Entrevistas

"Necesitamos una educación global para la ciudadanía"

-¿Qué opina de la Unión Mediterránea del presidente Sarkozy? Parece tener menos alcance que el proceso de Barcelona de 1995.

-El proyecto tiene un objetivo alentador. Se han lanzado iniciativas de energía solar, descontaminación del mar, autopistas terrestres y marítimas, prevención de catástrofes, universidad euroárabe y desarrollo de empresas.

-¿Echa algo de menos?

-No sabemos cómo se van a hacer las cosas ni con qué dinero. En cuanto a los temas, echo de menos asuntos relacionados con lo cultural y la cuestión de género.

-Se interesa en especial por la juventud y la educación.

-Sí, porque se suele ver a la juventud como un problema y puede ser la solución del entendimiento entre culturas. Necesitamos un nuevo tipo de educación para la ciudadanía, global, que nos prepare a vivir con los otros. Una educación para la cultura de la paz.

-¿En qué consistiría?

-Educar con valores comunes en el respeto a los derechos humanos, la libertad o la igualdad de género.

-¿Está contra el choque de civilizaciones?

-Rechazo el choque de las civilizaciones. Estoy por una ética de la interculturalidad, que rechace el fanatismo y la violencia, y que destaque el humanismo de todas las culturas. En definitiva, lo que recoge el proyecto de la Alianza de Civilizaciones.

-Al presidente Zapatero se le tachó de ingenuo en España por lanzar ese proyecto.

-Es un proyecto avalado por Naciones Unidas, copatrocinado por Turquía, que cuenta con la adhesión de más de 80 países. Necesitamos nuevas formas de pensamiento, resolver el déficit de conocimiento entre culturas.

-Es una vieja aspiración.

-Claro. Ya lo dijeron antes, por ejemplo, Averroes, y Américo Castro, Juan Goytisolo, Blanco White, Mohamed Arkoun o Régis Debray.

-Pronuncia mucho la palabra paz.

-Los grandes enemigos de la paz son el déficit de educación y la pobreza.

-En Marruecos, con un 38% de la población menor de 14 años, el problema de la educación es de primer orden.

-En todo el sur del Mediterráneo, una parte importante de la población es muy joven. Y se necesitan medios, no sólo para educar a secas, sino para una educación de calidad y para una buena formación de los maestros.

-Usted receta cultura para todos los males del mundo.

-Uno de los fundadores de la Unión Europea, Jean Monnet, decía al final de sus días "si volviera a empezar, comenzaría por la cultura, en vez de por la economía".

-¿Y el papel de la mujer?

-En todo el mundo las mujeres son las primeras víctimas de todo: de violencia de género, el analfabetismo, la pobreza. En la competición del mundo globalizado, no se puede dejar a la mitad de la humanidad fuera.

-En Marruecos se cambió en 2004 el Estatuto de la Mujer de 1958.

-Se pensaba que era un texto sagrado, que no se podía reformar, pero resultó que era un texto profano de la época de la independencia.

-Con el Estatuto, la mujer pasaba de la tutela del padre a la del marido.

-Entonces se podía casar con 15 años; ahora con 18. El nuevo Código de la Familia permite el divorcio y no la repudiación y prácticamente impide la poligamia.

-¿Está a favor de las cuotas femeninas?

-Antes no me parecía democrático. Pero una cuota de acompañamiento, no definitiva, me parece bien. Gracias a las cuotas hemos pasado del 0,06 al 10% de mujeres en el Parlamento marroquí.

-En España, una joven ministra se ha pronunciado contra el velo en las musulmanas.

-Lo considero una cuestión personal. Aquí en Europa era costumbre de las mujeres llevar pañuelos en la cabeza. Y de eso se trata; es casi una moda. Sería discriminatorio si lo impone la autoridad o la familia. Pero no, si la mujer lo elige libremente.

-¿Cómo puede explicarse un fenómeno como el del terrorismo islámico?

-Es muy complejo. Una mezcla de varios factores, entre ellos la ignorancia y la injusticia, que han creado una ideología nueva.

-Identifica Mediterráneo y civilización. El Imperio Romano lo unió bajo lengua, derecho y moneda comunes.

-Creo que hoy día la cultura mediterránea es más amplia que el concepto de latinidad. A Régis Debray no le gusta y ha inventado el término latinitud, de la misma manera que Léopold Senghor acuñó el concepto de negritud.

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