David Bustamante | Cantante

"Hago la mejor tortilla de patatas del mundo"

"Hago la mejor tortilla de patatas del mundo"

"Hago la mejor tortilla de patatas del mundo"

Un auténtico torbellino, así es David Bustamante (San Vicente de la Barquera, Cantabria, 1982). Su inquieta personalidad contagia a todos los que comparten estancia con él y eso se refleja en su manera de trabajar y actuar. Ahora, tras unos años de descanso en los que le ha dado tiempo de disfrutar de su faceta más personal que artística, el cántabro vuelve a la carga y presenta su último trabajo, Héroes en tiempos de guerra (Universal Music Spain). Éste, su décimo trabajo, es una amplia amalgama de estilos que dan buena muestra del espíritu dinámico de David Bustamante.

-Dicen que los verdaderos héroes no llevan ni capa ni espada, pero ¿qué es un héroe para usted?

-Hay una historia que me emocionó mucho. Un señor iba a visitar a su mujer con alzhéimer todos los días a la residencia en la que estaba. Una enfermera le preguntó que por qué iba siempre si ella no sabía quién era él. Él le respondió de la manera más brillante: "Porque yo sí sé quién es ella". También estoy muy concienciado con el bullying. Hay que ser valientes y decir no para que esos niños no sufran. Agredir a otro y grabarlo no es gracioso, es una crueldad.

-Una vez leí que todos éramos héroes en busca de auxilio. ¿Salvar para ser salvados?

-Solemos ser egoístas y pedimos ese auxilio, pero es bueno darlo porque hay otro que lo está esperando. Siempre he creído que no hay que mirar para otro lado, que debes tenderle la mano al otro porque a poco que hagamos y nos esforcemos, haremos de este mundo un lugar mejor.

-Tres años de sequía musical. ¿Es la vez que más ganas tenía de volver?

-Sí. He disfrutado mucho durante estos años porque no he dejado de hacer conciertos, pero me apetecía mostrar canciones diferentes. Tenía ganas de acción y subirme a trenes. Disfruto mucho con mi trabajo, aunque a veces me lleven con la lengua fuera. Echaba de menos el contacto con el público, aunque lo mantenga a través de redes sociales, pero no es lo mismo; soy de piel, de contacto y de sentir.

-No le gustan las etiquetas. ¿Puede que éste sea su disco más ecléctico?

-Es música, mi música, lo que soy yo. En estos años de carrera he entendido que soy eso, variedad. Me gusta bailar, cantar a piano y voz, coger la guitarra y hacer algo más acústico porque, en definitiva, me gusta lo dinámico. Mis espectáculos nunca son lineales, siempre hay picos y eso los enriquece mucho. Mi personalidad y mi voz es el punto de conexión.

-Mayoría de edad en el mundo musical, no me haga balance. ¿Qué le diría a su yo de 18 años?

-Gracias. Sin tener experiencia ni saber muy bien dónde ir, supe tener ilusión y amor por esta profesión. Gracias por todo lo que peleó ese niño de 18 años para que este hombre de 37 esté hoy sentado hablando contigo.

-18 años en la música, su trabajo número 10, 1.000 conciertos... ¿Es de números redondos?

-Soy de número redondos, aunque mi favorito es el 3, estoy obsesionado con él. En realidad, soy un poco maniático. Me gustan los números capicúa, por ejemplo, me siento cómodo con ellos. No sé si es la edad o qué, pero me vuelvo un poco paranoico con la numerología.

-Canta, baila... ¿Cuál es su mérito oculto?

-Hago la mejor tortilla de patatas del mundo. Cocino poco, pero me sale estupendo. También hago unas costillas picantes con una salsa coreana que están deliciosas.

-Durante un tiempo ha estado en la palestra no por temas musicales. ¿Todavía le quedan ganas de conceder entrevistas?

-Sí. Como no tengo nada que esconder, todo cae por su propio peso. Han sido unos años en los que se me ha machacado mucho, pero todo vuelve a su sitio. Yo soy yo, la gente me conoce. El problema es que cuando no generas polémica, la gente se inventa cosas. Entiendo que mi vida importe, pero siempre desde el respeto y hay cierto tipo de prensa que no lo muestra.

-Un pensamiento feliz y Wendy volaba con Peter Pan a Nunca Jamás. ¿Cuál es el suyo para decir que merece la pena seguir a pesar de todo?

-Si pongo una balanza, la mayoría de las cosas son bonitas. Procuro no molestar y por eso no me gusta que me molesten a mí. Soy una persona tranquila que se divierte. Llevo dos vidas paralelas que se juntan en algún punto; soy uno cuando me subo al escenario donde me lo creo todo e incluso llego a ser soberbio, pero en mi día a día soy extremadamente sencillo. Es lo que me gusta, es mi equilibrio. Sé separar muy bien ambas facetas; no soy artista las 24 horas del día.

-David Bustamante y Miguel Ángel Revilla, ¿patrimonio inmaterial de Cantabria?

-¡Ojalá así lo sientan! La verdad es que me siento muy querido. Somos una región muy pequeña de España y muy incomunicada. Siempre tenemos la rabia de decir ¡aquí estamos nosotros, aquí no llueve tanto y no somos tan saboríos! (risas). Es una tierra muy bonita, la que me vio nacer y a la que siempre he querido mucho, igual que al resto de España. Primero soy barquereño; luego, cántabro y, después, español. Y muy orgulloso de serlo. Ahora vivimos unos momentos sociopolíticos algo convulsos y a cualquiera que diga que se siente español ya lo tachan de facha. Simplemente, soy de un país y estoy orgulloso de serlo. Lógicamente, hay cosas que se tienen que arreglar, como la corrupción, pero la bandera nos representa a todos, no eso.

-Yo le digo un sitio para tapear por mi tierra y usted me dice uno para hacerlo por la suya.

-En San Vicente, justo debajo de mi casa, hay un restaurante con dos Estrellas Michelin fantástico que se llama Annua, de Óscar Calleja. Está encima del mar y parece que estuvieras comiendo en un barco. Pero si lo que quieres es tapear, cualquiera de los bares de la zona de los soportales es bueno. San Vicente es un pueblo muy pequeño y puedes ir picando en un sitio y en otro.

-Ahora la pregunta del millón: ¿anchoas o sobaos?

-¿Y si te digo anchoa con sobao? Dulce y salado es maravilloso. Un buen sobao macho y anchoas maridan muy bien, incluso con un vino dulce. Esa es la combinación perfecta.

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