Manuel Cruz | Filósofo y senador

"No hay corrupto sin corruptor"

Manuel Cruz.

Manuel Cruz. / Desirée Rubio

Reputado catedrático de Filosofía, Manuel Cruz (Barcelona, 1951) llegó tarde a la política. Diputado socialista en 2016, tres años después fue en las listas para el Senado y Pedro Sánchez lo designó presidente de la Cámara Alta en la decimotercera Legislatura. Ha impartido clase en distintas universidades europeas y americanas. Ha escrito más de una treintena de libros; el último, Democracia. La última utopía (Espasa), sirve de guía divulgadora sobre nuestro sistema político.

–Siendo filósofo y político temo que con la primera pregunta rellene toda la página...

–Prometo ser breve.

–¿Comparte aquello de Churchill de que la democracia es el peor sistema de gobierno... a excepción de todos los demás?

–Sí, pero no veo por qué este hombre tenía que ponerse tan cenizo; hubiera sido más fácil decir que es el mejor de los sistemas que conocemos.

–Y mejorable, claro.

–En efecto; por ejemplo, hay regímenes democráticos que hace no mucho no contemplaban el voto de las mujeres.

–¿Son más peligrosos los populismos, los nacionalismos, los extremismos...?

–Todos los ismos que la simplifiquen y transmitan una imagen demasiado elemental, como si fuera sólo que de vez en cuando los ciudadanos vamos a las urnas. Eso es empobrecedor y perjudicial para la democracia.

–¿De quién es la culpa de ver al político como corrupto y no como servidor público?

–Hay parte de responsabilidad de los políticos por su comportamiento y también otra en transmitir una cierta imagen por parte de los medios; a veces los ciudadanos no son conscientes de que defienden posiciones contradictorias entre sí. Por decirlo rápido: no hay corrupto sin corruptor. Nuestra sociedad es muy crítica con el corrupto y muy benévola con el corruptor. Y es un problema.

–Ante un comportamiento reprochable muchos dicen: "Pues su voto vale lo mismo". Sea políticamente incorrecto, ¿está preparada la sociedad en su conjunto para la democracia?

–Sí. La gran virtud de la democracia no es prevenir los errores, sino permitirnos corregirlos si los cometemos. Si un político no es honrado, en las elecciones siguientes podemos votar a otro.

–Una frase de su último ensayo es: "¿Y si el problema de la democracia fueran los ciudadanos?". Por menos a Vargas Llosa lo quieren lapidar en una plaza pública.

–Vargas Llosa ha dicho una cosa contradictoria a la que siempre había dicho, que lo importante es que los ciudadanos voten bien y no en libertad. Para un demócrata lo más importante es que se pueda votar en libertad y luego confiemos en que se vote bien. Pero si se vota mal, la propia libertad nos permite corregir ese error.

–Advierte contra el cesarismo y acaba de ser el Congreso Federal del PSOE en el que Pedro Sánchez ha nombrado a dedo a los miembros de su Ejecutiva. ¿Espera que alguien en La Moncloa lea su libro?

–Espero que sea leído por el mayor número de personas interesadas en los problemas de la democracia.

–También en La Moncloa.

–Por supuesto, sólo faltaría.

–Si Rufián no tuviera eco cuando sale con unas esposas en el Congreso, dejaría de salir con unas esposas en el Congreso.

–Muy probablemente dejaría de salir con unas esposas, con una impresora, con todo tipo de manualidades, como decía la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría.

–Cuantas más payasadas, más se sale en los medios.

–Aquí no se trata de prohibir nada, sino de que los medios serios y responsables no se hagan eco de mensajes que no hacen más que enrarecer el ambiente. Pero que lo hagan no por represión ni por coacción, sino por conciencia de la trascendencia que tienen esos medios con prestigio.

–¿Cuánto daña esta política líquida a golpe de tuit?

–Bastante, porque fija una imagen de los políticos extremadamente superficial cuando el grueso de su tiempo lo dedican a una cosa poco visible como es la gestión, de la que los ciudadanos apenas tienen noticias, y no es bueno que identifiquen la política con los zascas de la sesiones de control al Gobierno. Eso es la espuma de la política, nada más.

–¿Y cuánto un político opinando de una sentencia?

–Si dejan claro que una cosa es opinar sobre una sentencia y otra acatarla y aceptar la separación de poderes, no hay problema. Pero deberían poner en primer plano que en un Estado de derecho hay separación de poderes y que su base es que todos aceptemos siempre las sentencias, las que nos gusten y las que no. La Justicia no va a la carta.

"La gran virtud de la democracia no es prevenir los errores, sino permitir corregirlos cuando los cometemos"

–Los asesores de los políticos son casi estrellas. ¿Quién manda?

–Los asesores tienden a ser de hoja caduca y en última instancia es el político quien decide. Si no lo hace y se pone en manos de un asesor, obviamente es un político con muchas deficiencias.

–Arguye que los medios son actores políticos y no meros mensajeros. ¿Pero qué me dice de los políticos que se han convertido en estrellas mediáticas?

–No pretendo descargar de responsabilidad a nadie. Me llama la atención que se concentre el reproche social sólo en un sector. Y no discuto que lo merezca, sino que también hay otros porque los políticos profesionales no son los únicos actores políticos. Quienes difunden mensajes en los medios inciden tanto o más en la opinión pública que los políticos.

–Hablando mal y pronto, ¿la democracia se ha bajado los pantalones con los indultos?

–En absoluto. Se puede discrepar y es legítimo, pero en absoluto es una concesión que debilite a la democracia; es más, desde los clásicos latinos hasta Maquiavelo hablaban precisamente de que la magnanimidad refuerza el poder del que manda.

–¿El Emérito ha puesto en jaque el Reinado de su hijo?

–No se lo ha puesto fácil. Ha proporcionado una inestimable munición a los críticos de esta forma de estado, sin duda. Creo que finalmente la institución puede resistir, pese al comportamiento del anterior Jefe del Estado.

–Filósofo y en las listas del PSC, ¿no se estará postulando usted para ser ministro de Sanidad?

–No, de momento no está entre mis intenciones.

–Sostiene que hay más navajazos en los departamentos universitarios que en el Parlamento, aunque no imagino dándose garrotazos con el también catedrático Ángel Gabilondo.

–No, no, es un buen amigo, lo aprecio personalmente y lo admiro profesionalmente. He dicho lo de los departamentos universitarios porque es lo que conozco, pero cuando lo comento con otra gente de otros ámbitos, todos me dan la razón, en sus trabajos hay muchos navajazos.

–Señor senador, ¿es más difícil de entender la obra de Kierkegaard en danés o la utilidad de la Cámara Alta?

–Kierkegaard en danés. El problema de la Cámara Alta no es que no se entienda, sino que no se ponen en práctica muchas cosas.

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