Haizan Amirah-Fernández. Analista del Real Instituto Elcano

"Los muros, los mares y los desiertos no bastarán para frenar las migraciones"

Haizan Amirah-Fernández.

Haizan Amirah-Fernández. / José Ángel García

-¿Está el Mediterráneo condenado al conflicto?

-Los romanos lo llamaron Nuestro Mar, un lugar donde se reflejaban relaciones de vecindad, de intercambio cultural y de matrimonios mixtos, pero donde surgía la competición por los recursos y el poder. Desde el inicio de la humanidad ha sido una región de intercambio, aunque también de fronteras y tensiones.

-No parece haber cambiado demasiado.

-El Mediterráneo sigue siendo un patio interior donde los vecinos se encuentran, pero también donde surgen rencillas y donde han de buscarse intereses comunes y normas de convivencia. Los desequilibrios económicos, demográficos y las disparidades en las formas de gobierno son patentes.

-El ministro Borrell ha apuntado, al reflexionar sobre las migraciones, que las estructuras sociales, las dinámicas demográficas y la carencia de instituciones en los países subsaharianos son el fondo de la cuestión.

-Las migraciones son fenómenos complejos. Para entenderlos es necesario plantearse algunas preguntas. Por qué hay personas que deciden emigrar y por qué lo hacen en las condiciones que lo hacen. Bien es por motivos económicos, buscando oportunidades, o por dejar atrás escenarios de amenaza directa para la supervivencia. El riesgo que se asume al desplazarse y buscar un lugar distinto al familiar es alto.

-Sin embargo toman el riesgo.

-Nadie se imagina un futuro en el que tener que huir a una tierra lejana para salvar su vida. En muchas regiones del Mediterráneo, del África subsahariana y de Oriente Próximo hay violencia, conflictos armados y guerras civiles. Parte de esto tiene que ver con sistemas de gobierno autoritarios o tiránicos. Las tiranías impiden el desarrollo natural de las sociedades y la generación de oportunidades.

-El año pasado fueron rescatadas 5.000 personas en caravanas perdidas del Sahara. ¿Es otro gran cementerio como el de las aguas del Estrecho?

-El norte de África, además de una región de origen de emigrantes, es un lugar de tránsito. En el África subsahariana hay un alto crecimiento demográfico y hay países sin oportunidades para mantener a su población en el territorio. Las fronteras, los muros, los mares y los desiertos no bastarán para frenar a quien busca salir adelante y sacar adelante a los suyos.

-¿Haría falta un Plan Marshall en los países de origen?

-Los países del norte de África y del África subsahariana son ricos en recursos naturales, pero hay una desigualdad abismal entre quienes ostentan el poder y las poblaciones, que ven esa riqueza pero no se sienten beneficiados. Aparte de ayudas hace falta otro tipo de apoyos: conocimiento, modernización de las estructuras de Gobierno, legislación que permita un salto en el desarrollo. Es lo que piden las sociedades. No es sólo la ayuda económica o al desarrollo, pues hay recursos naturales y humanos, lo que falta es la voluntad de juntar esos recursos para generar desarrollo y estabilidad.

-¿Cómo se nota la mano de Donald Trump en la región?

-Trump parece sentirse a gusto en compañía de hombres fuertes, de autócratas y de líderes autoritarios, que es algo que no falta en el sur y el este del Mediterráneo. Cuando se apoyan regímenes por el interés en sus recursos de petróleo y de gas se están extendiendo unas formas de dominación en la región que se basan en el militarismo y en ideologías excluyentes.

-¿La intervención de terceros estados en la guerra de Siria es una constatación de un nuevo orden mundial?

-En Siria hay muchas partidas desarrollándose en paralelo. No sólo está el conflicto entre sirios, que fue el origen, sino que también es una competición entre países vecinos y actores regionales del entorno. También está jugándose una parte del escenario internacional en recomposición, algunos dirían que en descomposición, donde se está poniendo a prueba la voluntad de las potencias internacionales para lograr sus objetivos.

-Se habla de un cierto vacío de poder en Marruecos. En el vecino Rif están las cosas revueltas.

-Las sociedades del sur y del este del Mediterráneo están viviendo procesos acelerados de transformación, en lo demográfico, en lo cultural y en lo tecnológico. Estas transformaciones cambiarán el modo en que las sociedades se relacionen con el Estado y también en sus relaciones con el exterior. El primer aviso fue en 2011.

-Las primaveras árabes.

-La sensación es que, en los siete años pasados desde aquellas revueltas antiautoritarias, no se han resuelto los problemas de fondo. Ha habido una falta de voluntad política y un apoyo entre regímenes autoritarios, también desde el exterior. La frustración existe. Esas ganas de avanzar siguen estado y van a ir a más. Tendrá diferentes manifestaciones pero, si no tienen respuestas que permitan más desarrollo y libertad, habrá más frustración y caos.

-Europa está ahora como para caos en el vecindario.

-Mientras Europa piense que puede seguir haciéndose como durante décadas, manteniendo relaciones económicas con élites que controlan a las poblaciones y sus recursos de un modo cleptocrático, lo probable es que la insatisfacción y el descontento tengan consecuencias políticas en sus formas de Gobierno y en su relación con Europa.

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