Alejo Moreno. Director de cine y periodista

"Como me dijo Terry Gilliam: aprenda usted a vivir molesto"

"Como me dijo Terry Gilliam: aprenda usted a vivir molesto"

"Como me dijo Terry Gilliam: aprenda usted a vivir molesto" / m. g.

-¿De dónde vino la idea de rodar "ese cuento gótico moderno y oscuro" que es, en sus palabras, Diana?

-Sobre todo de mi malestar con la crisis. Y también porque conocí a mujeres que se dedicaban a la prostitución. Españolas, universitarias, con una formación tremenda, muy alejadas de la imagen que podríamos tener todos de una prostituta. Además, en mi familia hubo una persona que ejerció la prostitución y todo el mundo tenía una imagen buena de ella, de mujer muy libre, nada estigmatizada. Vi que había material ahí y empecé a escribir y lo primero que me salió fue una conversación entre un cliente y una escort.

-Hubo cierto jaleo cuando presentó la película en el Festival de Málaga, con aquel cartel en el que se muestra un sexo femenino sin cortapisas. Mal tampoco vendría el revuelo...

-Obviamente, sabíamos que el cartel no iba a dejar indiferente. Pero todos en el equipo estábamos de acuerdo: tenía que ver con la película, era una imagen artística y el enfoque es feminista. Dicho esto, hay que tener en cuenta que cuando uno hace una película independiente tiene que pelear con los escasos recursos que tiene contra una maquinaria brutal de millones de dólares, sólo para hacerse un hueco y poder decir esta película existe. Gracias a eso conseguí cierta ventajita, sí. Al final mi película la vieron en Málaga.

-Aunque no pretendía hacer una reflexión ni retrato exhaustivo de la prostitución, ahí está la cuestión en todo caso en la película. Vaya campo de minas...

-A la película le beneficia estar en un terreno incómodo. Yo quiero que acabe la película y sea como si te hubieran pegado una hostia. Del cine contemporáneo me molesta el hecho de que el espectador ya sepa en realidad todo lo que va a ocurrir en la trama, además de que se parte de que uno ha de estar de acuerdo con la moral de la película de principio a fin, y de lo contrario, uy, escándalo. Vaya coñazo. Si estás viendo una película y algo te hace sentir incómodo, pues muy bien, luego lo debates con tu mujer o con tus colegas. Decía Terry Gilliam, al que entrevisté hace poco, una cosa muy sana: aprenda usted a vivir molesto.

-¿Por qué algunos esperan que una película sea un editorial de prensa?

-Eso lo hacemos mucho los críticos, así que alguna culpa tendremos. A veces usamos la película de turno como excusa para hacer literatura con nuestras cosas personales, con nuestras convicciones, con nuestras obsesiones. Yo pienso que no pasa nada si no estamos todos de acuerdo al cien por cien en todo. Pero vivimos tiempos de fascismo mental. Yo ahora escucho mucho eso de uy, esta película hoy en día no se podría hacer. Y me temo que es verdad. Pasolini o Buñuel lo tendrían hoy jodidísimo para rodar. Da miedo esta ola retrógrada.

-En otro orden de cosas, ¿qué pastizal le han dado en subvenciones para hacer la película?

-Cero. No tengo apoyo de ningún medio ni de ninguna institución. Cero. Es una inversión privada, cien por cien mía, pero yo no soy millonario, tengo una nómina y he pedido un crédito al banco, ya está. Y todo el mundo ha cobrado, eh. Con arreglo al tipo de producción que era, pero el que ha currado, ha cobrado. Por eso necesito que vaya bien la película.

-¿Pero entonces no son todo ustedes una panda de subvencionados, como se dice en todos los debates de altura sobre el asunto?

-Ese es el cliché más injusto que existe sobre el cine español, y mira que hay unos pocos. Primero, porque el dinero que se dedica al cine, no ahora que estamos mal, sino antes, comparado con países del mismo nivel, es ridículo. Y luego porque los riesgos que asume un productor son altísimos. ¿Que si va bien una película, puede dar mucho dinero? Claro. Pero las películas que van así de bien son muy pocas. Siempre estamos con las subvenciones, pero se podría hablar de otras cosas.

-¿Por ejemplo?

-Siempre se habla del modelo francés, pero sin conocimiento de causa al parecer, porque si allí funciona ese modelo es porque existen medidas con respecto a las majors, medidas en definitiva de proteccionismo económico. Más que hablar del modelo francés, habría que hablar de por qué aquí eso no se puede implantar, qué presiones hay para que eso no vaya a ocurrir jamás.

-Bueno, al menos están las televisiones volcadísimas en el cine español. Eso es una bendición... ¿o no?

-Ocurre que al depender tantísimo la financiación de las televisiones, hay una censura velada, que no está escrita, que se supone que no existe, pero que, en la práctica, hace que ciertas películas sean impensables. Los filtros que existen para que algo se financie, o no, para apostar por alguien, o no, son muy pacatos. Al final, más que creación, hay estandarización. Y películas bien hechas, con la famosa buena factura, las hay a patadas. Eso, a estas alturas, se da por hecho. Se trata de ir más allá, pero el fin último parece que pasa únicamente por parecerse a lo que se haga en Hollywood. Cuando nuestro cineasta más universal es Buñuel, que era radicalmente español en sus temas, en su ironía, en su punto de vista.

-¿La culpa de esta homogeneización es sólo de las cadenas de televisión?

-No sabría decir por qué ocurre, pero ocurre. No sólo aquí, en todo el mundo. La gente quiere ver lo que ya conoce. Quiere volver a ver una y otra vez la misma película. ¿Por qué? Ni idea. Y mira, yo soy fanático del cine de los 80, pero ya está bien, ¿no? Hombre, para eso me pongo en mi casa todas las de Indiana Jones en DVD, pero deje de venderme la misma película con otro título.

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