María Sirvent | Escritora

"Lo normal es perder"

María Sirvent

María Sirvent

La escritora María Sirvent (Jaén, 1980) publica ahora su segunda novela, Los años impares (Espasa, 2020). La vida en el pueblo, el futuro de los jóvenes, el presente de los mayores, la digitalización, la sociedad cambiante, los críticos de arte moderno, la música y los concursos de talentos pasan bajo la lupa de un relato que "puede parecer algo caótico, pero tiene su orden". "Hay dos líneas de narración. Una es el presente, donde está la historia de Manolo y la de Nieves Cunningham en los 90. Ahí no hay elipsis ni nada. Y luego están estos saltos que nos llevan a los años 50, 60 y 70, que son como brochazos del pasado", explica la autora de Andújar.

–Uno de los personajes de su novela dice que los años impares son los mejores.

–Sí, lo dice uno de ellos, pero yo no lo pienso así. No soy supersticiosa ni creo en los horóscopos ni nada de esto. Pero es verdad que lo dice un personaje para animar a otro. Hay mucha gente que piensa así.

–De momento, ha publicado sus dos novelas en año par: 2010 y 2020.

–¡Ay, es verdad! Bueno, este lo terminé en año impar.

–Actualmente vive en Madrid, pero ha residido en Don Benito o Ciudad Rodrigo. ¿Prefiere la vida del pueblo o la urbanita?

–Me he mudado 41 veces, el otro día las conté.

–¡Qué me dice!

–Hasta los 18 años he vivido en pueblos. En Andújar viví hasta que tuve un año. Luego salimos de allí y cuando mi padre se jubiló, ellos volvieron. Los hijos ya no.

–Lo normal, ¿no?

–Vivo en la ciudad por trabajo. No cogí un metro o un avión hasta los 20 años. Me gusta más el pueblo, pero me muevo bien en la ciudad, porque he vivido muchos años en Barcelona o en Madrid o en Dublín...

"Como decía Lorca, sólo el misterio nos hace vivir, por eso el futuro debe ser una piñata llena"

–¿Nuestros pueblos se están quedando sin oportunidades?

–Es dramático. Los personajes que aparecen en la novela ven en el pueblo un problema y se quieren ir de él. Para un adolescente de los 90, con pretensiones, artista... el pueblo era algo que se le quedaba bastante pequeño. La llegada de internet ha facilitado que el aislamiento de los pueblos sea mucho menor, pero aun así cada vez hay menos oportunidades en los pueblos. Eso es una realidad.

–¿El debate de la España vaciada sólo se toca en época electoral?

–Cada vez se va a hablar más. Tengo la sensación de que está cobrando cada vez más importancia.

–Parte de su novela transcurre en Argamasilla de Alba. ¿Tan jodido es ser manchego?

–Eso lo dice el pintor, otro de los personajes. Es más jodido ser manchego que artista.

María Sirvent María Sirvent

María Sirvent / Belén Vargas

–¿Y ser manchega? Porque pinta un retrato de una mujer muy frustrada.

–Las mujeres no consiguen sus sueños. Revolotean sobre el libro los conceptos de fracaso, de éxito, de ganador, de perdedor... Me han dicho que he escrito una novela de perdedores. Y no es así. Creo que lo normal es perder.

–¿Lo normal es perder?

–Sí, lo normal es el fracaso.

–Una visión de la vida...

–No, el fracaso es normal. ¿Quién consigue todo lo que quiere? Estamos en un momento en el que el culto al éxito está llegando a unas cotas en las que se infantiliza mucho términos como fracasar, ganar, perder, el que no tiene éxito ya es un perdedor... Y hay una gama de grises. Y los personajes están buscando y luchando...

–¿Lo normal es luchar?

–Lo bueno es no perder la esperanza y seguir luchando. El éxito puede llegar o no.

–Ahora tampoco hay esperanza emigrando a trabajar los hoteles.

–La novela muestra cómo ha cambiado el modelo turístico en España. En los años 60, eran los chicos del campo y de entornos rurales lo que se iban a trabajar a Mallorca y ahora te atienden personas con carreras universitarias y con másteres. En la crisis, mucha gente vio que su salida profesional era esa. Recordemos que tenemos un alto índice que paro juvenil.

–¿Es España en un país de camareros?

–Qué buena pregunta. Un poco sí. No me gusta ser categórica en nada. Evidentemente hay otras cosas, no sólo camareros. Pero el turismo es muy importante para la economía española.

–Ha sido el punto de apoyo para sacar la cabeza en esta crisis.

–Ser camarero ha sido la salida de mucha gente con estudios.

–De la generación mejor formada y la peor pagada.

–Totalmente de acuerdo. No lo puede negar nadie. Eso se refleja en el libro. Hay dos licenciadas, una abogada y otra antropóloga, de un pueblo extremeño. ¿Qué va a hacer una antropóloga en un pueblo de Cáceres? Irse. ¿Y dónde te cogen de antropóloga?

–Cierto.

–Pero siempre hay que mantener la esperanza. He dicho antes que lo normal es perder, pero no en el sentido de ponerte a llorar, sino que tenemos que convivir con el fracaso, como algo normal que nos puede llevar a conseguir cosas.

–¿El futuro es una piñata llena?

–Como decía Lorca, “sólo el misterio nos hace vivir”. El futuro debe ser una piñata llena. Hasta que no hemos muerto, esto no ha acabado; hasta que no hemos muertos, aquí no hay ningún perdedor. ¿Qué va a pasar mañana? No lo sabemos. Por eso hablar de perdedores o ganadores me da rabia.

–Su novela critica la digitalización de la sociedad por el paro y los bajos sueldos.

–La tecnología mejora la vida en muchos aspectos, pero inevitablemente hay trabajos que se pierden, otros se tienen que hacer de otra forma... La digitalización va a cambiar nuestras vidas. Los robots y las máquinas van a poder hacer muchísimos trabajos sin los derechos ni los sueldos de las personas.

–¿Y qué va a pasar con las personas?

–Pues no lo sabemos. Por ahí hay algunos que van diciendo que tiene que haber una renta básica universal.

–Tampoco deja muy bien al arte moderno.

–Bueno... A la crítica del arte moderno, que se aleja de las intenciones del autor y que trata de saber más que el propio autor. No sé hasta qué punto es necesario el papel de los críticos.

–¿Iría a un talent show?

–Nunca... Me engancho mucho a estos programas, pero luego se me olvidan enseguida y si me cruzo por la calle con algún concursante no lo reconozco.

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