Carlos del Amor. Periodista

"El placer es más placer porque conoces el dolor"

Carlos del Amor

Carlos del Amor / Víctor Rodríguez

-El título de su libro invita a pensar en tramas conspiratorias, pero no es lo que se encuentra el lector cuando se adentra en Confabulación.

-Por eso elegimos el título, porque suena a intriga palaciega, a política, a palabra que está constantemente en los informativos. Pero no, es una enfermedad que consiste en crear recuerdos que no se han vivido.

-Cuando se habla de patologías relacionadas con la memoria sólo se piensa en el alzhéimer y menciona algunas que, aunque parezcan ciencia ficción, existen. ¿Cómo llegó a ellas?

-Me topé con un artículo que hablaba de un hombre que sufría de confabulación. A raíz de eso empecé a tirar del hilo, vi que había grupos de terapia donde los que acuden intentan ordenar su vida y sus recuerdos. Me di cuenta de que había casos que realmente eran de película. Así me inspiré en dos de los personajes: una que vive anclada en el mismo día y todo lo que ocurre después se desvanece en su mente y otra que es capaz de recordar hasta el más mínimo detalle de su día a día. Me pareció curioso porque dicen que el cerebro es uno de los grandes desconocidos, que utilizamos una pequeña parte de todo su potencial.

-Dice que no hay recuerdos fieles a la realidad, que se modelan sobre la base de lo que se quiere. ¿Es la historia universal un recuerdo edulcorado de la humanidad?

-Sí. Cuando miras hacia atrás te quedas con lo bonito y desechas lo malo. Por suerte hay historiadores que han levantado acta de las barbaries de años atrás para que no caigamos en los mismos errores. Los recuerdos negativos son necesarios para que no se repitan. Es necesario conocer el pasado para poder avanzar.

-El protagonista de su libro compra una cámara a través de la que recordar. ¿El exceso de autorretratos y las redes sociales es nuestra manera de no olvidar?

-Sí, pero tiene una parte de autoengaño. Sólo nos hacemos fotos de los buenos momentos, rara vez te haces una foto si vas a la playa y llueve. En la vida llueve mucho pero no hacemos fotos de esos días, nos gustan más los días luminosos. Por eso es una memoria sesgada. Nuestra vida está llena de momentos para tirar a la papelera de reciclaje, pero nos compensan los buenos.

-Decía Serrat en una canción que "mañana es sólo un adverbio de tiempo", ¿y el ayer?

-El ayer es el lugar de donde venimos, es lo que puede poner adjetivos a nuestro presente. Somos lo que somos porque fuimos lo que fuimos. El ayer es necesario para que exista un mañana.

-Hablando de ayer... ¿Qué hay de verdad en eso de que cualquier tiempo pasado fue mejor?

-No conviene abusar de la expresión. Cualquier tiempo pasado fue diferente. No es bueno mirar tanto atrás, aunque yo soy muy nostálgico, porque te quedas anclado. Aunque también depende de qué tiempo pasado estamos hablando.

-Dory, el pez olvidadizo de Buscando a Nemo, es feliz porque no recuerda las cosas. ¿El que sufre tiene memoria?

-(Risas) Es que a veces no acordarte de las cosas es bueno. El cerebro activa mecanismos que hacen que olvides lo malo y lo bueno permanezca fresco, para que no duela tanto. Lo que pasa es que Dory no recuerda nada y no es consciente de ello, no ha vivido como para echar de menos. Si no te acuerdas de que no recuerdas, no pasa nada. Al contrario, tienes un problema. Para que exista el placer conviene que se rememore lo malo. El placer es más placer porque conoces el dolor.

-La madre del protagonista le oculta sus problemas de memoria para que sea feliz. ¿La omisión de información es lo mismo que mentir?

-Sí. No conviene la actitud paternalista. Esto lo vemos en los medios y en la clase política. La omisión de la verdad es más grave que una mentira y eso lo tenemos a la orden del día. En política, por no contarte toda la verdad, te están privando de ella y no sé si lo hacen con afán protector o con afán confabulador.

-¿No le gustaría que Trump fuese presidente de EEUU en un recuerdo inventado por la memoria colectiva?

-Los primeros días nos costaba imaginar que fuese real. Te levantabas creyendo que lo habías soñado. Pero es que la realidad, muchas veces, supera a la ficción y a cualquier cosa imaginable.

-Es imposible ser objetivo, ¿qué hay de Carlos del Amor en cada uno de sus proyectos, ya sean sus reportajes o sus libros?

-Mucho. Vivo en primera persona todo lo que hago y trabajo con una materia prima que es imposible que no te despierte sentimientos. No puedes ponerte un caparazón y que no te afecte. Siempre parto de los mismo, tengo que responder a eso que nos enseñaron en la facultad, pero para hacerlo utilizo unas determinadas herramientas que son sólo mías; si no, todo sería igual. Yo busco dar mi visión.

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