Adriana Torres | Artista

“Exhibirse desde la falsedad es otra manera de ocultarse”

Adriana Torres (Sevilla, 1968), fotografiada en su estudio a través del espejo.

Adriana Torres (Sevilla, 1968), fotografiada en su estudio a través del espejo. / Macarena Gross

Artista y aristócrata, marquesa de Casa Mendaro, Adriana Torres (Sevilla, 1968) reside y trabaja cerca de Utrera, donde mantiene su estudio y donde guarda con recelo todo lo relativo a su vida privada. Licenciada en Bellas Artes y formada entre Sevilla y Londres, ha protagonizado numerosas exposiciones individuales con una creciente atención internacional y con la admiración de personalidades como Antonio Banderas. Su última muestra, Inside-Out, se inauguró hace unos días en en la Galería Javier Marín de Málaga, donde puede verse hasta el próximo septiembre.

-La exposición que presenta ahora en Málaga reúne obras creadas en su mayor parte en el último año, ¿cómo se ha filtrado el contexto de la pandemia?

-El proyecto nace de una idea anterior a la pandemia. Me interesaba abordar cómo construimos y proyectamos la identidad personal especialmente a través de las redes sociales, un asunto que me preocupa especialmente ya que vivo rodeada de chicas jóvenes, aunque el fenómeno trasciende edades y géneros. El confinamiento vino después a reforzar esta idea, ya que, en un contexto marcado por la soledad y el aislamiento, la respuesta de muchos fue una exhibición virtual de sí mismos aún más acusada. Resultó curioso comprobar cómo la percepción de cierta gente cambiaba hasta el punto de que parecían ser otras personas. Pero, al cabo, exhibirse desde la falsedad no deja de ser otra manera de ocultarse.

-Todas las protagonistas de estos retratos son mujeres. ¿Le preocupa la cosificación del género?

-Desde luego. Al principio pensé en desarrollar un discurso más universal, pero decidí centrarlo en una preocupación esencial para mí que es la manera en que la mujer proyecta su identidad. Mi intención es hacer reflexionar sobre cómo esta identidad se muestra y cómo es observada en relación, como dices, con la cosificación. Todavía observamos comportamientos narcisistas que derivan en la superficialidad. Demasiadas mujeres asumen atributos impuestos sólo por sentirse aceptadas en sociedad.

-Pero, ¿dónde está el problema, en la imagen proyectada o en quien la consume y la reclama?

-Supongo que en las dos partes. Pienso que, en última instancia, lo que todos queremos es que nos quieran, y que nos quieran más. Y está claro que si las mujeres reproducen ciertas conductas y dan una determinada imagen de sí mismas van a obtener más likes. Pero habría que defender, ante todo, la identidad propia.

-¿La alternativa que propone usted es una identidad interior?

-Eso es. En lugar de vivir en una continua proyección al exterior, sería interesante ganar espacios de soledad y de silencio para observar al interior y encontrar ahí un reflejo marcado por la verdad, no por la impostura.

"Demasiadas mujeres asumen aún atributos impuestos sólo por sentirse aceptadas en sociedad"

-La serie Mirrors presenta retratos al óleo, incluido el suyo propio, sobre espejos, de manera que quien observa queda incorporado a la obra. ¿Tiene en cuenta a los futuros espectadores cuando trabaja?

-La presencia del que observa es un elemento esencial en este proyecto. Cuando lo inauguramos vi a gente que se hacía selfies de su propia imagen proyectada en los espejos, lo que me pareció un juego revelador. En esos retratos pintados, menos en el autorretrato, todas las figuras aparecen justamente haciéndose un selfie, una práctica que se ha generalizado mucho aunque sigue siendo reveladora sobre las ideas más comunes a la hora de exponerse, a la hora de adoptar una determinada pose para parecer más importante o más interesante. Mi intención era lanzar un interrogante sobre esto, sobre hasta qué punto necesitamos mostrarnos así. Y, de esta forma, el espectador es interrogado de manera particular, propia.

-¿En qué medida es el arte contemporáneo responsable de la proyección de identidades vanas e impostadas en la esfera pública?

-En una medida notable. Si el ejercicio del arte ha tenido siempre mucho de vanidad, hemos llegado al extremo de que las obras no son necesarias para alcanzar el éxito. Puedes presentar un espacio vacío o un vaso de agua y salir en las portadas. Pero eso de la obra soy yo es absurdo. Es importante defender también tu propia identidad como artista y perseverar en lo que crees por encima de modas, corrientes y tonterías.

-¿Aspira usted a abrazar una dimensión espiritual y trascendental en su obra?

-Eso lo dejo a la interpretación de cada cual. Yo sí tengo claro que para mí lo espiritual y lo trascendental es importante. Pero no quiero influir con ello en lo que perciba cada uno.

-¿Qué artista le gustaría ser en el futuro?

-Una artista que pueda seguir viviendo de su trabajo. No es nada fácil mantener a tus hijos con esta dedicación, pero es lo que yo quiero hacer. Lo bueno de este oficio es que nunca dejas de crecer. En eso estamos.

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