Nacho Vigalondo | Director de 'El vecino'

"Los superhéroes se prestan mucho a las parodias"

"Los superhéroes se prestan mucho a las parodias"

"Los superhéroes se prestan mucho a las parodias" / m. g.

Nacho Vigalondo (Cabezón de la Sal, Cantabria, 1977) fue nominado a los Oscar por el cortometraje 7:35 de la mañana en 2004, el mismo año en que se publicaba el cómic El vecino, cuyos personajes se han convertido en serie para Netflix, con él como realizador y de la mano de Carlos de Pando y Sara Antuña. Quim Gutiérrez y Clara Lago son sus actores protagonistas. En 2016 dirigió a Anne Hathaway en Colossal, con dolores de cabeza con la productora propietaria de Godzilla. Su anterior serie fue con su amigo de controversias Borja Cobeaga con Justo antes de Cristo, para Movistar+.

-¿Diría que hay que ser friki para hacer una serie de un superhéoe de barriada español con El vecino?

-Sé que es lo fácil y será la respuesta de muchos al conocer que se ha hecho una serie de un superhéroe español. Pero lo de friki me da repelús, porque se adjudica a cualquier tipo de subcultura. Antes, un friki era un fan de Star Wars, pero también un entendido de Luis Buñuel o de la Segunda Guerra Mundial ¿Por qué a las disidencias se les llaman frikis? No me gusta que a las parcelas de expertos se les llame frikis. Pero, de todas formas, los superhéroes ya son mainstream: tienen la misma presencia diaria que el fútbol.

"Mi portero ecuatoriano, con quien tengo un vínculo especial, lo sabe todo de mí y sabría que yo soy Spiderman"

-¿Se había empapado del cómic El vecino antes de hacer la serie?

-Lo conocía, por supuesto, cuando me llamaron los showrunners, Sara Antuña y Carlos de Pando. Tener un superhéroe madrileño no significa que nos tengamos que reír de los superhéroes, sino darles nuestra propia visión. Queremos reírnos con los superhéroes, no de ellos. Con Netflix interesada todo fue más fácil.

-¿De quién se inspira El vecino?

-El propio autor del cómic, Santiago García, decía que su referencia era Spiderman. He tenido el honor de hacer el prólogo de la nueva edición del cómic y hablo de que El vecino es la versión de Spiderman que a mí me hubiera gustado ser. Lo que echaba en falta de Spiderman es que viviera en un piso, que tuviera problemas con su portero, con la vecina mayor de enfrente. Conocerían mis idas y venidas. Mi portero ecuatoriano, con quien tengo un vínculo especial, lo sabe todo de mí y él sabría que yo soy Spiderman.

-¿Al fin y al cabo los titanes, los héroes, son también gente normal?

-La presión de lo cotidiano debería pesar en los superhéroes. Los días tienen muchas horas y eso no se suele ver en los cómics. Con El vecino veía toda esa vida normal al descubierto. La serie respeta mucho al cómic y es de esas historias que cuentan los orígenes.

-¿Cómo consigue El vecino sus superpoderes?

-De unas pastillas ¿Y las quieres usar mejor para limpiar la casa o para acostarte con tu novia? Lo planteamos. Qué pasa si otro también las toma, o si alguien usa su vestido del héroe. A los espectadores les puede interesar esas vertientes.

-¿Y no estamos manoseando a los superhéroes, les hemos impedido que sean inaccesibles?

-Por eso siempre te gusta el primer disco de alguien, porque resulta el descubrimiento de algo desconocido. Nos gusta abrir nuevas vías en este género. Con las historias clásicas se disfruta, pero también es apasionante hacer un estudio más a fondo de esas personalidades. Es otro escalón. Fuerzas los límites de las historias.

-¿Leía muchos cómics?

-Muchísimo. Y me encanta Marvel, me encantan personajes como el conjunto de Los Vengadores... y más allá, al fondo, un villano como Thanos, que estaba en el rincón de la chabola y ahora es un mito entre los espectadores. Es algo increíble. Pero yo he sentido más apego por los autores de los cómics que por los personajes. A mí no me gusta nada Batman: ni como personaje ni por lo que representa, pero tengo en mi casa una balda con todas las obras y películas de Batman. Cuando el público controla todas las claves puedes, a su vez, hacer una parodia de cualquier género. Los superhéroes se prestan mucho a las parodias. Pero parodias con sustancia.

-¿Eso también es literatura clásica?

-El Quijote nace de una parodia de los libros de caballerías, que arrasaban, cuyas claves cononocían los lectores de su tiempo. ¿Cervantes manoseó los libros de caballería? Sí, se aprovechó de ellos. A don Quijote se le va la pinza como a esos que se visten de Batman y se tiran de la azotea. El Quijote es válido por sí mismo, como El vecino. Dice Sara Antuña que quién no es sino Javier, el protagonista de El vecino, un Quijote de hoy acompañado de su amigo, José Ramón, como Sancho. Personalmente, diría que son más bien Rinconete y Cortadillo.

-¿Cómo reaccionó Quim Gutiérrez a la propuesta, le dijeron que iba a ser don Quijote en mallas?

-No hubo dudas en los productores. Estaba claro, pero no tenía ni idea de la vis cómica de Quim. Nunca he dejado tanta manga ancha a los actores como ahora.

-¿Qué le parece hacer capítulos de 30 minutos?

-Para una comedia es la medida necesaria. Poder hacerlo en España es un gustazo. Si El vecino hubiera sido encargado por una cadena en abierto tendríamos que haber añadido escenas de bar, o de frutería, durante media hora más.

-La primera misión del héroe es contra un local de apuestas.

-El cómic tiene quince años y no aparecía entonces ese problema. Como mucho las peleas de gallos y el bingo. Lo añadieron los guionistas, que querían buscar villanos a pie de calle, retratar los enemigos modernos. Se habla de la precariedad laboral y otros problemas de los treintañeros de hoy.

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