Manuel Trujillo | Presidente de la Plataforma Ibérica por los Caminos Públicos (PICP)

“Sólo el 10% de los caminos históricos de Sierra Morena se puede utilizar hoy”

Manuel Trujillo Carmona.

Manuel Trujillo Carmona. / M. G.

Manuel Trujillo Carmona tiene 43 años. Licenciado en Matemáticas, es coordinador de la Unidad Estadística del Instituto de Estudios Sociales Avanzados (IESA), centro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Más allá de cualquier tópico sobre el matemático encerrado, uno de los empeños de este cordobés es recorrer caminos y luchar porque ese patrimonio público no caiga en el olvido, sino que se documente y preserve. Fue 8 años presidente de la Asociación ‘A desalambrar’, una de las pioneras, y ahora está al frente de la Plataforma Ibérica por los Caminos Públicos (PICP), que integra a entidades de todo el país.

–Desde la PICP subrayan el carácter de patrimonio histórico de los caminos rurales. Creo que muchos de los de Andalucía se remontan a época romana.

–Muchos se pueden considerar un bien patrimonial porque conservan el trazado y la estructura desde hace siglos. Del complejo entramado de época romana se conocen unas pocas calzadas, aunque de otros caminos de menor categoría sólo se sabe por indicios o referencias. Lo mismo se puede decir de los caminos de la época árabe, bien conocidos en algunas zonas, como la que hay entre Medina Azahara y Córdoba. Pero se siguieron construyendo y reformando durante toda la Edad Media y la Edad Moderna. Entre los siglos XVI y el XIX los caminos principales están bien documentados, porque había guías para viajeros, y, sobre todo, desde el XVIII, cuando ya hay documentación de cómo se hacían. La forma de construcción de muchos senderos y de algunos elementos accesorios era la piedra en seco, sobre todo en Sierra Morena, reconocida como Patrimonio Inmaterial por la Unesco. Pero mientras que se protege y recupera en Baleares y en Cataluña, en Andalucía dejamos que se sustituya o se caiga.

–Usted es matemático. Le pido porcentajes. ¿De los caminos que existían a principios del siglo XX, antes de que se generalizaran el coche y el tren, cuántos se han podido perder?, ¿es más grave que con las vías pecuarias?

–En vías pecuarias, se calcula que se ha perdido un 35% de la superficie porque se han construido sobre ella carreteras, pantanos o están en el casco urbano. Podría ser equiparable a los caminos. La diferencia entre caminos públicos y vías pecuarias es que de éstas existe un inventario hecho en los años 60 y la ley obliga a que si se ocupa se haga un trazado alternativo. La mayoría de los caminos están sin inventariar y ni se sabe cuántos hay. Si la pregunta es qué parte de los caminos históricos está utilizable hoy, en Sierra Morena, la zona que mejor conocemos por los inventarios que se han hecho, estimamos que sólo un 10%. Pero incluso si llevan años cerrados y sin uso, la ley dice que no pierden el carácter de bien público y se pueden recuperar.

En Andalucía no hay una conciencia propia de su patrimonio en el mundo rural"

–¿Es realista mantener tantas veredas como antaño sólo con transeúntes ocasionales?

–Depende. En zonas con suficiente población o atractivo puede haber ahora más movimiento que antaño y se necesitan para poder realizar actividades en la naturaleza. Hay otras que están más despobladas y cuyos caminos no tienen un especial atractivo y sí poco uso, por lo que quizá no sería necesario el mantenimiento, lo cual no significa que se dejen perder. Es un patrimonio público que en cualquier momento puede ser útil y hay que pensar en el futuro. Es como una casa que no utilizas, no por eso la vas a regalar.

–Uno de los empeños de la PICP es que los ayuntamientos hagan inventarios. ¿Es fácil ese proceso?

–No debería ser tan difícil, aunque muchos ayuntamientos tienen pocos medios. Las diputaciones de Málaga y Córdoba tienen programas. En Málaga se han inventariado en 78 municipios y en Córdoba, 30. La Diputación de Cádiz ha hecho el inventario de municipios menores de 50.000 habitantes. Sevilla y el resto han mostrado su interés. Es la dirección, que las diputaciones tomen las riendas y ayuden, aunque se deben mejorar cosas, que haya criterios comunes porque hemos detectado muchos problemas. En Córdoba, se están dejando caminos atrás, que de esa forma sí están en un grave riesgo de perderse. Pensamos que es mejor el modelo de Extremadura, donde la Junta hace los inventarios con unos criterios sólidos y uniformes, aunque los ayuntamientos sometan a exposición, reformen y aprueben. En Andalucía, también hay ayuntamientos que han hecho el inventario por su cuenta. Destaca Santa Ana la Real, el único que conozcamos que ha llevado algunos de sus caminos al registro de la propiedad.

–¿Confían en que se retome el proyecto de Ley Andaluza de Caminos Públicos?

–Tenemos la esperanza, aunque en esta legislatura lo vemos difícil, ya que el PP se opone. Leyes de caminos públicos hay vigentes en Extremadura, desde hace muchos años aunque ahora subsumida en una llamada Ley Agraria, y en las Islas Baleares desde hace tres años y está permitiendo que se avance mucho en la identificación y recuperación.

–¿Qué papel está teniendo la reivindicación del mundo rural en la toma de conciencia y en la preservación de esa red de caminos?.

–En Andalucía no hay una conciencia propia de su patrimonio en el mundo rural, salvo excepciones, a diferencia de lo que ocurre en Cataluña, Asturias o Galicia. En muchos municipios hay grupos activos interesados en defender los caminos, pero los propietarios de fincas suelen ser los que aún tienen más poder económico y no se atreven a plantar cara a estas situaciones. Con la pandemia, mucha gente volvió a salir al campo y se dio cuenta de la pérdida de algunos itinerarios. Notamos por esas fechas un incremento de las denuncias. A la vez, en las zonas más despobladas vimos que propietarios aprovecharon para cerrar más caminos.

–¿No cree que en los pueblos hay escepticismo sobre el potencial de esos caminos? Hay quien defiende que, con suerte, los senderistas y ciclistas compran un bocadillo y vinculan el desarrollo a una fábrica.

–Sí, hay cierto escepticismo, pero también hay que recordar que hay casos de éxito, como las comarcas de Grazalema, Cazorla, Alpujarras o Aracena, que no podrían vivir ya sin el turismo rural. Muchas otras tienen el potencial pero hay que dar incentivos. Una red de senderos en buen estado y bien publicitada es fundamental. El senderismo debe ser la atracción y donde hay senderismo, hay bares y alojamientos, movimiento al fin de al cabo. Cierto tipo de senderistas se queda en el bocadillo, pero muchas familias y grupos se quedan y consumen mucho más.

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