Guadalupe Sánchez Baena | Abogada

“Los niños no son de los padres pero tampoco son del Estado”

Guadalupe Sánchez Baena.

Guadalupe Sánchez Baena. / José Ramón Ladra

Guadalupe Sánchez Baena es licenciada en Derecho por la Universidad de Alicante. Tras compaginar sus estudios con las prácticas en despachos multidisciplinares, en 2004 fundó su propio bufete de abogados, GM Legal Experts, que sigue dirigiendo en la actualidad. Conocida activista en las redes sociales por su defensa de la presunción de inocencia, las garantías procesales y la independencia judicial, compagina su labor como abogada y directora del bufete con colaboraciones en prensa y acaba de presentar su libro Populismo punitivo (Deusto, 2020).

-¿Qué es el populismo punitivo?

–El populismo irrumpió en la arena política con el fin de la crisis, en torno a 2014, y evidenció que la sociedad española no sólo tiene una gran falta de conocimientos financieros, sino en otros conocimientos básicos. Es una moralización de todo lo público e incluso lo privado, para crear una dicotomía entre lo que es bueno y lo que es malo. Y se define por la identificación del político con la voluntad popular frente a las élites. Esta voluntad popular habilita al populista para colonizar las instituciones y echar mano de las herramientas jurídicas que le permite afianzarse en el poder. La más preciada de todas ellas es el ius punendi, que es la capacidad del Estado para ejercer legítimamente la violencia.

–¿Por ejemplo?

–Se nos está dice que una nueva ley busca impedir agresiones machistas como si hasta ahora hubiera habido impunidad, lo cual es falso. España es uno de los países más seguros para ser mujer. El populismo punitivo tiene un corte marcadamente identitario. Colectiviza a las víctimas a costa de criminalizar a otro colectivo. Lo habíamos visto con los casos sobre identidad nacional pero lo novedoso ahora es que se está haciendo con el género. Esto es un caballo de Troya para colar ideologías antisistema.

–Es usted muy crítica con las reacciones en contra de la sentencia a la Manada.

–Los populistas se aprovechan de la falta de conocimientos jurídicos de la sociedad para crear una alarma impostada en torno a un hecho luctuoso. En el caso de la Manada, fue muy significativo. Yo no soy crítica con las resoluciones.La propia víctima declaró que no se sintió intimidada. La cuestión era dilucidar si ese sentimiento subjetivo de la víctima implicaba que hubo intimidación, o al margen de lo que sintió, la intimidación existía por el mero hecho de ser varios personas. En lugar de explicar eso, se tergiversaron todas y cada una de las sentencias. Primero, la que les condenaba a nueve años por un delito de abuso. Recuerdo a Irene Montero decir en el Congreso que el juez que dictó el voto particular tenía un problema particular. Se mintió para crear un caldo de cultivo. Peor aún fue cuando el Supremo revocó la sentencia al entender que hubo intimidación, al margen de lo que dijo la víctima. En lugar de reconocer que se habían equivocado, lo que hicieron fue peor, al decir Carmen Calvo e Irene Montero que estaban muy contentas de que el Supremo les hubiera dado la razón. Es un error porque estaban dando a entender que ellas tienen una especie de ascendencia sobre el Supremo.

–¿Es cierto que con el borrador de la reforma del Código Penal que manejaba el Gobierno la pena de la Manada habría sido inferior?

–Sí. Con el batiburrillo de tipos, es perfectamente posible que los condenados de la Manada no sólo hubieran recibido una condena menor, sino que una modificación de la pena que redunde en una reducción de la sentencia puede aplicarse a presos ya condenados. Es decir, los señores de la Manada podrían beneficiarse de eso. Si querían impedir la discrecionalidad de los jueces, va a ser todo lo contrario.

–En su libro Populismo punitivo (Deusto, 2020) también trata el populismo de derecha. ¿En qué se manifiesta?

–Se manifiesta con las mismas armas jurídicas y discursivas que el populismo de izquierda feminista, pero lo hace con la inmigración. Por ejemplo, Pilar Llop, la presidenta del Senado, dijo en 2018 que en España no existía democracia porque el 50% de la población, los varones, ejerce violencia cont ra el otro 50% de la población. Poco después, Iván Espinosa de los Monteros dijo que los inmigrantes cometían violaciones tres veces más que los españoles. Los dos recurren a los mismos argumentos. Pero es que si analizamos las estadísticas en términos absolutos, sólo uno de cada 10.000 españoles ha sido condenado porun delito de agresión sexual, y sólo tres de cada 10.000 extranjeros ha sido condenados por un delito de estas características. El populismo siempre intenta poner el foco fuera de la política cuando el problema está en la política. Claro que existe violencia machista.Pero la solución no es criminalizar a todos los varones o a todos los extranjeros.

–¿El populismo surge del intantilismo?

–Sí, y de un paternalismo estatal rampante. Hemos llegado a un punto en el que la sociedad ha acabado asumiendo que los derechos y libertades no nos pertenecen, sino que nos los provee el Estado.

–¿Qué le parece la frase de que los niños no pertenecen a los padres?

–Es evidente que no son una propiedad con la que los padres pueden hacer lo que les da la gana. Pero si el niño no es de los padres, tampoco es del Estado. El niño es un sujeto de derecho, no un objeto.

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