Clara Campos, cantante de música sefardí

"La música debe ser libre, con un lenguaje diferente cada día"

"La música debe ser libre, con un lenguaje diferente cada día"

"La música debe ser libre, con un lenguaje diferente cada día"

-¿Por qué música sefardí?

-Lo de la música antigua fue una casualidad en mi vida, no lo estuve buscando. Conocí a personas que la hacían y me hablaron de ella. No sabía lo que era. Me llamó mucho la atención que sea música que se ha mantenido a lo largo de la historia, después de tantos siglos en la Península.

-¿Ha profundizado en ello?

-He leído un poco. Y creo que esto no se puede perder, porque es un patrimonio muy importante que nos dejaron. Además, ellos sufrieron mucho con la expulsión y como responsables tenemos el deber de mantenerlo, en agradecimiento además, porque también hicieron muchas cosas no reconocidas.

-Siente responsabilidad.

-Cuando lees un poco de lo que pasó, se te pone la carne de gallina. ¡Madre mía, las torturas y el maltrato que sufrieron! Qué menos que conservar lo que dejaron.

-¿Hay peligro de perderlo?

-El ladino es ya una lengua que se está perdiendo. Quedan pocos hablantes, todos son mayores y los jóvenes no la aprenden. Habrá un momento en el que puede llegar a desaparecer.

-¿Y si se sigue cantando?

-Yo sólo sé cosas puntuales. No he aprendido la lengua, porque es como un castellano antiguo que se escribe diferente, cambiando algunas letras. Tampoco veo práctico aprender ladino si es simplemente para cantar.

-¿Y la música andalusí?

-Me encanta, pero como es en árabe no tengo tantos medios para aprenderla. En mi repertorio hay cuatro canciones andalusíes ahora mismo, y necesito que me las transcriban fonéticamente, si no es imposible.

-¿Le interesa más la pureza que la fusión?

-En realidad me interesa todo. Sí pienso que no se debe mezclar, mantenerla pura sin fusión, aunque el sefardí flamenco me gusta.

-¿Habría que profundizar más en el legado?

-Hay un problema principal: se repiten siempre las mismas canciones y te quedas en el bucle del repertorio eterno. En sefardí hay millones de canciones, una fuente inagotable, pero como la mayoría somos unos flojos, vamos repitiendo y repitiendo el repertorio. Pero al público le gusta porque es lo que conoce y lo que le gusta escuchar siempre.

-Queda educar al público.

-Es lo que vamos a hacer a partir de ahora en el grupo. Tenemos un repertorio muy conocido pero nosotros mismos estamos cansados de escuchar siempre lo mismo.

-¿Y las letras?

-Suele ser de temas cotidianos, no hay mucha profundidad espiritual, más allá de lo que pasa en casa con la familia y en el pueblo. También hay típicas letras de amor y desamor, y alguna de la receta de la berenjena.

-También canta fados.

-Otra casualidad de la vida. Me lo propuso el director de la escuela tras escucharme cantar. Yo no sabía ni lo que era el fado, busqué en Youtubey me encantó. Fue mi primera actuación, con 17 años, y no me esperaba que la gente se pusiera en pie y empezara a pedirme otro. Repetí fado: no había otro.

-¿Y por qué no flamenco?

-Cada vez me llama más la atención pero sólo canto por aprender. Mi abuelo paterno cantaba y me arrepiento de que en su época no me acercara a él y le pidiera que me enseñara. Él cantaba el flamenco antiguo, de Vallejo, flamenco fino, que me encanta. Pero cuando se tienen 14 años y estás con las hormonas tontas, no echas cuenta de nada.

-Ahora le echa de menos.

-Ahora escucho sus grabaciones y me da una rabia... Tienen mucho valor sentimental. Están en una cinta antigua y una de ellas es en un trillo, arando la tierra, cantando fandangos. Esa grabación es de oro. Además, en esa está con las mulas y eso se ha perdido ya.

-De su abuelo materno heredó el gusto por la ópera.

-Es lo que estudio en el Conservatorio de Sevilla, lírico. Tiré para el lado de mi abuelo materno en vez del paterno, no sé por qué. Aunque es por educar la voz, más que nada. No me veo cantando ópera, me gusta algo más creativo. Me da mucho coraje cuando tengo una partitura y eso me limita.

-¿La música antigua sí le da libertad?

-Y me encanta. Con mi grupo de tres culturas canto La rosa enflorece cada día de una forma, según cómo me venga la inspiración. Y eso para mí es la música. La música es libre y con un lenguaje que cada día es diferente, no debe ser una partitura.

-¿La música debería sanar heridas entre culturas?

-Sería lo ideal pero es complicado porque mucha gente no puede separar música y política. Las nuestras son canciones de tres culturas, sobre todo sefardí, pero hay también andalusí y cantigas. Y ninguna, al final, tiene nada que ver con los tiempos actuales.

-¿Cómo acogen los jóvenes esta música?

-No les suele llamar la atención. Es difícil. Tienes que escuchar mucho para que te guste, porque a mí me chocó también la primera vez.

-¿Y los compañeros de lírica en el conservatorio?

-Soy como la oveja negra. Ellos están todos en el camino del lírico y tampoco me echan mucha cuenta. Soy la loca que canta sefardí.

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