Almudena Grandes. Novelista

“Somos un país de nuevos ricos que se está volviendo desagradable”

  • Almudena Grandes nació en Madrid en 1960, y se dio a conocer con una obra que ya fue un éxito: Las edades de Lulú, premio Sonrisa Vertical. El favor del público no la ha abandonado. Malena es un nombre de tango la consolidó y El corazón helado, su última novela, fue Libro del Año por los libreros de Madrid. Los aires difíciles transcurre en Rota, donde la novelista tiene una casa con su marido, Luis García Montero.

¿En Rota se trabaja mejor que en Madrid?

Se trabaja mejor porque no suena el teléfono constantemente como en Madrid. Yo hago libros tan largos que escribo en todas partes, pero aquí lo que hay es mucha tranquilidad. Trabajo menos horas porque no madrugo, pero me cunden mucho más. O es que estoy tan contenta que meda esa impresión.

No parece ser una escritora atormentada.  Yo siempre he dicho que si sufriera escribiendo no lo haría, porque lo que no soy es una escritora masoquista. Los escritores escribimos porque sentimos una necesidad insuperable de hacerlo. Es como tener sed.  Un amigo mío leyó El corazón helado y le gustó tanto que lo ha comprado.  Hay dos frases que entusiasman a cualquier escritor: "Me leí tu novela prestada y me la compré" y "saqué tu novela de la biblioteca y luego me la compré", porque ahora que tenemos tantas cosas, cuando ya te has leído un libro si te lo compras es porque te ha parecido importante. 

Y además, la gente saca tiempo para leer sus novelas, tan largas. 

Claro. A mí me daba miedo el tamaño de esa novela, mientras la escribía. Yo nunca me he contenido tanto como con El corazón. 


Pero a sus lectores les encanta el tamaño de sus novelas. 

Claro, y eso que mucha gente me decía "te la vas a comer, una novela tan complicada ahora..." y no, qué va. Lo que pasa es que mis lectores son muy buenos y se leen novelas de mil páginas con mucho gusto.Ya dice Joaquín Sabina que su público y el mío son los mejores de España, y tiene razón. A mí me gustan mucho mis lectores, no me han defraudado nunca y por eso es tan fuerte mi compromiso con ellos. Los que tenemos la suerte de tener lectores somos escritores libres. Ellos me dan de comer, y por eso escribo lo que me da la gana. 


¿Se han acercado muchos a decirle que se sienten identificados con alguno de sus personajes? 

Sí, muchos. Y en esta novela en concreto más. Porque tiene un tema que es de todos los españoles, y eso me ha hecho sentirme muy responsable del libro. Hay dos cosas que me hacen mucha ilusión: que haya gente que se haya acercado a decirme "has contado mi vida sin conocerme" y la otra es que haya venido gente muy joven a decirme que les ha gustado porque no sabían nada de esto. 

¿Cada cuánto tiempo ve en su vida real situaciones que dan para una novela?

 Muy pocas. Yo siempre digo que los escritores somos gente normal. Mi vida es la de cualquiera. Básicamente, una sucesión de días iguales, que es lo que son las buenas vidas, porque si no, malo. Hay gente que dice que la felicidad no es literaria. Yo creo que sí, lo que pasa es que se estira menos que la tristeza. La vida de los escritores, con suerte, es como la de las personas normales.Pero en la infancia de casi cualquiera hay un personaje que desarrollar después. 


¿Se ha planteado escribir con lenguaje no sexista? 

No, no porque eso no es nada literario. Como todas las propuestas antieconómicas en lingüística, está condenada al fracaso. Yo en lo del masculino general españoles me siento incluida. Lo que lamento como mujer es que la pólvora se gaste en esas salvas. 

¿Este país cómo va? 

Pues este país va... regular. Éramos los más molones, los más ricos ... y de repente la crisis nos está haciendo salir de esa burbuja. Pero más me desagrada que este país se está volviendo desagradable. Ahora nos hemos convertido en nuevos ricos, insensibles, que no recuerdan su propio pasado, su propia pobreza. Ya no es una inmoralidad económica o política, sino como una inmoralidad profunda de la sociedad. 


¿Y qué puede hacer un escritor con eso? 

Básicamente, dar el coñazo. Ya pasó el momento en que los intelectuales tenían influencia sobre el poder, porque ya ha pasado el momento en que éramos importantes para la sociedad. Lo único que puedes hacer es enseñarles su verdadera cara. 

Un vaticinio, entonces. 

No sé, hay uno muy sencillo: que cuando pase esta crisis, dure lo que dure y se lleve por delante las hipotecas que se lleve, todavía seremos unos privilegiados y viviremos mucho mejor que la inmensa mayoría de los habitantes del mundo.

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