ofrecía era algo distinto. Igual que cuando salió aquella mujer con barba o el baile ese de las gallinas. Buscaban algo que resultara extraño y les encajé en esa búsqueda. Sería pretencioso pensar que mi actuación pudo haber cambiado las cosas.

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